TARTESSOS

 
                                                     

TARTESSOS Y EUROPA

 

  Miguel Romero Esteo

 

 

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17. Donde el hilo de los tartesios nos lleva a una pálida Europa igual que si la diosa de las cuevas

Viene ahora lo de entrar en los hispanos tartesios ya considerados finalmente ciertos e históricos, y pues no ya una mera fantasía. O sea, los tartesios que, en los tiempos previos al nacimiento de Cristo, vienen desde aproximadamente el siglo XIII, y cronológicamente para abajo, hasta pues hacia el siglo VI, a finales, en torno al año 500 a. e. aproximadamente. Tiempos en los que nace en Roma y con fuerza la república romana, y en el Mediterráneo oriental los muy imperiales ejércitos persas inician las famosas guerras médicas contra los griegos, y que médicas de los medos o especie de persas en la zona oriental de la ahora Turquía asiática, y cuya terminal pues son los kurdos tan espesamente irredentos. También los tiempos en los que, en el mediterráneo ámbito norteafricano donde ahora Túnez, y con la gran isla de Sicilia allí por encima en el mapa y muy al arrimo, la portuaria y cananea gran ciudad de Cartago -fundada por cananeos libaneses, o eso se dice, hacia el año 809 antes de Cristo- llevaba ya ejerciendo de potencia imperial unos cincuenta años, desde el año 560 a.e. aproximadamente. Al tiempo que moría el gran estadista griego Solón, que fundó el gran esplendor de Atenas. Y que se trajo de egipcias tierras, y traducido a lengua griega, un manuscrito-copia de la historia -en el extremo oeste mediterráneo, en el lado oceánico del estrecho de Gibraltar- de los misteriosos atlantes y su no menos misteriosa y finalmente famosísima Atlántida.

 

En fin, que hacia el tal año 500 a.e. la portuaria y también algo imperial Tartessos oceánica de los hispanos tartesios o sucumbió ya a manos de una vanguardia cartaginesa -en plan de asegurarse así el estaño en cantidad para fabricar los guerreros bronces- o estará pues a punto de sucumbir. O al menos ésta es la hipótesis que más se baraja. Y escribo que algo imperial porque en alguna de las fuentes con respecto a las romano-cartaginesas guerras en tierras hispanas -no recuerdo si Polibio, o si Tito Livio, o si Apiano- se recoge que los tartesios eran una confederación de reinos y reyes que se reunían en asamblea en Hastapa, cada dos o tres años, para establecer leyes comunes a todos ellos. El asunto concretamente referido a los más bien turdetanos o tartesios terminales. Y probablemente no menos referido a la Hastapa, donde finalmente ya sólo el cortijo Mesas de Hasta, a mitad de camino entre Jerez y Sanlúcar. En las andaluzas tierras de Cádiz, y desembocadura del muy tartesio río Tertis, que luego río Betis, y que con la "invasión" islámico-arábiga a comienzos del siglo VIII pues que el río Guadalquivir. Le quedó en tiempos romanos el nombre de Hasta de los reyes -tartesios, me supongo- o Asta Regia. Que, y dicho sea de paso, y lo mismo que la famosísima y celtibérica Numancia en las ahora tierras de Soria, los habitantes de la tal tartesia y turdetana Astapa o Hastapa -con sufijo característicamente tartesio­ antes que rendirse al imperial ejército romano lo que prefirieron pues fue el suicidarse en masa. Pero el tan trágico final, y si en comparación con lo de Numancia, pues no ha resultado nunca publicitado, y sigue de incógnito.

 

Valga de paso el que ese Hastapa acaso remita a un previo y muy lógico Kastapa o kassapa y en relación con el nombre del estaño kashio o kassio con el que fabricar -con el cobre- el bronce. Y no menos en relación con el euro-occidental nombre de kassitero para el estaño. Y en plan de un kassi-tyrio y para significar el metal tyrio, y turio, y tursio, y tarsio.

 

Así lo de Hastapa pues remitiendo hacia significar ciudad-cabeza del estaño, o cosa similar. En plan de que portuaria ciudad de llegada para el oceánico estaño -galaico, britano- en sus estañeras naves, y de salida para sitios varios, también con naves hacia el Mediterráneo, e incluidas las río Tertis arriba, o sea, río Guadalquivir. Y con o sin el tyrios remitiendo a un astyres o astirios, y que finalmente astures y asturios.


Entre el tal borroso final de los históricos tartesios, hacia el año 500 a.e. y sus cronológicos alrededores, y su no menos borroso comienzo hacia el siglo XIII a. C. aproximadamente, hay dos puntos clave intermedios en el tal período de unos siete siglos de por medio. Y es el caso de los griegos fokaioi -los focenses en la latinización del tal nombre- que hacia el siglo VI a.e. aproximadamente, o no se sabe si hacia el VII a.e. más bien, llegan en una descarriada nave, y atravesando el estrecho de Gibraltar, a la portuaria capital Tartessos en la que reinaba el tartesio rey Argantonio, en el oceánico sur hispano. Y el otro intermedio y tartesio punto clave está en que -y según recogido en la Biblia, en sus muy garantizables libros de los reyes e Historia, escritos hacia el siglo IX antes de Cristo, los tiempos de la fundación de Cartago aproximadamente- en los tiempos judíos del famoso y hebreo rey Salomón, o ya más bien post-hebreo si bien mirado, enormes naves de cargamento llegaban con tarsias mercaderías de lujo a los cananeos puertos de Tyro y Sidón. y etcétera. Y ya entraremos más a fondo en el asunto. Eran las famosas naves de Tarsis que venían del extremo oeste mediterráneo, en el tal siglo X antes de Cristo. Y que los biblistas especializados en los tales asuntos han venido asumiendo como especie de oceánicos trasatlánticos de mucho volumen, pero no para viajeros sino que para cargamento de mercaderías. Lo de que trasatlánticos pues concuerda con lo de que a la misteriosa Tarsis -o más bien Tarshesh en lengua hebrea, y remitiendo fonéticamente a un Tarsheshi casi ya un Tartessos- se la ha venido identificando con la hispana Tartessos, en general. Por más que algo dubitativamente en casos extremos, y echándole mucha hipercrítica micro-minuciosa al tal asunto. Y que contrasta con las inmensas tragaderas que asumiendo viene acríticamente el gremio europeo de los protohistoriadores con respecto a lo de tyrios como cananeos libaneses, y etcétera.

 

Hay también otro tartesio y borroso punto-clave en el tal período de tiempo entre un comienzo en el tal siglo XIII y un malamente acabar en el tal siglo VI, a finales, o comienzos del siglo V, y tras lo del rey Argantonio. Me refiero a que en el previo siglo VIII -y seguimos en tiempos previos al naci­miento de Cristo- y de manos de ideológicos y orientalófilos historiadores, o no sé si protohistoriadores más bien, se ha venido situando una borrosísima llegada de unos borrosísimos cananeos-libaneses fenicios a las oceánicas y tartesias tierras hipanas. Y probablemente sobre la base de que, como hacia comienzos del siglo IX los cananeos-libaneses fundan lo de Cartago y sus cartagineses en la norteafricana orilla -Túnez- del Mediterráneo central, pues queda como que seguro que a mitad del siglo VIII -los tiempos hacia los que se remite el origen de los alfabetos griegos, al menos arqueológico, y quedando descolonizado el arcaico e hispano alfabeto griego arqueológicamente exhumado en las atartesiadas tierras de Murcia en las que la portuaria Mastia, luego la Cartago hispana, y finalmente Cartagena, fue la Mastia de los tartesios por no se sabe qué tiempos- pues que los cananeos­libaneses llegaron ya algo después a las tartesias y oceánicas costas en el suroeste de la ibérica península. Claro que los férvidos orientalófilos anticipan el asunto hacia el año 1000 a.C. con lo de que llegando los tyrios -según fuentes- y fundando en el más estricto territorio tartesio la portuaria ciudad de Gadir en una isleta. O sea, la ahora andaluza Cádiz. y en base a lo de las previamente bíblicas naves de Tarsis y que en este caso ya no tartesias sino que cananeo-libanesas. O sea, naves muy especiales para poder navegar hasta Tarschesch si transcribiendo más fonéticamente el nombre. Pero dejemos por ahora el tal asunto, y que ya lo retornaremos.

 

En fin, iniciaremos el hilo de estos más o menos históricos tartesios -y con algunos especialistas del tema- en el siglo XIII, o entrando ya el segundo milenio previo al nacimiento de Cristo, y de ahí luego y cronológicamente para abajo. Y me supongo que el tal siglo XIII ha sido elegido para un borroso comienzo de los más o menos históricos tartesios -y escribo que más o menos porque con el invento del alfabeto tartesio unos cinco siglos después, en el siglo VIII, según académicas y piadosas deducciones, en consecuencia y con la escritura hasta el tal siglo VIII termina la hispana Prehistoria, y comienza entonces la hispana y tartesia Historia, y en plan de muy tardo-protohistórica, si bien mirado- porque, asentados ya en las costas del Líbano, pues venir ya pueden los cananeos-libaneses a traernos cultura y civilización a los hispanos en general, y a los tartesios en particular. Pero en el tal siglo XIII, a finales, y con sus flotas de naves de guerra atiborradas de guerreros de uniforme -de faldellín, el kilt euro-atlántico que ha sobrevivido de varonil falda escocesa para hombres y mozos- asoman navieramente y naval mente los teresh confederados con los mediterráneo-occidentales sárdanos -de la gran isla de Cerdeña, ahora italiana- y para sistemáticamente asaltar a las prósperas ciudades egipcias en el famoso y mediterráneo delta del gran río Nilo. Lo de los teresh en los documentos egipcios, relativos a los tales y asaltantes pueblos del mar famosos, se lo remite en directo a los tartesios hispanos, en el rincón final del bastante sárdano Mediterráneo occidental. Entran también en el confederado asunto los lukka -que muy bien pudiera ser abreviatura de un malakka o malukka o cosa parecida- y los síkulos de la gran isla de Sicilia. En la que, y de etimológicamente hermanos, los hispano-iberos sikanos trasmigrados de las proto­valencianas tierras. Y los ekwesh pues entrando en la confederación, y que acaso los proto-griegos aqueos de la famosísima guerra de Troya y el gran Homero al respecto -se la sitúa de borroso hecho histórico en el tal siglo XIII- o que acaso pues no. También entran los mesheshs o massienos remitibles en directo a los mastienos hispanos y su muy portuaria ciudad de Mastia -lo dicho, la Mastia de los tartesios como es lógico- y que finalmente la española ciudad de Cartagena. O sea, los chechenos en su fase pre-caucásica, o cosa similar.

 

Pero si rectificando un poco, no asoman los hispanos tartesios en la Historia, o más bien Protohistoria, en el tal siglo XIII sino que un par de siglos antes. Me refiero a las breves inscripciones de alfabeto tartesio que se han venido encontrando grabadas en larga serie de rocas y peñascos a la orilla de los más anchos ríos norteamericanos. Y que al descubrirse primero sólo unas cuantas, pues rápidamente se las calificó de fraude. Pero al ser ya luego pues demasiadas, pues que de fraude nada. A veces asoman asociadas a inscripciones en el muy arcaico alfabeto norteafricano -de rectilíneos signos muy geométricos- denominado escritura libia para significar que norteafricana. Y que llamada libia porque de mano de los antiguos griegos el más antiguo nombre para el África, en general, era Libia. Y también para la mediterránea y larguísima costa norteafricana, en particular. Pero lo cierto es que también en el ámbito hispano-tartesio del estrecho de Gibraltar se han exhumado arqueológicamente inscripciones de la tal libia escritura. Y no menos en monedas-óbolos celtíberas, o que pues ibero-escotas más bien. Y con razón, que en el massaliota periplo -fundamental fuente con respecto a la pre-romana y pre-cartaginesa Hispania- los libios-phoenikes habitan la costa malagueña en arcaicos tiempos, y no se sabe desde cuándo. Y en otra fuente asoma -o no recuerdo si en la misma- que desde la orilla hispana del estrecho de Gibraltar se extendieron casi hasta Cádiz en alguna borrosa época. Y ­con el uralo-atlántico y livio topónimo Malazsaca en letonas tierras sonando a Malaca, los tales proto-malagueños más parecen ir de livio-phoenikes y no ya de libio-phonikes precisamente. Y a lo que voy. En concreto, y con el método del radiocarbono aplicado a residuos orgánicos, algunas de las tales inscripciones tartesias fluvialmente norteamericanas pues remiten hacia el año 1500 antes de Cristo. O tiempos en los que, al nordeste de la tan centralmente mediterráneo-oriental gran isla de Creta, revienta en la isla de Tera -hoy Santorín­y con una inmensa explosión un doble volcán. Y resulta catastrófico de terremotos, y con un inmenso gran nublado para todo el Mediterráneo. Y de lo tal, pues diluvios. Y con lo que pues punto final en la isla de Creta a la muy refinada y culturalmente proto-europa civilización minoica tan legendariamente fundada por la diosa-princesa Europa, y por vía de su hijo primogénito, el muy navegante y famoso gran rey Minas. Que si eliminada la desinencia griega del -os pues se nos queda en meramente un Min y que pues el nombre egipcio para el famoso y erótico dios Pan. Y así el egipcio dios Min pues especie de niño con su infantil falo muy tieso. O sea, lo dicho.

 

Al respecto, lo que el gran Plinio recoge del muy erudito Varrón, que a mitad del siglo 1 a.e. residió durante algún tiempo en ibero-peninsulares tierras hispanas. Y es que del sobrenombre de Lysas para el dios-caudillo Dionisos de los vinos y las uvas, y que el gran Líber padre, resultó el nombre de Lusitania para las tierras de los atartesiados -túrdulos- lusitanos. Con lo del Lysas como que remitiendo al nombre del famosísimo Ulises. Con lo de la tartesio-lusitana Olissipo, incluida su variante Ulissipo, finalmente Lisboa, pues entrando en el tal líbero asunto. Con o sin lo de que tenía también el sobrenombre de Líbera la diosa Persépone, la diosa de los infiernos en el extremo oeste mediterráneo, en su lado ya oceánico-hispano y euro-atlántico. Y siguiendo del muy erudito Varrón, y en legendarias historias, del nombre del dios Pan -el fálico y niño dios Min en la egipcia versión del asunto, y que hijo del dios-caudillo Dionisos- venía lo de Hispania para la ibérica península. O pues no queda claro si para el amplio suroeste ibero-peninsular, e inicialmente. Lo cual concuerda con lo que recoge Estrabón con respecto a que el nombre de Hispania se originó para el oceánico y muy amplio suroeste ibero-peninsular, y de ahí pasó luego a nombrar a toda la Península Ibérica. Al respecto de la líbera diosa de los proto-hispanos infiernos, o no sé si meramente pre­tartesios o proto-tartesios, y al respecto del liber Lysas o Dionisos de los vinos y las uvas, pues que un Elibyrge remitiendo a un más fonético Elibérike o Ilibérike, o cosa similar, es el más antiguo nombre recogido para una ciudad tartesia y no ya meramente hispana. Puede remitir al dios-sol Eli o más bien el ili ibero para precisamente significar ciudad. Lo de las muy arcaicas inscripciones tartesias fluvialmente norteamericanas lo recoge en su libro Los orígenes de América el etno­historiador Alcina Franch. Lo de Elibyrge, en el geógrafo griego Hekateo, siglo V antes del nacimiento de Cristo. Y probablemente en relación con informaciones que llegaban de los griegos ya establecidos en la ex-ibera Massalia, finalmente Marsella. O cosa parecida. O en suma, que del Lysas con el -etanu ibero-georgiano pues resulta lo del lusitanos y bien va. Y aquí paz, y después gloria. O en otras palabras, que el gran Minos pues o hijo o sucesor con respecto a un previo y dionisio Ulises. Y que no menos ulísea y dionisia la diosa Europa de las escrituras, que acuáticas las plantas de los papiros. Y cuyo fecundante Zeus enmascarado de toro pues que más bien fue un toro-dios Dionisos y no precisamente el gran Zeus de los griegos. Lo cual pues que tampoco está nada mal, que en la itálica tradición etrusca el dios Dionisos era también el dios de las escrituras. O los racimos y las letras.

 

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