TARTESSOS

 
                                                     

TARTESSOS: SUS FUENTES

 

  OLGA ÁLVAREZ HERRERO

 

 

Cuando nos planteamos hablar sobre Tartessos, el primer pensamiento que tuvimos fue la problemática de las fuentes y el cómo abordarlo, pues es tema ya muy discutido. En un principio pensamos comentar todas y cada una de las fuentes de las que teníamos conocimiento, hecho que descartamos enseguida pues no haríamos más que repetir ideas que pueden aburrir sobremanera al lector. Por ello, vamos a dar un repaso por las fuentes bíblicas, griegas y latinas, pero comentando sólo las que más interesantes nos parecen o más datos nos pueden aportar al estudio de tan magnífica civilización.

 

Uno de los primeros problemas a los que hemos de hacer frente al hablar de Tartessos son las fuentes clásicas en las que nos apoyamos para poder localizar y encontrar algunas características de Tartessos. 

Gracias a los datos aportados por la arqueología, es posible confirmar algunas y desestimar otras. Y comenzamos por los pasajes de la Biblia en los que se nombra TARSIS. Comentaremos los pasajes más interesantes para, finalmente,  exponer algunas conclusiones:

La primera noticias de la que nos informa el libro sagrado, aparece en “El libro de los Reyes I” 10, 22: “... En efecto, el Rey tenía en el mar una flota de Tarsis, junto con la flota de Irma; y una vez cada 3 años, llegaba la flota de Tarsis, trayendo oro, plata, marfil, monos y pavos reales”. Identificar esta Tarsis con Tartessos resulta harto complicado por varias razones:

Plano del puerto y río de Huelva, Juan Winthuysen que refleja la evolución de las costas (a)

S. XIX
Manuscrito sobre tela para planos, montado sobre tela.
h.:96 cm
anch:.: 137 cm
Museo Naval. Madrid.

 

a)   a)   Se produce una gran discusión identificarla con Tartessos ya que, de ser cierto, significaría que los fenicios arribaron las costas peninsulares en el s. X a.C – época de Salomón-  y no dos siglos después como viene asegurando los investigadores, apoyados por las pruebas arqueológicas.

Biblia políglota complutense

b)      Al hablar de Flota de Tarsis no indica, necesariamente, que se trate de barcos de un lugar geográfico.

Existe también la posibilidad de que con la palabra Tarsis, se esté refiriendo a un tipo de barco, de modo que no se estaría identificando Tarsis con ningún lugar; aunque esto puede llevar a pensar que si se acepta que en esta ocasión se designa un tipo de barco, tal vez se denominan de esa manera haciendo referencia a un lugar en el que se dan ése tipo de barcos y que se conoce por el comercio de tanteo. Sin embargo este hipótesis no tiene ninguna solidez.

 

c) Los elementos que nombra, oro, plata, marfil, monos y pavos reales, inclina a no identificar Tarsis con nuestra Tartessos puesto que, aunque el otro y la plata si eran riquezas de Tartessos, no así el marfil, monos y pavos reales, más propios de zonas africanas.

- Otra cita interesante, en la Biblia, y que nos da, o en la qoe podemos ver otra interpretación, que nos acerca más a la visión de Tartessos, es la que aparece en Ezequiel 27,12. Esta cita ha sido datada hacia  586 a.C., fecha muy importante pues, según Pellicer, Almagro y Molina, estamos en el auge de Tartessos orientalizante. En ella, y refriéndose a Tiro Ezequiel hace una elegia por su destrucción, nos dice: “... Tarsis comerciaba contigo por tus riquezas de todo género, con plata, hierro, estaño y plomo, pagaba tus mercancías”. Estas palabras nos acercan, o más bien nos constatan lo que se sabe por otras fuentes: ahora sí quepo demos afirmar que la Biblia, al referirse a Tarsis, indica un lugar geográfico, una entidad física, hecho éste que no podíamos aseverar con El Libro de los Reyes y, además, nos informa de las riquezas de Tartessos si es que nos aventuramos a identificar este Tarshis con el sur andaluz cosa , por ora parte muy tentadora, pues otros textos, ajenos a la Biblia nos recuerdan las riquezas, tanto ganaderas como minerales de Tartessos.

Plano general de la Bahía de Cádiz

 

Sin embargo y por muy tentador que sea, no podemos afirmar que esta Tarshis se refiera a nuestro Tartessos pues aunque e cierto que Tartessos era rica en esos minerales, no es menos acertado asegurar que estas mismas características se dan en otras partes del Mediterráneo antiguo.

Buena prueba de ello son las conclusiones a las que llegan diferentes eruditos antiguos con las mismas pruebas: mientras Flavio Josefo la identifica con tarso de Cilicia; Orígenes cree ver en Tarshis alguna región de Etiopía y Julio Africano se inclina a pensar en Rodas o Chipre. 

- En el Salmo 72:10 tenemos otra referencia a Tarsis, en el que nos dice “... Los monarcas de Tarsis y las islas ofrecerán regalos; los reyes de Arbai y Saba traerán presentes...” . Al decir “Tarsis y las islas” ¿tal vez podrirá indicar que ambos reinos están cercanos geográficamente?, al igual que Arabia y Saba los están. En la época en que se escribió el Salmo y quién lo escribió (se atribuye a Salomón) nos situamos cronológicamente, de nuevo, en el s. X a.C., época en la que no se ha producido la colonización fenicia de las cosas andaluzas y no hay, hasta el momento, ninguna prueba de la existencia de un reino en islas.

- Por último, analizamos someramente lo que Jeremías 10:9 nos vuelve a nombrar las riquezas en plata de Tarsis: “... Recubiertos están de plata importada de Tarsis y de otro de Ofir...” . La época en la que vivió y escribió este profeta se ha datado entre os años 650 y 645 a.C. en pleno auge orientalizante de Tartessos. De nuevo tenemos una zona, Tarsis, famosa por su riqueza en plata y otra, Ofir, supuestamente cerca de Saba, en el mar Rojo.

Como conclusión asistimos a la existencia de un lugar llamado Tarsis o Tarsis en un dilatado espacio de tiempo, desde Salomón a Jeremías, en el que es tremendamente complicado y arriesgado identificar alguna de las citas con nuestra Tartessos, aún sabiendo que muchas de las riquezas de las que se nombran se dan en estas tierras. Pero no habiendo, todavía, más que eso, meras coincidencias, sin que se puedan apoyar en pruebas arqueológicas, lanzar una hipótesis basada en los textos bíblicos es enormemente arriesgado.

Al contrario de las fuentes bíblicas en las que se hace referencia a un lugar desconocido hasta ahora pero en el que se han querido ver muchas ciudades y, por lo tanto, no podíamos asegurar dónde se hallaba Tartessos, al adentrarnos en el mundo griego, nos encontramos con abundante información  - una mejor que otra -  en la que, ahora sí, todas las alusiones se refieren, sin duda al Tartessos protohistórico peninsular.

Entre estas fuentes, la primordial y fundamental es la obra de Estrabón “Geografía”, cuyo libro III dedica a Iberia y, aunque como ya nos indica A. García y Bellido en su libro “España y los españoles hace dos mil años”, Estrabón nunca llegó, en sus múltiples viajes, a la Península Ibérica, lo que nos haría desechar muchos de sus datos, sin embargo y para suplir dicha carencia, Estrabón nos da la oportunidad de conocer parte de la obra y comentarios de dos poetas que se sitúan mucho antes que él, en épocas tartésicas.

 

Estrabón, S. XV Manuscrito, 33,6 x 24 cm

Antes de seguir debemos hablar un poco de Estrabón para, al menos, situarle cronológicamente: Estrabón nació en Amáseia, ciudad del Pontos (actual Mar Negro, En Asia Menor) hacia el año 63 a.C. (por tanto varios siglos después de la desaparición de Tartessos).

Tiene orígenes cretenses pues su familia era oriunda de dicha isla. Aprendió en gracias con el gramático Aristódemos y en Roma con el también gramático Tyrannion. La fecha para su presencia en Roma se sitúa hacia 29 a.C. y poco después comienza sus viajes: Egipto, Etiopía, cruza desde Cerdeña hasta Armenia y desde el Mar Negro hasta Etiopía, se sospecha que estuvo en Asia. Su muerte de fecha hacia 19 d.C. Su obra “Geografía” “Geographiká” se fecha entre los años 29 en que comienzo su periplo, hasta 7 a.C.

Una vez introducido a nuestra fuente griega más importante analicemos lo que nos dice: Como ya hemos dicho, al no haber visitado Iberia en la época de Tartessos, se ayuda de las palabras de dos poetas: Anacreonte (hacía 530 a.C.) y Estesícoro de Himera (aproximadamente 600 a.C.) y, aunque estos dos autores no son persnalidades científicas de gran peso, sí nos aportan, con sus comentarios caractarísticas de neustro objeto de estudio.

En el capítulo II de su libro III, Estrabón nos describe lo que él conoce como Turdetania y nos habla de las maravillas de esta zona, de la fertilidad de sus tierras (III, 2, 4) y la riqueza y abundancia de minerales (III, 2, 8), pero lo que más nos interesa es la cita III, 2, 11 en la que nombra al monte Argüiros, del que mana el Baitis (Guadalquivir) y      “... Parece ser que los antiguos llamaron Baitis a Tartessos..”, hecho que coincide con otras noticias, pero que por sí mismo no lo podemos tomar como verdad absoluta ya que otros autores, como T. Livio asegura que oto nombre del Guadalquivir en la antigüedad fue Certis [1]. Y sigue Estrabón: ”...Y como el río tiene dos desembocaduras, dícese también que la ciudad de Tartessos, estuvo edificada antiguamente en la tierra sita entre ambas, siendo llamada región Tartessis, la que ahora habitan los tourdouloi...” He aquí una localización geográfica de Tartessos (entre dos ríos, así como el territorio por el que se extienda (lo que más tarde ocupan los Turdulos).

La otra reflexión (III, 2, 14) no nos acerca a esta civilización desde un punto de vista geográfico, sino que nos ofrece otra visión, por otra parte ya conocida y abundantemente comentada en las fuentes: la longevidad de sus monarcas como símbolo de felicidad; sin olvidar la ya consabida riqueza mineral: 

“...Hallaron que en la Tourdetania se usaban pesebres y grandes cántaros hechos con plata; por ello podría preguntarse si no sería por su gran felicidad por lo que estos hombres tuvieron reputación de longevos, sobre todo sus reyes, que por ello Anakreon pudo decir en este pasaje: “ Yo mismo no desearía ni el cuerno de Amalthie no reinar ciento cincuenta años en Tartessos”...”.

 Con sólo estas dos citas, que nos son las únicas en el libro de Estrabón, pero sí las que más nos interesan, podemos sacar varias conclusiones:

-  Tartessos se situaba en lo que Estrabón conoce como la Turdetania, cosa que las fuentes arqueológicas han constatado.

- Tartessos desde la antigüedad, se identifica como el paraíso en la tierra. Tiene todo lo que el ser humano busca desde la noche de los tiempos: la felicidad que, con menor o mayor acierto, se ha identificado con riqueza y longevidad. La riqueza mineral y ganadera, la fertilidad de las tierras..... hechos que es difícil que se den todos a un tiempo y en un mismo espacio geográfico, se conjugan en Tartessos para proporcionar a sus gentes en general y sus reyes en particular esa felicidad tan ansiada y que provoca el bienestar necesario para una larga vida.

El mundo de Herodoto

La última, que no por ello menos importante, de las fuentes griegas que vamos a comentar es lo que nos cuenta Heródoto en su libro “Historia”. Heródoto nación en Halicarnaso, en el s. V a.C. y fue cicerón quien la adjudicó el título de “Padre de la Historia”.

No nos vamos a extender más en su biografía pues no es el tema de este escrito. Su situación en el tiempo es lo más importante en este momento. Vamos a centrarnos en dos pasajes de su obra: el primero de ellos (I, 163) nos habla del rey, por antonomasia de Tartessos, exponente sin augal de la felicidad: Argantonio: 

Al hablar de los foceos nos cuenta “... No navegaban en naves mercantes, sino en penteconteros. Y, al llegar a Tartesso, se hicieron muy amigos del rey de lso tartesios, cuyo nombre era Argantonio, que gobernó Tartesso durante ochenta años y vivió en total ciento veinte. Pues bien, los foceos se hicieron tan grandes amigos de este hombre, que.... les animó a abandonar Jonia y establecerse en la zona de sus dominios...”. Es importante este texto pues nos sitúa a Argantonio en una época que podemos datar por comparación con otros hechos que ocurren como es la llegada de los foceos a la Península. Dicha fecha se sitúa hacia 630 a.C.  y que según los profesores Alvar y Blázquez tiene su constatación física en la gran cantidad de cerámica griega que aparece en Huelva, cerámica de los mejores talleres de la época. Su vida y reinado, estaría situados entre los años 670 y 550 a.c.

El otro texto al que nos vamos a referir (4, 152) es más interesante pues nos dice que los samios partieron, con Coleo como capitán de la nave, de la isla con intención de llegar a Egipto, pero el viento de levante los desvió y atravesaron las columnas de Hércules y llegaron a Tartessos, emporio comercial sin explotar. Si fechamos el texto, por otros datos del mismo hacia 630, tenemos que antes de esa fecha no hay contactos directos entre griegos y Tartessos. Este viaje  o el relato de es te viaje se nos hace más interesante pues más que un desafortunado incidente que les impide coronar su objetivo que era llegar a Egipto, parece ser, para la gran mayoría de los científicos como García y Bellido o Maluquer la coronación de los viajes de tanteo  de los griego en busca de metales y eliminar de este modo al intermediario fenicio. Estas afirmaciones pueden apoyarse en el descubrimiento en el Herarión de Samos de unos peines de marfil con figuras grabadas que parecen ser hechas por el mismo taller y técnica que los hallados en Carmona y Osuna [3]. Dicho depósito se puede fechas hacia 640-630, fechas en las que se desarrolla el viaje narrado por Heródoto.

No nos vamos a extender más en estas fuentes pues dejamos a juicio del lector indagar más en ellas si es su deseo.

Las últimas que vamos a comentar son las noticias que nos llegan del mundo romano. La más importante es la obra llamada “Ora Marítima!”, escrita por Rufus Festus Avienus (s. IV a.C.) en al que éste hace una aproximación descriptiva de las costas peninsulares.

Sin embargo esta descripción no es suya propia ya que el mismo nos avisa que para escribir su obra se ayudó de textos muy antiguos y que constituye un periplo griego fechable en el s. VI a.C.. nos vamos a tomar la licencia de transcribir las palabras del Dr. García y Bellido, que glosa de esta manera: “...Tartessos está en una isla del golfo de su nombre, en el cual desemboca el río Tartessos, que baña sus murallas después de pasar por el lago Lagustino.

Comentario a la Obra de Avieno, S. XVI Manuscrito,      32 x 22,5 cm.
 

El río forma en su desembocadura varias bocas, de las cuales tres corren al oriente y cuatro al mediodía, las cuales bañan la ciudad. Arrastran en sus aguas partículas de pesado estaño, y lleva rico metal a la ciudad de Tartessos. Cerca se hallan el “monte de los Tartesios”, lleno de bosques, y el “monte argentario”, sito sobre la laguna Ligustina, en cuyas laderas brilla el estaño. La ciudad de Tartessos está unida por un camino de cuatro días en la región del Tajo, o el Sado, y por otro de cinco con Mainake, donde los ricos tartesios poseían una isla consagrada por sus habitantes a Noctiluca. El límite oriental del dominio de los tartesios estuvo en tiempos en la región de Murcia, y el occidental en la zona de Huelva.” [4]

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[1] “España y los españoles hace dos mil años según la geografía de Estrabón” García y Bellido. A Décima edición 1993. Colección Austral A203. Madrid

[2] “Los enigmas de Tarteso”. Alvar, J y Blázquez, J.M.  (Editores). Madrid 1993 Edicones Cátedra. ISBN 8437611385

[3] “La civilización tartésica” Bendala Galán, M. Historia General.

[4] “Tartessos y los comienzos de nuestra era”  García y Bellido, A. “Historia de España” dirigida por R. Menéndez Pidal I, 2 y 3º Ed. Madrid, 1975 (281-308).