TARTESSOS

 
                                                     

ATLÁNTICA = IBÉRICA = TENEBROSA

 

 

 


La Humanidad lleva unos cuantos milenios tratando de localizar el emplazamiento de la Atlántida. O, lo que es lo mismo, de la región en la que tuvo su cuna la Humanidad racional y la cibilización (de Cibeles...). El filósofo griego Platón no ha sido sino uno más de cuantos han escrito sobre aquel privilegiado país del último confín del mundo conocido, matriz de la primera cultura de la Humanidad. Desbarran, pues, quienes suponen que la Atlántida fue un invento de Platón o que es éste el único autor que ha dado fe de su existencia. Porque, para empezar, Atlántida no fue, jamás, el más importante de los nombres con los que fuera conocido aquel territorio. El primer punto, pues, de esta apretada guía que he querido publicar al hilo de algo a lo que me referiré el próximo domingo, se refiere precisamente al nombre por antonomasia de la cuna de la Humanidad: Bespérida o Hesperia. Nombre que, al igual que Océano o Atlantis, alude inequívocamente a la situación de ese país en el extremo occidental del mundo antiguo, a orillas por ende de la antigua Mar Océana = Atlántica = Hibérica = Tenebrosa o... Kántabra. Que con todos esos nombres, y algunos más, se la ha conocido. De donde se deduce que quien busque La Atlántida y no se preocupe de documentar el nombre de Hesperia en los hipotéticos emplazamientos de ese país, estará perdiendo lastimosamente el tiempo. Porque, para decirlo en dos palabras, Bespérida > Hesperia es la llave que inexorablemente conduce al descubrimiento de la Atlántida. Algo que facilita muchísimo las cosas, toda vez que es Kantabria la única región del planeta en cuya toponimia pervive completa la evolución morfológica conocida por este crucial nombre geográfico. Y añado algo más: el verdadero nombre hebreo de España no fue Sepharad... sino Bispharad. Léase Bespérida. Nombre que distinguía a un punto concretísimo del litoral de la antigua Kantabria.

¿Cómo no iba a estar Besperia en Kantabria cuando Silio Itálico nos ha dejado escrito lo que sigue?: Todo el Véspero se concentraba allí, reuniendo a los pueblos del Occidente extremo: El primero, el Cántabro, invencible al frío, al calor y al hambre y que se lleva la palma de cualquier empresa...

Situada como estaba en el final de la Tierra, La Atlántida tenía que estar ubicada, por fuerza, a la vera misma de las Columnas de Hérkules. Porque lo que éstas señalaban era, justamente, el límite o frontera del mundo conocido. Y de ahí la célebre leyenda que acompañaba a las Columnas: Nada más allá o Non plus ultra en su versión latina. ¿En qué cabeza humana cabe que las auténticas Columnas de Hérkules podían hallarse en Gibraltar cuando este estrecho tiene de final de la Tierra lo que yo de seminarista? Cientos de Kilómetros de tierra se extienden más allá de él, tanto en la costa africana como en la del Sur de España.

Cuarto punto fundamental: las Columnas de Hérkules no fueron tales columnas sino Colinas. Término, este, del que se ha derivado columna. La versión columnaria vino mucho más tarde y, quinto punto clave, se extendió como un reguero de pólvora por toda la geografía del mundo antiguo. Sería así como nacerían versiones de las genuinas Columnas desde el Mediterráneo oriental hasta las mismísimas Islas Británicas. Pasando, por supuesto, por Gibraltar, que contó con sus correspondientes e inevitables Columnas, erigidas por la cultura Turdetana (que no Tartésica) y confundidas con las originales por la descomunal ignorancia que los historiadores griegos padecieron en relación con la ubicación del mundo primigenio. Mundo respecto al que heredaron multitud de noticias que se empecinaron en cohonestar con el minúsculo mundo mediterráneo que a ellos les era familiar y relativamente conocido. Los Griegos sabían tanto del mundo atlántico como yo de fútbol o ufología. Y de ahí el craso error que supone tomarles como oráculos en cuanto se relaciona con la búsqueda de La Atlántida. Porque muchos de los datos que aportan (y que ellos se limitaron a copiar) son ciertos. Pero están extrapolados. Lo mismo que ha sucedido con el primer Egipto... Con la primera Yerusalem... Con la primera Athenas... Con la primera Roma... Con la primera Ethiopía... Con la primera Eskitia... Etc. etc. etc.

La existencia de Bespérida = Atlántida es un hecho incontrovertible. Y que este país fue la cuna de todas las culturas de la Antigüedad, exactamente lo mismo. Como no menos demostrado se encuentra que el fin de aquella civilización se produjo en el desenlace del último período glacial, hace entre 9 y 11.000 años. Luego -sexta conclusión primordial- La Atlántida no se hundió en medio del Océano como siempre se ha pensado, sino que fue anegada por el mar como consecuencia del deshielo que elevó en un centenar de metros el nivel de las aguas. Por lo tanto, el país de los Bespéridos o Atlantes estaba situado a orillas del mar, en una región litoral del antiguo extremo de la Tierra. Región que sólo puede haber estado en el Norte de España cuando, desde que el mundo es mundo y hasta 1492, ha sido éste el único enclave del planeta identificado con el final del mundo conocido.

Séptimo punto: si partimos de la base de que la cibilización atlante fue la matriz de cuantas le han seguido y de que, como casi todos estamos de acuerdo, fue la primera de todas las cibilizaciones de la Tierra, entonces hemos de deducir que hubo de tener una extraordinaria antigüedad. Porque sólo a lo largo de centenares de miles de años puede fraguarse una cultura capaz de construir la ciblización y de alumbrar hijas tan evolucionadas como la tartésica, egipcia, griega, assirio-babilónica, persa... Asentada esta premisa, cualquiera que se proponga descubrir la Atlántida tendrá que empezar por fijar su atención en aquella región del planeta en la que pervivan los más antiguos y numerosos vestigios culturales de la historia de la Humanidad. Porque cae por su propio peso que si La Atlántida tiene más de diez mil años, entonces está fuera de toda duda que fue una cibilización paleolítica cuya consunción vino a coincidir con el propio desenlace del Paleolítico Superior. ¿Y cuál es la región del planeta en la que se desarrolla este período capital de la Historia?: el Norte de España y el Sur de Francia. O, lo que es lo mismo, la antigua Hiberia que se entendía desde el Valle del Hebro hasta la Dordoña francesa. Luego La Atlántida hubo de estar situada, por narices, en algún punto del litoral de ese nada extenso país. Y ahora se comprenderá mejor con qué enorme fundamento vengo defendiendo que las pinturas rupestres paleolíticas del Norte de España y del Sur de Francia pertenecen a la ciblización atlante. Lo que entronca con el octavo y último punto de esta enjundiosa guía: significativamente y demostrando cuál fue el corazón de La Atlántida, la mayor concentración de arte paleolítico de todo el planeta se encuentra justamente en Kantabria. Así como el más alto exponente artístico de ese extensísimo período: las Cuevas de Altamira. ¿Dónde estuvo, pues, la metrópoli de Bespérida = Atlántida?

Dedico esta página a la periodista Luisa Alba, en reconocimiento a su labor de divulgación de mis tesis históricas. Y también al brillante investigador Jorge Díaz que, formado a mi lado en los albores de sus investigaciones sobre Hiberia, desarrolla ahora su trabajo con total independencia, probada lealtad hacia mí y fecundísimos resultados.