TARTESSOS

 
                                                     

PEDRO MEDINA LOCALIZA TARTESSOS EN TARIFA

 

Enrique Gozalbes Cravioto

 

 

      

ALJARANDA, Revista de Estudios Tarifeños
Año V. Núm 17. Segundo Trimestre. Junio 1995
Servicio de Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Tarifa

   

En el presente siglo se ha disparado el interés de los curiosos por la localización exacta de la ciudad considerada como capital de la mítica Tartessos. En concreto este interés vino auspiciado por Adolph Schulten, en la primera mitad del siglo. Este investigador alemán quiso encontrar los restos de la antigua ciudad de Tartessos, tratando de rememorar en Andalucía los fascinantes descubrimientos arqueológicos de Heinrich Schliemann en Troya.

    En España fue en el Renacimiento cuando el concepto de Tartessos tuvo su inicio. Un curioso precedente de este interés por la localización de Tartessos lo tenemos a mediados del siglo XVI en el escritor Pedro de Medina. Del mismo es conocida la utilización del texto de Barrantes Maldonado acerca de la hazaña de Guzmán el Bueno, y la reproducción de los diálogos por éste inventados. Todo ello lo escribió en su Crónica de los Duques de Medina Sidonia. Lo que sin duda es bastante menos conocido es que Pedro de Medina en otra de sus obras, escrita unos años después de la anterior, mostraba otro de los múltiples embrujos que la ciudad le ocasionó: la localización aquí, ni más ni menos, de la ciudad de Tartessos, y la sede del fabuloso rey Argantonio. Y así nos lo refleja en otra de sus obras, el Libro de las grandezas y cosas memorables de España, dedicado al príncipe Felipe y publicado en Sevilla en 1548.

    En esta obra, que divide en capítulos dedicados a urbes de los distintos reinos peninsulares, trata de nuestra ciudad en su capítulo XXXII: De la villa de Tarifa, de su nombre y cosas notables que en ella ha habido. Por supuesto que Medina no puede menos que dedicar una buena parte del capítulo a narrar la gesta y el sacrificio heroico de Guzmán el Bueno. Lo más curioso es que otra buena parte la dedicara a tratar acerca de las supuestas antigüedades de la villa, aunque ninguna de ellas reales sino meramente literarias.

Portada del libro de Pedro de Medina.

    Arranca Pedro de Medina indicando que la ciudad de Tarifa se llamó Tarteya, después Tarteso, después corrompido el vocablo se llamó Tartesio. Se trata de un estudio etimológico muy propio de la época. Pese a todo nos encontramos con una evidente sorpresa en la noticia, que más adelante desarrollará, de la ubicación de Tartessos en el enclave de Tarifa. No podemos olvidarnos que Medina es un autor típicamente renacentista y lo que está intentando, de una o de otra forma, es la recreación de la antigüedad clásica.

    Pero lo que más nos interesa conocer son las fuentes exactas utilizadas por el autor para esta localización. Un autor que, por otra parte, tenía un conocimiento bastante extenso acerca de los textos de la antigüedad clásica. Pero con cierta facilidad deducimos esa fuente que no es otra que la descripción geográfica de Pomponio Mela, escritor de la primera mitad del siglo I que precisamente, como él mismo declara, era natural de la bahía de Algeciras. El texto concreto de Pomponio Mela que se utiliza es el de la descripción de estas costas donde señalaba: "más adelante se abre un golfo en el cual está Carteia, que algunos creen es la antigua Tartessos" (II, 96).

    Encontramos, por tanto, un error de identificación con la antigua Carteia, hoy bien conocida por las excavaciones arqueológicas y situada en la bahía de Algeciras. El conocimiento de la obra de Pomponio Mela no es en absoluto extraño en Pedro de Medina. Su obra había sido impresa en Roma en 1493, e incluso es utilizada ampliamente pocos años atrás por Martín Fernández de Enciso, en su Suma de geographía que trata de todas las partidas et provincias del mundo (1519). El De Situ orbis de Pomponio Mela es una de las obras geográficas clásicas más utilizadas en la España del Renacimiento. Así pues, la localización de Tartessos en Tarifa se basaba en la errónea interpretación de una lectura acerca de la descripción de estas costas por Pomponio Mela, Y nos lo confirma a continuación cuando lo cita expresamente: "lamóse también, según Pomponio, Templo de Juno, y después se llamó Tarifa, por el capitán de los árabes, llamado Tarif, cuando entraron en España. Mela citaba el Iunonis Promunturium en el Estrecho (II, 96), pero es en otro lugar (III, 4) donde mencionaba el templo y altar consagrado a Juno.

    En realidad la identificación del Promonturium Iunonis de Mela con Tarifa es muy problemática. Todos los intérpretes contemporáneos consideran que este topónimo correspondía con el cabo de Trafalgar, tal y como se deduce con claridad de otras fuentes clásicas tales como Plinio (III, 7) y Claudio Ptolomeo (II, 4, 5). Sin embargo es muy probable que Medina oyera ciertas campanas en su error por la utilización sin duda de un autor renacentista anterior.

    Lo podemos deducir por esta identificación de Tarifa con el Templo de Venus que, si con la cita de Mela es poco defendible, sin embargo tenía algo de verdad: la isla de Tarifa era conocida como Isla de Iuno, la Hera griega, o la Tanit de los púnicos. Lo sabemos por el geógrafo Strabon cuando indicaba que para algunos esta isla era una de las Columnas de Hércules: creen que son las dos islitas próximas a una de las cuales llaman isla de Hera. Artemídoro menciona también esta isla de Hera, así como su santuario (Strabon III, 5, 5).

    Por tanto, es muy probable que la isla tarifeña de las Palomas tuviera también su culto y altar dedicado a Iuno, la Tanit púnica es sus inicios como se desprende de Strabon, pero la cita del Promunturium de Iuno en Mela corresponde indudablemente al cabo Trafalgar.

    Proseguía Pedro de Medina afirmando que en el año 547 a. de C. los penteconteros de los fenicios llegaron hasta la costa de Tarifa: cuyas riberas y provincia gobernaba Argantonio, de quien de suso se hecho mención, que era capitán y señor desta provincia, muy cargado de días y prudencia ... El cual después de haber entendido la causa de su venida ser por razón de cierta guerra que esperaban en Fenicia adonde eran naturales, del rey Ciro y de su capitán llamado Hapalo, holgó mucho Argantonio y los andaluces de su venida, y se aficionaron a la manera de sus personas y trages y armas, y les ofreció que poblasen en cualquier parte que les agradase. Estos poblaron en Tarifa.

    La confusión de Tartessos con Carteia, y de Carteia con Tarifa, condujo a Pedro de Medina a situar aquí la Corte del rey Argantonio y el establecimiento de una colonia fenicia. No es nada difícil vislumbrar cual es exactamente la fuente clásica que sirve de documentación. Se trata del relato de Herodoto, el padre de la historia. Señalaba Herodoto (I, 163) que los marineros griegos de Focea llegaron en sus penteconteros a la ciudad de Tartessos, hasta el punto de que les invitó a establecerse en la zona.

    Finalmente, en el capítulo XXXIII Pedro de Medina realiza otra fantasiosa interpretación: los fenices que poblaron a Tarifa, de quien arriba se ha hecho mención, algunos delIos entraron en unas islas que solían estar en aquellos tiempos por los confines del estrecho solitarias y desiertas, según dicen las crónicas. Donde, después de haber considerado la buena disposición que parecían tener, comenzaron a labrar casas de placer, y pusieron gran diversidad de frutales y arboledas nuevas sobre las que ellas tenían de su natura.

Castillo fantástico que Pedro de Medina reproduce varias veces.

    Nuevamente el relato descansa en una fuente clásica, aunque también utilizada de forma indirecta, mediante otro escritor renacentista. La fuente clásica en concreto es la mención de Diodoro de Sicilia (V, 20) acerca de que los fenicios establecidos en Gades habían navegado por el Atlántico. En el curso de estos viajes habían tomado conocimiento, de unas islas situadas en el Océano Atlántico.

    Por el relato de Diodoro, completado con otro paralelo de un libro griego de prodigios, parece deducirse que este conjunto de islas podía ser el de Madeira, o en todo caso las Azores o las Canarias. Sin embargo, en Pedro de Medina este conjunto de islas no sería otra que una gran cantidad de islas (como la antigua de Cádiz) existentes en el estrecho de Gibraltar. En todas ellas los andaluces habrían situado sus cultivos y sus lujosas villas, para la cual obra tomaron oficiales focenses que se las obraron maravillosamente, según la mera de los edificios de su tierra.

    Para Pedro de Medina estas maravillosas construcciones de estilo griego, propiedad de los tartesios de Tarifa, establecidas en las islas del estrecho, no se habían conservado porque la mar muchos años antes de agora lo tiene gastado y sumido, sin quedar isla de estas Afrodisias y sin quedar memoria ni rastro de aquellos sobrados pasatiempos y placeres grandes.

    Curiosamente, para Pedro de Medina los únicos restos visibles que quedaban de estas maravillosas construcciones helénicas se encontraban en la isla tarifeña de Las Palomas: "es la que se dijo la Diosa Juno y frontero de Tarifa que permanece alguna parte della mención; aunque todavía parece dentro rastro de sus edificios, bien obrados que declaran haber sido tratada los tiempos antiguos y provechosa de aquello poco que en sí contiene".

    Curiosa mención en el siglo XVI acerca de restos de construcciones clásicas (¿romanas en realidad) en la isla de Las Palomas. Podemos preguntarnos acerca de la realidad de estos vestigios observados por Medina. ¿Se trata de una mera hipérbole acerca de construcciones militares?, ¿Nos hallamos ante la persistencia de reales vestigios de buenas construcciones de la antigüedad clásica? No puede darse una respuesta absoluta que queda a voluntad del lector.