TARTESSOS BEREBER

 
                                                     

EL ESTADO ACTUAL DE LA INVESTIGACIÓN DE

LA PREHISTORIA DEL NORTE DE ÁFRICA Y DEL SAHARA.

 

  ALMAGRO BASCH, Martín. Instituto de Estudios Africanos, Madrid.

 

 

 

 

 

LA INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA Y LA RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA DEL ÁFRICA DEL NORTE

 

La llegada del Neolítico al Magreb

Cuando el África Septentrional y el Sahara alcanzaban el máximo de humedad de este periodo llegó a toda esta gran parte del continente africano la gran revolución neolítica. El Neolítico es el paso más trascendental en la historia de las sociedades humanas, pues representa la producción de los alimentos por voluntad del hombre que potencializa rápidamente siglos de experiencias de su vida anterior de cazador y recolector. Algunos animales domésticos y algunas plantas adecuadas para su cultivo artificial, asientan sobre las bases seguras del pastoreo y la agricultura la producción de alimentos con los cuales los grupos humanos pueden asegurar su subsistencia al margen de la caza y la recolección de productos naturales, cuya posibilidad siempre era muy limitada.

El Neolítico parece llegó al Africa del Norte desde Asia Menor don de se origina en las regiones que forman el llamado Creciente Fértil. De allí proceden los animales domésticos básicos: oveja, cabra, cerdo, pequeño toro; los cereales como el trigo, la cebada, el mijo, escanda, etc. Sin embargo, para muchos prehistoriadores en Africa pudo haber nacido independientemente algún foco neolítico hacia el Sureste del Sahara o en las cercanías del Alto Nilo. Todas estas tesis resultan muy hipotéticas y sin base segura en tanto que los datos cronológicos que poseemos nos dicen cómo atravesando el istmo de Suez, se expande el Neolítico poco a poco por todo el norte de Africa viniendo de Oriente Medio. Penetra primero en la región del Delta del Nilo, donde nos ofrece los yacimientos más antiguos. Luego sigue dos rutas diversas al parecer: una, valle del Nilo arriba; otra, por la zona costera mediterránea. Ambas corrientes civilizadoras acabaron entrecruzándose luego en el lejano Occidente del Magreb, como veremos más adelante en nuestra síntesis expositiva, sobre este trascendental fenómeno histórico-cultural, que nos viene ofreciendo, gracias a las recientes investigaciones en toda esta región y sobre todo en el Sahara, los más sorprendentes hallazgos.

 

Los yacimientos prehistóricos de esta nueva etapa del África del Norte, y sobre todo las fechas absolutas logradas para algunos de ellos, nos marcan dos rutas de influencias culturales como hemos señalado. La primera sigue la región mediterránea del este al oeste. Comienza en el delta del Nilo y en la región cercana del Fayum, con la cultura primera del neolítico egipcio que nos ofrecen los yacimientos de Merinde (Marmada beni Salamah) y del Fayum. En este último lugar se ha podido precisar para la etapa inicial de esta cultura llamada Fayum A, dos fechas del Carbono 14: 4441 ± 180 años y 4.145 ± 250 años a. de J. C., o sea, que la fecha intermedia para la etapa más antigua de los primeros agricultores de aquella región sería el 4228 a. de J. C. Entonces la región desértica que rodea el Fayum ofrecía un paisaje con abundantes arbustos como la celtis integrifolia.

 

Hacia Cirenaica, ya en la actual Libia, la cueva de "Haua Fteah" nos ofrece un nivel IX del Capsiense líbico, aún sin cerámica ni vestigio alguno de animales domésticos ni agricultura. Su cronología más o menos llegaría hacia el 5000 a. de J. C., dada la fecha que se ha establecido para el nivel VIII del yacimiento citado en el que aparece francamente el neolítico, con cerámica diversa, alguna con impresiones de rueda dentada o peine de tipo sahariense y muchos restos de animales domésticos. Este nivel ha sido datado el 4400 a. de J. C., pero se piensa podría iniciar su desarrollo esta cultura a partir del 5000 a. de J. C. como máximo.

 

Así podemos pensar con buen fundamento que entre el 5000 y el 4000, el Neolítico avanzó por la zona mediterránea del África del Norte y llega a transformar la cultura capsiense mogrebí que ahora recibe una enorme expansión hacia el Sur y hacia Occidente que no logró alemuar durante las dos etapas anteriores: del Capsiense Típico y del Capsiense Superior. Esta nueva y brillante fase de la cultura capsiense se ha denominado Neolítico de Tradición capsiense y representa uno de los momentos de mayor interés en la Prehistoria de la región, pues la nueva etapa cultural asimila elementos diversos e influye sobre el área de la cultura oraniense que se había mantenido aislada en el oeste de Argelia y Marruecos hasta que, poco a poco, asimila, por una parte, las influencias del Neolítico capsiense, por otra, las aportaciones que desde España alcanzan al Oranesado y al norte y oeste de Marruecos, como veremos.

 

Son muy instructivas las fechas que vamos obteniendo para todo este proceso histórico cultural del Norte de Africa. En Túnez se nos ofrece el yacimiento de Jaatcha. Un abrigo con industria del Neolítico de tradición capsiense que ha sido fechado el 3050 ± 150 años a. de Jesucristo. Luego hacia Argelia nos faltan yacimientos con cronología absoluta, pero sí se ve con claridad que se desarrolló más al oeste en la región del "tell", después del Oraniense, un neolítico muy peculiar en el que la industria lítica recibe las influencias y aportaciones del neolítico de tradición capsiense, pero es mucho más pobre y de técnica mediocre. Lo mismo ocurre con la industria ósea, en la que ningún objeto llega a la finura que nos ofrecen las estaciones capsienses de más al este y más al sur. Los huesos de avestruz son raros y en muchas pocas ocasiones decorados.

 

La cerámica es más abundante, mucho más decorada que en el mundo capsiense y más cuidada que en los yacimientos de aquella cultura. Resulta evidente su origen mediterráneo como nos lo señalan sus fondos cónicos y sobre todo su rica y personal decoración que la relaciona con el Neolítico I español.

 

Sobre esta zona neolítica no cabe duda que se ejerció durante esta etapa una clara 'influencia española que luego se prolonga a lo largo del Bronce I hispano con la adaptación de sepulturas megalíticas y con la introducción del vaso campaniforme con decoración de punzón e incisa; pero es muy rara la aparición de la cerámica ornada con impresiones hechas con peine de alfarero de carácter sahariense. No tiene este neolítico costero ningún arte mueble, quedando reducido su gusto artístico a las composiciones de motivos decorativos que ofrece la cerámica.

 

Se ha podido comprobar que los hombres que realizan esta personal cultura neolítica del tell norteafricano son de la raza de Mechta-el-Arbi, que introdujo el Oraniense y continúa desarrollándose en el litoral y en las montañas del tell, sin ofrecer una barrera cerrada a las aportaciones venidas del mundo marítimo mediterráneo, ni a las que llegaban de las estepas saharianas; de la una tuvo, sobre todo, la cerámica; de la otra, toda la transformación de su industria lítica en la que aparecen más y más los microlitos conforme avanza en su desarrollo histórico.

 

Un aspecto evolutivo semejante ofrece el neolítico por el litoral marroquí. La investigación reciente nos ha aportado algunas buenas estratigrafías para ver el desarrollo de esta cultura. Un buen ejemplo es la cueva de Gar Kahal, situada en las montañas que se levantan al sur del estrecho de Gibraltar, entre Ceuta y Tánger, de ella tenemos una buena estratigrafía obtenida por las excavaciones españolas de M. Tarradell. En todos sus niveles aparece cerámica impresa e incisa, con la cual comienza la presencia del Neolítico. Luego, vemos cómo a la cerámica cardial la sucede la cerámica acanalada, paralela a nuestro Bronce I; después, la cerámica campaniforme, y, finalmente, la cerámica a la almagra, propias también de los estadios más avanzados de esta cultura del Bronce I Hispano. Es evidente que todos estos elementos culturales proceden de España.

 

Ofrece un singular interés por su cada vez mayor expansión la aportación del vaso campaniforme que ya conocía la metalurgia; así, hay que añadir la llegada de los objetos de metal desde la Península, los cuales aparecen tanto en algunos hallazgos, como representados en el arte rupestre de las montañas marroquíes.

 

Los ídolos de cerámica de la cueva de Achacar, los tipos de ídolos antropomórficos, son igualmente una variante de la misma familia de ídolos del Bronce I, que van desde el Oriente mediterráneo hasta Iberia.

 

También a lo largo del litoral atlántico estas corrientes fueron avanzando hasta alcanzar la región de Casablanca, como lo demuestra la cerámica de El-Kiffen recientemente estudiada, clara derivación local de nuestras cerámicas del período del Bronce I hispano. Es de gran interés el haber podido lograr dos fechas con el análisis del Carbono 14 para este yacimiento del neolítico reciente del Magreb.

 

Una es del 1342 ± 80 años a. de J. C. Otra es de 1142 ± 200 a. de Jesucristo. Tales fechas nos prueban el retraso de todo el neolítico marroquí con relación a las regiones de más al este y al sur y también con relación a España, de donde en gran parte deriva. Estas corrientes españolas no se sabe hasta dónde penetraron en el sur y hacia el interior de Marruecos. Fragmentos campaniformes se han recogido en la región de Saïda y también al pie de los grabados rupestres de la región de Tiut, ya en plena zona hoy desértica.

 

Hemos de señalar que el neolítico del Oeste magrebí es pobre a pesar de estas decisivas aportaciones hispanas., Tampoco ofrece manifestaciones artísticas, lo cual le separa claramente de todo el resto del Sahara, por donde se desarrolló todo un grupo de provincias artísticas de una vitalidad extraordinaria, como analizaremos a continuación.

 

ANTERIOR    SIGUIENTE