TARTESSOS BEREBER

 
                                                     

EL ESTADO ACTUAL DE LA INVESTIGACIÓN DE

LA PREHISTORIA DEL NORTE DE ÁFRICA Y DEL SAHARA.

 

  ALMAGRO BASCH, Martín. Instituto de Estudios Africanos, Madrid.

 

 

 

 

 

LA INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA Y LA RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA DEL ÁFRICA DEL NORTE

 

El arte rupestre norteafricano como dato histórico

Pero la más sorprendente manifestación cultural del Neolítico sahariense es su rico y variado arte rupestre.

De los abrigos con pinturas de Tassili n'Ajjer y del Acacus proceden algunas fechas de Carbono 14 aún sin publicar, pero que parecen asegurar una enorme antigüedad a este mundo cultural. Del célebre abrigo pintado de Sefar con arte de época ya avanzada, del llamado período bovino, se ha dado a conocer la fecha de 3070 ± 150 años y 3080 ± ± 300 años a. de J. C. Pero parece existen otras más antiguas que elevarían grandemente el comienzo del arte rupestre de esta región hasta el 5000 a. de J. C., aproximadamente. Otra fecha publicada es la del yacimiento de Um Umagiat, en el Acacus, donde al lado de pinturas rupestres del período pastoril bovino se halló hasta una momia que pudo dársele una antigüedad total de 5405 ± 180 años, o sea, unos 3500 años antes de J. C., fecha que coincide con la citada del abrigo pintado de Sefar. Pero si aceptamos esta cronología deberemos admitir que los ritos funerarios egipcios para la conservación de cadáveres, propios de culturas avanzadas, tendrían precedentes entre los pastores del Oeste del Valle del Nilo.

 

Aún es más desconcertante que cerca de esta momia aparezca una representación de la barca solar funeraria, claro influjo de la mitología egipcia. Sin embargo, no queda aún claro qué elementos culturales aportó el valle del Nilo a los pueblos y culturas de los pastores de las regiones occidentales y hasta qué puntos éstas desarrollaron su arte rupestre y demás elementos culturales tempranamente y al margen de las culturas egipcias y en qué parte fueron incluso elemento positivo aportado a su formación. Hoy vemos que frente a A. Scharff, tanto H. Lhot como Mor¡ y también Resch, se inclinan a sostener, por ejemplo, que el culto del carnero de Amón llegó a Egipto desde el Oeste.

 

Para este último autor las representaciones de carneros con discos solares que se ven en el arte rupestre del Atlas y del Sahara, como el célebre de Bu Alem, serían de la época del Bubalus antiquus y por lo menos mil años anteriores a la presencia de las más antiguas representaciones del carnero de Amón en el arte egipcio. Con esta tesis coincidiría la opinión de E. Zyhlahrs para el cual los T'w país de Z'tj citados en la lista VII de Tutmosis III serían los mismos pueblos Thnw o hehenu o thenios repetidamente citados en las fuentes egipcias, pastores de ovejas y vacas de los oasis occidentales, a los cuales se debía el culto al toro y al carnero en sus diversas manifestaciones en la religión egipcia.

 

Esta cronología de gran antigüedad para las diversas manifestaciones del arte rupestre norteafricano no puede ser hoy unánimemente admitida, aunque el carbono 14 la sostiene repetidas veces. Nosotros nos inclinaríamos a esperar aún nuevas investigaciones para ver claro el origen y desarrollo de todos estos círculos artísticos norteafricanos y saharienses antes de establecer, como se viene haciendo, conclusiones firmes que se puedan dar por seguras. Es evidente que los pueblos pastores líbicos dependieron y se relacionaron con Egipto y su cultura histórica. Podemos utilizar datos en este sentido que contradicen la anterior 1 conclusión. Por ejemplo, el hombre armado con un hacha con forma egipcia del Nuevo Imperio de buen estilo naturalista bovino, de un abrigo rupestre pintado de Sefar en el Tassili no puede ser más antiguo al 1500 a. de J. C. más o menos. También las diversas figuras y composiciones repetidamente egiptizantes que se ven entre varias de estas pinturas, parecen inclinarnos a sostener que aquellos grandes artistas del Sahara Central se pudieron inspirar en obras del Imperio faraónico. La misma momia de Um Umagiat hallada y estudiada por Mor¡, las varias representaciones de barcas y otros elementos culturales, nos harían inclinarnos a esta misma conclusión.

 

No es éste el lugar para extendernos más en estos problemas, pero sí diremos que a nosotros no nos parece posible aún ver claro en su totalidad el desarrollo y cronología de estas sorprendentes -provincias artísticas que las tierras hoy desérticas del sur del Sahara nos ofrecen Por otra parte, cada 'día esta región ve más enriquecida con el hallazgo de nuevos conjuntos de arte rupestre más o menos personales en técnica, estilo y temática, como los que nosotros mismos estamos estudiando en el Sahara español. Cada uno de estos descubrimientos regionales, sucesivamente aportados en toda esa extensa región del Norte de África desde el Mar Rojo al Atlántico, plantean nuevos problemas, no sólo propios de tales provincias artísticas sino que influyen en la total visión que sobre las creaciones del arte rupestre norteafricano nos hayamos de formar y nos aconsejan ser prudentes en toda valoración étnica y cronológica que hagamos de los mismos.

Más seguro que las hipótesis sobre el origen y desarrollo del arte rupestre del sur del Sahara es observar que, conforme avanzó hacia el Oeste por el Sur del inmenso desierto esta corriente cultural fortísima, nos ofrece siempre una cerámica rica y variada, pero algo más tosca que en los otros yacimientos de más al este y al sur; pero siempre se la ve como algo netamente africano, sin relación alguna ni con el mundo magrebí ni con las cerámicas mediterráneas. Enlaza claramente con el complejo sahariano-sudanés.

 

Nuestros actuales conocimientos sobre esta provincia artística y cultural nos van permitiendo ensanchar y precisar nuestra visión sobre el carácter y cronología del Neolítico del Sahara, cada vez más con nuevos hallazgos, como los proporcionados por las recientes excavaciones de Tamanraset, donde se nos ofrecen los vestigios antropológicos de los creadores de esta cultura. Estos nos muestran un pueblo mezcla de elementos mediterráneos y negroides. Iguales son otros que se han hallado más al sur, hacia Serla, Tamayamalet e Inget.

 

Toda esta interesante cultura del Neolítico sahariano, como ya hemos dicho, poseyó un rico y variado arte rupestre de pinturas y grabados de gran sugestión y originalidad. Difiere, sin embargo, del arte rupestre del Atlas y tampoco las pinturas rupestres alcanzan la zona más occidental del Sahara. Constituyen, evidentemente, su más bella creación cultural.

También tuvo un arte mobiliar de esculturas de animales en piedra dura que recuerda las esculturas predinásticas del antiguo imperio egipcio. Esta inspiración del arte faraónico se nos ofrece también en muchas de sus pinturas tanto por su técnica y motivos como la barca de ultratumba, como a veces por su estilo.


Sin embargo, como ya hemos señalado, resulta hoy muy difícil establecer la interrelación de un mundo con otro, y lo mismo ocurre cuando se trata de la cerámica y otros elementos que pensamos llegaron del valle del Nilo, pues los investigadores franceses e italianos han levantado a su favor la cronología que aporta el Carbono 14 que parece da fechas más antiguas en el Sahara que en Egipto para todos estos pueblos neolíticos del Sahara que fueron agricultores pero que esencialmente vivieron como pastores de ganado bovino.

 

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