LA ESCRITURA NACIÓ EN CANTABRIA,

MÁS DE 30.000 AÑOS ANTES QUE EN MESOPOTAMIA

RIVERO MENESES    PRINCIPAL

            Jorge Mª Rivero-Meneses

LA ESCRITURA NACIÓ EN CANTABRIA

 

Un enclave arqueológico único en el mundo 

 

Al estudiar, con el lógico interés, los hallazgos efectuados en la Cueva del Castillo datados en torno a 40.000 años, fue a llamarme particularmente la atención un segmento de piedra arenisca totalmente aplanado y al que su autor se afanó en conferir una perfecta forma triangular, rematada en semicírculo por su parte superior (fig. 2). Las paredes de las cuevas del Norte de España y del Sur de Francia están llenas de representaciones de triángulos semejantes -pintados por lo general en color rojo- y nadie ignora ya cuál es su verdadero significado. Aunque algunos ven senos femeninos en ellos, otros -entre los que me incluyo- tenemos perfectamente claro que se trata de triángulos púbicos, pintados en color rojo porque tal era el color predominante del vello y del cabello de nuestros verdaderos antepasados racionales, pobladores de los valles y montañas del litoral cantábrico.

 

El triángulo es una de las más remotas representaciones simbólicas de la feminidad. Porque lo que esta forma geométrica reproduce no es ni más ni menos que esa peculiarísima antesala del órgano genital femenino, poblada por el vello púbico y delimitada por las ingles. Palabra cuyo parentesco con la palabra ángulo me parece ocioso resaltar. El triángulo es y ha sido siempre, pues, sinónimo de mujer, tanto por la razón señalada como por el hecho de que otro de los elementos más característicos del cuerpo femenino, sus mamas, posea una forma cónica cuya única plasmación plástica posible es, precisamente, la triangular. Un triángulo cubierto de vello en la base del vientre y dos conos o triángulos nacidos sobre el pecho, constituyen, pues, argumentos y fundamentos más que sobrados para que en la mentalidad del hombre de la Prehistoria adquiriera forma y fuerza esa ecuación triángulo = mujer que tan inconmensurable trascendencia habría de tener, no sólo en la parcela de las manifestaciones artísticas, sino en todos los órdenes y ámbitos de la Cultura. ¿O es que consideramos accidental el hecho de que el más importante santuario prehistórico que hoy nos es conocido en todo el mundo, el Monte Castillo de Puente Biesgo, fuese establecido en la base de una peña que posee una espectacular factura cónica y, por ende, triangular?

 

Hace muchos años que vengo defendiendo que todas las pirámides erigidas por el ser humano en los albores de la Historia, tienen su modelo y su origen en los impresionantes montes cónicos que salpican el paisaje de la antigua Kantabria. Y hace muchos años, también, que vengo afirmando que todos esos montes de factura cónica y perfil triangular poseen santuarios prehistóricos en sus entrañas, de mayor o menor cuantía. Con independencia de que los accesos a los mismos permanezcan hoy cegados o de que algunos de esos montes se hayan visto brutalmente agredidos con el fin de aprovechar su piedra. Y recordaré, a este respecto, los casos de tres montes cuya destrucción clama al cielo: el primero de ellos, el Monte Hano de la Bahía de Santoña, sobre cuya cumbre existiera un antiquísimo Santuario del que no ha quedado ni una piedra y del que es heredero el Convento del mismo nombre que está situado a sus pies y cuya atmósfera natural es el olor a dinamita y el insano polvo que se desprende de las excavaciones y deflagraciones constantes; el segundo, el Monte Castillo que se encuentra al pie mismo de la Peña Cabarga, a orillas de la Bahía de Santander. Y el tercero, la Peña Castillo ribereña también de la misma bahía y que no sólo ha perdido su antiguo carácter insular, sino también su propia condición de peña de factura cónica. Una iglesia testimonia todavía el antiguo carácter sagrado de esta maltratada peña, identificada en la Antigüedad con la boca de los Infiernos y respecto a la que todavía circulan leyendas que dan fe de la extraordinaria importancia de que gozara en otro tiempo. Todo eso se ha perdido y, como en el caso de los otros dos montes mencionados, nada pervive de cuanto estos inapreciables enclaves sagrados atesoraron en otro tiempo, en la línea de cuanto, venturosamente, conserva todavía el Monte Castillo de Puente Biesgo. Su situación, en una comarca del interior, alejada de la costa, le ha salvado.

 

¿Es una simple casualidad la que ha hecho que tres montes cónicos de los cuatro que acabo de enumerar, respondan al nombre de Castillo? ¿Deben su nombre estas peñas al hecho de que hayan existido castillos en ellas? Ni lo uno ni lo otro. Y buena prueba de ello la propia imposibilidad de erigir un castillo sobre una peña de vértice tan agudo como el Monte Castillo de Puente Biesgo. No podemos introducir ahora esta materia, pero sí considero necesario dejar clara constancia de que la denominación de esta trascendental peña no tiene absolutamente nada que ver con los castillos, estando relacionada con las fábulas prehistóricas que habían de determinar su carácter sagrado. Carácter sagrado del Monte Castillo y carácter sagrado de la totalidad del macizo en el que se integra y cuyo nombre genérico, Dobra, es sinónimo de bueno y de santo en varias lenguas europeas... Lo que no es óbice para que el flanco occidental de este castigado y santo macizo cántabro esté viéndose literalmente devorado por una explotación minera a cielo abierto. Mayor desprecio hacia las reliquias de nuestro pasado, no cabe.

 

En suma, que los barrenos y los cartuchos de dinamita se están cebando en el monte en el que se encuentran algunas de las minas más antiguas del planeta... En el monte junto al que se conserva la colección de grabados prehistóricos más antigua y perfecta que ha llegado hasta nosotros: la de Hornos de la Peña... En el monte en el que fue a aparecer un prodigioso altar consagrado al dios Erudino... En el monte en el que existen varios antiguos castros, residuos de lo que fuera una importantísima población prehistórica... En el monte en el que se encuentra el Santuario paleolítico más importante descubierto en el mundo hasta el presente (y me refiero, naturalmente, al Monte Castillo)... En el monte en el que desde hoy y hasta que se descubra otra más antigua, está documentada la primera muestra de escritura de la Historia de la Humanidad... En un monte, en fin, que posee una riqueza arqueológica fuera de serie y de escalofriante antigüedad, todavía por desentrañar en su mayor parte; una riqueza que cualquier país del mundo envidiaría y daría cualquier cosa por poseer. Cantabria, sin embargo, no la valora. Y porque no es consciente de su enorme valor..., permite que se destruya. Porque parece que no nos entra en el cabeza que el Macizo del Dobra es uno de los enclaves arqueológicos más importantes del planeta. Y como no nos entra, no nos tiembla la mano a la hora de autorizar su destrucción en aras del progreso, convirtiendo lo que debería convertirse en Patrimonio de la Humanidad, en espléndida cantera que nos surta generosamente de minerales que nos permitan elaborar una variada gama de productos químicos...

 

A modo de apostilla, permítaseme subrayar la absoluta fiabilidad de la datación atribuida al triángulo púbico descubierto en la Cueva del Castillo. Justamente porque en este yacimiento, como en otros de la propia Cantabria, se documentan las más completas secuencias arqueológicas conocidas y, por ende, las más fidedignas. ¡Ya quisieran las dataciones que se prodigan por doquier -en yacimientos de tres al cuarto y, más aún, en aquellos en donde no existe secuencia alguna-, ser la décima parte de fiables que las que refrendan a todos los hallazgos efectuados en el Monte Castillo de Puente Biesgo!

 

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