TARTESSOS Y LA ARQUEOLOGÍA PSÍQUICA

 

                                                     

ARQUEOLOGÍA PROHIBIDA

Evidencia de la Extrema Antigüedad del Ser Humano - Parte II

 

   

 

 

 

 

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Original: Michael A. Cremo 
Extraído de "Ancient Skies" (Volumen 22, número 4, sept-oct. 1995) 
Publicación oficial del "Ancient Astronaut Society". 
1921 St. Johns Ave., Highland Park, Illinois 60035-3105 USA - Fax: (708)295-0868 
 



En los años setenta, Virginia Steen-McIntyre era una joven geóloga que trabajaba para el United States Geological Survey. Ella tomó parte en la datación de un sitio arqueológico en México, en un lugar llamado Hueyatlaco cerca de la ciudad de Puebla. La antropóloga Cynthia Irwin-Williams recuperó herramientas de piedra avanzadas de este sitio. Herramientas de este nivel de sofisticación son normalmente atribuidas a humanos anatómicamente modernos, y no a hombres-primates como el Homo erectus. Usando cuatro diferentes métodos (series de uranio, estatigrafía y otros), Virginia y sus colegas obtuvieron fechas de 250,000 años para el sitio Hueyatlaco.

 Esto fue inesperado por dos razones. De acuerdo a las opiniones estándar, los seres humanos no llegaron a América del Norte hasta hace 25,000 años atrás, cuando mucho, con científicos conservadores favoreciendo una fecha de llegada de 12,000 años. Además, los seres humanos capaces de elaborar dichas herramientas no llegaron a la existencia hasta hace 100,000 años atrás. El antropólogo principal del sitio estaba algo descontento con las fechas obtenidas por Virginia Steen-McIntyre y sus colegas. ¡Ella buscaba una fecha de 25,000 años o menos, no 250,000 años! Virginia, sin embargo, se mantuvo firme en su convicción de que la edad de 250,000 años era correcta. Pero ella pagó un precio considerable por su convicción. Encontró difícil publicar su reporte, fue etiquetada como una buscadora de publicidad dentro de su profesión, perdió una posición docente en una universidad americana, y encontró que su carrera como geóloga estaba bloqueada.

 Describiendo su experiencia con el proceso de filtración de conocimiento, Virginia escribió en una carta (Marzo 30, 1981) a Estella Leopold, editora asociada del Quaternary Research, lo siguiente: "El problema como yo lo veo es más grande que Hueyatlaco. Concierne a la manipulación del conocimiento científico mediante la supresión de "datos enigmáticos", datos que retan el modo de pensar predominante. Hueyatlaco con seguridad lo hizo. No siendo antropóloga, no puedo realizar el significado total de nuestras fechas obtenidas en 1973, ni como afectan a las actuales teorías de la evolución humana. Nuestro trabajo en Hueyatlaco ha sido rechazado por la mayoría de los arqueólogos porque contradicen tales teorías, punto". 

 El caso de Virginia Steen-McIntyre muestra la supresión de evidencia por medios muy directos. En otros casos, el proceso de filtración de conocimiento es más sutil. Puede tomar la forma de inhabilidad para evaluar evidencia propiamente debido a preconcepciones teóricas fuertemente mantenidas. Por ejemplo, investigadores en Tanzania encontraron en 1979 huellas de pisadas en depósitos de cenizas volcánicas con 3.6 millones de años de antigüedad. De acuerdo a Mary Leakey y otros científicos, estas pisadas eran indistinguibles de las modernas pisadas humanas. La explicación usual consiste en que las pisadas fueron hechas por el Australopithecus, el hombre-primate de ese período. Pero un estudio cuidadoso muestra que ninguno de los huesos de pie fósiles de Australopithecus encaja con las huellas de Laetoli. Entre otras cosas, el Australopithecus tiene dedos mucho más largos que los seres humanos. Otros han sugerido que las pisadas fueron hechas por antropoides desconocidos con pies parecidos a los de los seres humanos. Esto es posible, pero las únicas criaturas conocidas por la ciencia, que pueden producir ese tipo de huellas son los seres humanos como nosotros mismos. Pero la mayoría de los científicos, incluyendo a aquellos envueltos en los descubrimientos de Laetoli, no considerarían ni en sueños esta posibilidad. Ellos están absolutamente convencidos de que los seres humanos anatómicamente modernos evolucionaron hace 100,000 años atrás y no es posible que pudiesen estar presentes hace 3.6 millones de años atrás en África.

 Uno podría preguntar si existen esqueletos humanos remanentes de esta era, y la respuesta es afirmativa. Por ejemplo, estos fósiles se han encontrado en Castenedolo, al Norte de Italia, cerca de Brescia. Ahí el geólogo italiano Giuseppe Ragazzoni recolectó huesos de cuatro individuos de una formación de lodo azul del Plioceno Medio, aproximadamente con 3 ó 4 millones de años de antigüedad. Los esqueletos mostraban que los individuos eran anatómicamente modernos. Algunos han sugerido que los esqueletos llegaron a sus posiciones por entierros en tiempos relativamente recientes, pero como geólogo profesional Ragazzoni estaba bien informado de esta posibilidad. Cuidadosamente inspeccionó las diversas capas de sedimento y las encontró intactas. Un esqueleto de época similiar fue encontrado por otros investigadores en Savona, Italia, y detalles de sus descubrimientos fueron reportados al mundo científico por Arthur Issel.

 Pero muchos científicos influyentes estaban encomendados a la aparición del tipo humano moderno por evolución desde criaturas parecidas a primates, por lo que se opusieron a dichos descubrimientos basados en fundamentos teóricos. Algunos científicos pensaron que esto era injusto. Hablando de los descubrimientos del Plioceno en Castenedolo, Savona y en todas partes, el anatomista italiano Giuseppe Sergi protestó: "Por medio de un despótico prejuicio científico, llámelo como usted quiera, cada descubrimiento de restos humanos del Plioceno ha sido desacreditado". 

 El arqueólogo R.A.S. Macalister provee un buen ejemplo de tal prejuicio científico. En 1921 él escribió acerca de los descubrimientos de Castenedolo: "Debe haber algo equivocado en alguna parte". ¿Pero por qué? ¿No fueron los huesos descubiertos por un geólogo profesional en una capa intacta de lodo del Plioceno?. Eso no fue suficientemente bueno para Macalister, quien expresó acerca de los huesos de Castenedolo lo siguiente: "Si ellos realmente pertenecen al estrato en el cual fueron encontrados, esto implicaría una extraordinariamente larga pausa para la evolución. Es mucho más probable que exista algo equivocado con las observaciones". Así de simple, Macalister se inclinó a rechazar los fósiles de Castenedolo porque violaban sus preconcepciones evolucionistas. Posteriormente agregó: "La aceptación del Plioceno como fecha para los esqueletos de Castenedolo crearían muchos problemas insolubles por lo que difícilmente dudaríamos en escoger entre las alternativas de adoptar o rechazar su autenticidad". Macalister, por supuesto, rechazó su autenticidad, y dada su prominente posición, este rechazo conllevaba mucha autoridad. Aquí vemos el proceso de filtración de conocimiento operando. Buena evidencia es apartada, simplemente porque viola el concepto de un reciente origen evolucionista del moderno tipo humano.

 Mantenga en mente que los fósiles de Castenedolo muestran que habían seres anatómicamente humanos presentes en la tierra al mismo tiempo que las huellas de pisadas de Laetoli hechas en el Este de África hace 4 millones de años atrás. Existe también evidencia de algunos fragmentos fósiles en África misma. En 1965, los antropólogos Bryan Patterson y William W. Howells encontraron en Kanapoi, Kenya, un fragmento de húmero (hueso superior del brazo). Al examinarlo, lo encontraron casi exactamente parecido a un moderno húmero humano.

 Otros investigadores lo encontraron diferente de aquellos pertenecientes al australopithecines. El húmero de Kanapoi es de 4 ó 5 millones de años de antigüedad. Considerado por separado, es meramente sugestivo de la presencia humana, pero cuando es tomado en el contexto de las huellas de pisadas de Laetoli y de los esqueletos de Castenedolo, que son de la misma edad, el caso para la presencia humana 4 millones de años atrás viene a ser fuerte.

 Y podemos ir mucho más atrás en el tiempo. El antropólogo francés Gabriel de Mortillet, en su libro Le Préhistorique, relata sobre un completo esqueleto humano anatómicamente moderno encontrado en una formación del Mioceno en Midi, Francia (por lo menos 5 millones de años de antigüedad y probablemente hasta 25 millones de años), y otro de dichos esqueletos encontrados en una formación del Eoceno en Delémont, Suiza (con por lo menos 38 millones de años de antigüedad). Existen artefactos humanos de similar antigüedad, entre ellos las herramientas de piedra encontradas en formaciones del Mioceno, cerca de Lisboa, por Carlo Ribeiro, encargado de la investigación geológica en Portugal; herramientas de piedra encontradas por Louis Bourgeois en otra formación del Mioceno, en Thenay, Francia; y herramientas de piedra encontradas por Fritz Noetling, del departamento de investigación geológica de la India, en una formación del Mioceno en Burma. Estos descubrimientos, hechos a finales del siglo XIX, fueron publicados en revistas científicas y discutidos en conferencias científicas. La única razón para su ausencia de los libros de texto oficiales es que contradicen la idea de un "reciente" origen humano.

 De los Estados Unidos de América proviene un esqueleto encontrado a 90 pies de profundidad en carbón, en el condado Macoupin de Illinois. Inmediatamente sobre el esqueleto había 2 pies de roca intacta. El carbón en el cual el esqueleto fue encontrado era del período Carbonífero, indicando una edad de 300 millones de años para el fósil. El reporte de este descubrimiento fue impreso en la edición de 1862 de una revista científica llamada "The Geologist"

Aquí nuevamente hay artefactos humanos de antigüedad similar. La edición de Junio de 1891 del periódico Morrisonville Times, de Morrisonville Illinois presentaba un reporte referente a una cadena de oro descubierta dentro de una pieza sólida de carbón. La cadena fue descubierta por la señora S.W. Culp, esposa del editor del periódico, cuando ella estaba rompiendo un bulto de carbón. De acuerdo al Departamento de Investigación Geológica de Illinois, el carbón que contenía la cadena era del período Carbonífero, con 300 millones de años de antigüedad. En 1897, un minero de carbón trabajando en una mina cerca de Webster, Iowa, encontró una extraña inscripción en una pieza de piedra. El Daily News de Omaha, Nebraska (2 de Abril de 1897) publicó: "La piedra es de un color gris oscuro, con dos pies de longitud, un pie de ancho y cuatro de espesor. Sobre la superficie de la piedra, la cual es muy dura, fueron dibujadas líneas con ángulos formando diamantes perfectos. El centro de cada diamante es apreciablemente el rostro de un hombre anciano...".  

También es de interés una tasa de hierro encontrada en un bloque de carbón en el año de 1912 por Frank J. Kenwood. El descubrimiento ocurrió en la Planta Eléctrica Municipal en Thomas, Oklahoma, donde el carbón era quemado para producir energía eléctrica. Kenwood escribió en una declaración notariada lo siguiente: "Fui sobre un trozo grande de carbón sólido el cual era difícil de utilizar. Lo rompí con un mazo. Esa tasa de hierro cayó del centro, dejando la impresión de molde en la pieza de carbón". El carbón fue rastreado por Kenwood hasta la mina de Wilburton. De acuerdo al Departamento de Geología de Oklahoma, el carbón en dicha mina contaba con 312 millones de años de antigüedad.

 En este documento he mencionado solo algunos casos de los cientos de casos bien documentados que muestran la extrema antigüedad de la raza humana en este planeta. Indudablemente existe una dimensión extraterrestre en el origen de las especies humanas. Pero los contactos e intervenciones extraterrestres deben ser consideradas dentro del marco de una presencia humana terrestre extendiéndose atrás cientos de millones de años, en el curso de un flujo de tiempo que puede manifestar patrones repetitivos.
 

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