1. Aspectos lexicales del trabajo
Confesamos que nos somos entendidos en lengua bereber, guanche o
egipcio, sabiendo que incluso en los estudiosos el conocimiento de
lenguas muertas -como el guanche o el egipcio- es relativo. Esa
limitación, con todo, no nos impide el levantar ciertas críticas a
determinadas inscripciones, epigrafías, jeroglíficos y otros textos,
cuya interpretación parece tener el euskara. Nuestras dificultades,
mayormente, vienen desde aspectos del corpus lexical vasco -de
tipología latino- románica , ya que tales préstamos son tardíos en
nuestro idioma (algunos de la edad media, y otros posteriores), y,
por consiguiente, tales elementos resultan inadecuados para
interpretar con rigor jeroglíficos de más de tres o cuatro mil años
de antigüedad -así como otras inscripciones, igualmente, anteriores
a Cristo-.
Nuestra crítica tiene, pues, en cuenta, el ingente acervo lexical
latino-románico. Ese es, básicamente, nuestro límite científico -y
no intuitivo-, ya que el conocimiento de los elementos
latino-románicos del euskara entre los romanistas está
suficientemente fundamentado.
Sin duda, la estructura morfológica de la lengua vasca ( y su léxico
más antiguo) no entra dentro de los límites de las lenguas
indoeuropeas. En efecto, el vascuence es idioma pre-indoeuropeo, y
se encuentra fuera del ámbito clasificado de las lenguas conocidas.
Pero ello, no permite a nadie el pensar que el euskara sea clave de
interpretación de determinadas lenguas hoy muertas –o bien aisladas-
. Las teorías deben someterse, naturalmente, al baremo de las
pruebas aportadas.
Por otra parte, para otorgar tal protagonismo al euskara es preciso,
antes, un conocimiento o profundo de la morfología, sintaxis,
fonética y, especialmente, del léxico vasco, y no cierta
aproximación a su realidad. Ello significa que para desarrollar una
interpretación seria de los textos a través del euskara es necesario
conocer profundamente su declinación, la estructura del verbo y las
leyes del vocalismo y consonantismo en fonética euskérica. Además, en
nuestro ámbito vasco no se nos puede ignorar una verdad
incontestable, esto es, que más de las dos terceras partes del
léxico tradicional vasco es en origen latino-románico. Por ello, en
nuestro vocabulario tradicional hay préstamos latino arcaicos y
otros de la edad media –esto es, voces que están en relación con el
gascón, castellano, francés y aragonés entre otros-. Si no se tiene
en cuenta ese factor, difícilmente se puede efectuar una lectura
interpretativa verosímil de papiros egipcios y otras epigrafías y
textos anteriores a Cristo. No se puede abordar la cuestión
lingüística de aquí sin tener en cuenta antes las aportaciones de
romanistas sobre el léxico vasco de Schuchardt, Vinson, Meyer-Lübkke,
J. Caro Baroja, Tovar, Agud, Corominas y otros. Nosotros nos
valdremos, más ceñidamente, de nuestra tesis doctoral Latina
eta
erromanikoaren eragina euskal lexikoan (LEEE) (La influencia del
latín y del románico en el léxico vasco) y de lo publicado en ASJU
en el Diccionario Etimológico Vasco y de la opiniones de L.
Michelena en el momento de levantar nuestras críticas a determinadas
interpretaciones. Por tanto, un trabajo con tantas pretensiones
necesitaría para reforzar sus afirmaciones el conocimiento de las
obras citadas.