CAPÍTULO 13:
LOS TOROS
ATLANTES Y EL GIGANTE CACO
Recordemos, asimismo, que leyendas medievales hacen a Hércules
fundador de Ágreda y refundador de Tarazona,
poblaciones situadas a pies del Moncayo que siglos atrás
disponían en sus blasones de la figura de un toro, animal
emblemático de Hércules hasta el punto que "se le representaba en el
arte griego como un paladín de cuello de toro, y para todos los
propósitos prácticos se le puede identificar con el semidios
Dionisio de Delfos, cuyo tótem era un toro blanco" (Robert
Graves, p. 173). Plinio, por su parte, comenta que los
druidas sacrificaban toros blancos tras el ritual de la recolección
del muérdago ( Las tres espirales. Meditación sobre la
espiritualidad céltica, Jean Markale, José J. de Olañeta, editor,
Palma de Mallorca, 1996, p. 21).
En lo que respecta a Ágreda, y para despejar las dudas que
hubiera, incorporamos en este artículo el escudo de Ágreda
tal y como viene publicado en Nobiliario de los reinos y señoríos de
España, de Francisco Piferr, publicado en 1860, y que ha
llegado a nuestras manos gracias a Jesús de Gregorio, que
también nos ha aportado algunas publicaciones turiasonenses.
Teógenes Ortego Frías, que no llegó a conocer este escudo, sí
dejó constancia de él y lo retrotrae a la época romana si son
ciertas algunas "remotas crónicas":
"Campeaba entonces en su escudo el toro ibérico -símbolo de
la energía creadora- en dos versiones: bien caminando hacia la
derecha, o parado con la cabeza vuelta de frente. En ambos casos,
entre las astas, figura una mitra o tiara, cuya forma triangular se
ha interpretado también como delta griega, lo cual implica un
significado mítico-religioso. En bordura lleva la inscripción
modernizada: tiberio cesar augusto hijo del divo augusto" (Ágreda.
Bastión de Castilla hacia Aragón, p.40). Tiberio, fallecido en el
año 37 de nuestra era, fue el consorte de Agripina, raíz legendaria
del topónimo Ágreda, como ya se ha señalado anteriormente.
Téogenes Ortego hace mención bibliográfica de la obra
Población General de España, publicada en 1675, y escrita por el
cronista de Felipe IV, Rodrigo Méndez Silva, donde
dice: "Hace por armas un toro, entre los cuernos una Mitra, en medio
cierta forma de Hostia...". Juan Antonio de Estrada también
repetiría esta misma descripción, en 1748 (p. 42). En 1789 el escudo
seguía siendo el del toro "sobre cuya cabeza había un delta con una
mitra antigua" (José Hernández, p. 2).
Argaiz, por su parte, ya había señalo hacia 1618 que las
armas primitivas de Tarazona fueron un toro, escudo
dado por Hércules al fundarla o reedificarla "en memoria de
su padre Osiris o Apis", explicación que da igualmente para los
blasones táuricos de Borja, Cascante y Ágreda (Historia de la
fidelísima y vencedora ciudad de Tarazona, J. Mª. Sanz Artibucilla,
p. 34). Los egipcios -cabe reseñar- tuvieron como símbolo religioso
estatal a la vaca, dedicada a la diosa Isis-Hathor, esposa de Osiris,
sobre cuya cornamenta había un disco solar, iconología lunar-solar
que se repite sobre la testa de muchos dioses egipcios (yo mismo
cuando vi el escudo táurico de Ágreda lo asimilé analógicamente con
Apis, es decir, con Osiris, conocido en Roma como Serapis (Mitología
egipcia, Max Müller, Edicomunicación, Barcelona, 1990, pp. 48-52,
117, 184-186). "Su imagen correspondía a la de un toro negro con
vientre y patas blancos. Llevaba un triángulo níveo en la frente y
otra mancha del mismo color, en forma de creciente, sobre el lateral
derecho" (El toro en el Mediterráneo, Cristina Delgado Linacero,
Simancas, Ediciones, Valladolid, 1996, p. 153). Aparte de su
carácter solar, Apis tuvo también un simbolismo y culto lunar
durante los plenilunios, de ahí que el disco cornudo lunar
reemplazara en algunas ocasiones al solar (Delgado, p. 309);
iconografía que vemos en el escudo antiguo de Ágreda igualmente,
simulando ser una mitra (objeto que otorga un poder religioso, no lo
olvidemos).
En los relieves platerescos del consistorio de Tarazona,
antigua Lonja de Contratación, aparecen, a mi juicio, tres
figuraciones de Hércules: con el león de Nemea,
portando la vaca robada a Gerión, y con su maza legendaria
que proviene de Melkart (Hércules fenicio). Popularmente se
tienen tales imágenes como las de Caco, Pierres y
Hércules. Antaño hubo una talla policromada de San Miguel
en uno de los cuatro óculos de la fachada.
El Moncayo, como montaña sagrada y tutelar, "ha generado a
su alrededor una copiosa literatura mítica y legendaria" y es de
suponer que "siga alimentando las ensoñaciones de generaciones de
hombres como lo ha venido haciendo hasta ahora, invitando al vuelo y
al ensueño" (El Moncayo en la literatura: un espacio para el
mito y el ensueño, Jesús Rubio Jiménez, Tvriaso X, Tomo II, p. 77)
"...Llamaban a este pico los romanos, Monte Cauno, aludiendo a
las nieves de que suele estar cubierto la mayor parte del año, y en
él comenzaba la región propiamente llamada Celtiberia. En su falda
está el pueblo pequeño de la Cueva, así llamado por una muy
profunda, sobre la cual está fundado. Es tradición que en esta cueva
habitaba el dios Caco, y cerca de ella tenía Hércules sus bueyes
pastando libremente por las verdes praderas. Robóle aquél a éste
algunos de sus bueyes y para no ser descubierto por las huellas,
pues el suelo está en los sitos altos de ordinario tapizado de
nieve, hízolos entrar hacia atrás en su vivienda. Los bueyes que
quedaron fuera echaron, sin embargo, de menos a sus compañeros y
comenzaron a dar bramidos digiriéndose a la cueva, con lo que el
hijo de Júpiter y Alcmena sorprendió al malhechor e indignado le
echó encima el monte Cauno sepultándolo debajo. Desde entonces el
monte cambió el nombre por el que hoy tiene de Moncayo, que quiere
decir tanto como monte de Caco. Esta invención tuvo origen, a no
dudar, en la Edad Media, época de las leyendas, aplicando a este
monte la fácula mitológica del monte Aventino, en Roma, por la
semejanza de los sitios" (Soria, España. Sus monumentos,
artes... Nicolás Rabal, Barcelona, 1889, p. 442).
Hércules mismo es conceptuado a veces como gigante, al
igual que Caco (éste es mitad humano, mitad sátiro, según
Virgilio). Y Pierres, también lo es. A propósito de Pierres: el
investigador soriano Manuel Peña García tiene escrito que Pierres
era un gigante que vivía en Ágreda y que se batió en duelo con Caco
("El Queiles, un río ejemplar", Por los ríos de Soria, Soria Edita,
1995, p. 208).
Una leyenda sería la que hace referencia al origen toponímico de
Ágreda, recogida por Pedro Gratia Dei en la Suma de la crónica y
blasón de armas basándose en unos manuscritos del marqués de
Velamazán, en 1460, y que fue publicada en Historia de Ágreda, por
el canónigo José Hernández, en la revista turiasonense Cultura
intelectual, en 1923:
"Derívase Ágreda de Agripina, dama gentil, hercúlea, a quien
Hërcules mucho amó, de cuyo amor recordándose en tal lugar fundó, y
dejó cercada esta villa, espeliendo, y lanzando de esta tierra aquel
gran ladrón Caco, robador de ganados (...) La antigüedad y memoria
de Ágreda es esta. Es villa cuyo fundamento y población puede ser de
3.000 años, según se prueba por el mismo Caco tener sus ganados en
las faldas de la sierra de Moncayo donde hoy está, hasta que
Hércules vino y le hecho de hay, y aun según otros escriben, sino en
su seguimiento, y subió a echarlo de lo alto del monte donde estaba,
y el Caco descendió a este lugar de Ágreda, haciendo sus llantos y
alaridos, y de aquí se fue camino para Italia, donde le siguieron
hasta que murió, por donde se prueba la antigüedad de esta villa"
(p. 15)
"Es indudable que el Heracles griego, llamado Hércules
por los latinos, era el mismo dios Melkart o Melkarte de los
fenicios y cartagineses, que en un principio fue no sólo el dios de
la fuerza, sino el de la industria, la astucia, el comercio, los
viajes, exploraciones y expediciones legendarias. Su nombre púnico
Melkart o Melkarte, tiene el mismo sentido que el término latino
Mercurius... Se discutía mucho su nacionalidad, pero en el templo
sus sacerdotes seguían el rito egipcio y decían que el dios había
venido de Egipto... Así, el padre de la Historia exclama: ¡declárese
la verdad y sea Hércules tenido por dios antiguísimo egipcio!" (
"Atlántida. Estudio arqueológico, histórico y geográfico", de Juan
Fernández Amador de los Ríos, p. 210-211)
Virgilio, en La Eneida (libro octavo, 38-52) es el primero en
referirse al robo de las vacas de Hércules por parte de Caco
(ganado que Hércules Egipcio, a su vez, había sustraído en
Tartessos a Gerión), a su escondite en una cueva del
monte Aventino, donde Rómulo fundara Roma, y al estrangulamiento de
Caco a manos de Hércules. Esta fábula sería también motivo
literario en Ovidio, Boecio, Bocaccio...
El relato que vamos a referir que data nada menos que del año 1243.
Quien lo narra es el arzobispo de Toledo, y efímero obispo de Osma,
el navarro Rodrigo Jiménez de Rada, en su Historia Ghótica (Historia
de los Hechos de España, Alianza Editorial, Madrid, 1989), quien
creía firmemente en la existencia de Hércules pues nos asegura que
nació durante el mandato de Gedeón, hacia el 1273 despues de la
Torre de Babel, y que murió trece años antes de la toma de Troya y
442 años después Rómulo fundó Roma.
Hércules, según el arzobispo, llevaba consigo como consejero al gran
astrólogo Atlante, bisnieto del gran Atlante, hermano de Prometeo.
Luchó en Hesperia con el príncipe Gerión, rico en rebaños de todo
tipo y dueño de Galicia, Lusitania y Bética, de ahí que se dijera
que tenía tres cabezas. Y lo mató, a la vez que le quitó su hacienda
y sus ganados. Venció a Caco en combate y le obligó a huir. Era éste
hijo de Vulcano y "era muy conocida su morada habitual en un
monte al que aún hoy se le conoce como el monte de Caco"
"Caco, sintiéndose de antemano perdedor del combate y siendo como
era proclive a la huida, se dirigió hacia Lavinia (en el Lacio), y
por el temor que Hércules le inspiraba se refugió en una grupa de
piedra, muy honda y oscura, situada en el monte que ahora se llama
Aventino, cuya entrada la disimulaba una pesada roca sujeta con
cadenas de hierro que él mismo había forjado con la técnica de su
padre. La leyenda cuenta que era medio hombre y medio animal, puesto
que tenía un tremendo aspecto y provocaba un enorme espanto, y
hostigaba con repentinas matanzas a los hombres de los alrededores y
causaba una incontable mortandad tanto de hombres como de animales,
cuyas cabezas clavaba con cruel arrogancia en sus repulsivas
puertas, y con los desgraciados cuerpos saciaba la maldita voracidad
de sus fauces. Más Hércules pobló una ciudad en las faldas del monte
de Caco con aquellos que había venido con él desde Tiro y Ausonia
(antiguo nombre de Italia)". Esta ciudad fue Tarazona (Tirisona, en
latín) dice D. Rodrigo. Luego fundaría Vigo y Barcelona, y tuvo
muchas aventuras en España (pp. 67-68)
Una leyenda de hace 3000 años