TARTESSOS BEREBER

 
                                                     

EL ESTADO ACTUAL DE LA INVESTIGACIÓN DE

LA PREHISTORIA DEL NORTE DE ÁFRICA Y DEL SAHARA.

 

  ALMAGRO BASCH, Martín. Instituto de Estudios Africanos, Madrid.

 

 

 

 

 

LAS APORTACIONES DE LA FILOLOGÍA

 

Fuentes antiguas

Comenzaremos por declarar al comenzar nuestra exposición que después de reunir minuciosamente toda la literatura histórica de la Antigüedad sobre el Norte de África, no se logra sacar a este país de la oscuridad de la prehistoria. La desaparición de la literatura cartaginesa, si es que existió, nos ha dejado sin las que debieran ser primeras fuentes escritas referentes al contacto de un pueblo histórico como los fenicios, establecido en el país desde comienzos del primer milenio a. de J. C. con los habitantes del Norte de África. Luego continuaron la obra de los fenicios los cartagineses, mucho más ligados a la población indígena. Pero ni unos ni otros han aportado nada a la Historia de las poblaciones y culturas del Magreb y del Sahara.

 

Los griegos, cuya literatura no fue destruida por la soldadesca romana, como se dice de la literatura histórica fenicia y cartaginesa, no penetraron en Berbería. Los conocimientos de Herodoto sobre el África del Norte no pasan del Sahel líbico-tunecino, y todo lo que sabe decir es que '" aquella región sólo hubo siempre cuatro pueblos: los griegos, los fenicios, los libios y los garamantes.

 

Entre estos dos pueblos indígenas aparecen los nombres de unas cuantas tribus, pero nada sabemos de su vida, su carácter, ni su historia. El relato de la expedición de Agathocles (303-307 a. de J. C.) nos da las primeras referencias sobre las poblaciones norteafricanas, pero estas referencias se reducen a deformaciones ópticas de los relatos bélicos. Además, Teodoro de Sicilia, que es la principal fuente para el estudio de las expediciones de Agathocles, escribió tres siglos después que éste hubiera llevado a cabo su expedición al Norte de África. Todo cuanto nos aporta son los nombres de unos cuantos pueblos y alguna noticia histórica, confusa, de los mismos.

 

Las guerras púnicas primero y luego el relato de las luchas contra Yugurta y Takfarinas, estas últimas relatadas por Salustio y Tácito, vuelven a darnos detalles sobre las poblaciones númidas y moras, pero sus relaciones no son una presentación adecuada ni siquiera serena de aquella población: los métodos de combate de los númidas como jinetes de rápido desplazamiento y practicando una guerra de escaramuzas, rehuyendo el combate, ha contribuido a la elaboración de un cliché literario que ha convertido a las poblaciones nómadas del Norte de Africa Occidental en unos aventureros, de un país sin cultura. Sobre todo, queda sin la más mínima luz la valoración de su origen, de su historia anterior a sus contactos con Roma.

 

Se llegó a la asociación númida = nómada que está totalmente en contradicción con los datos arqueológicos que la Prehistoria ha reunido pacientemente en las últimas décadas. En verdad, hoy, a un historiador moderno que aborde el tema resulta como cosa evidente que para los historiadores y escritores en general de la época del imperio, romano las poblaciones bereberes eran algo totalmente desconocido en su aspecto étnico, social e histórico. Incluso la misma localización de los pueblos indígenas que aparecen en las fuentes y más aún su género de vida está siempre sometido a controversias. Basta ver los resultados de Touvenot y de Camps en torno a las inscripciones de Volubilis, cuyas discusiones tampoco nos las ha podido aclarar historiador tan serio como Courtois.

 

Del África romana nosotros conocemos solamente las ciudades, la, administración y el pensamiento religioso y político de los ciudadanos. Pero nosotros estamos completamente aún sin información sobre las poblaciones indígenas que conservaban las tradiciones y los géneros de vida de la prehistoria. Por ello, es muy difícil decir dónde comienza la, historia y termina la prehistoria de África del Norte y del Sahara. Esta continuidad de la penumbra histórica de la prehistoria norteafricana llega, como hemos dicho, hasta los árabes. Y aún podríamos decir que hasta nuestros días en algunos aspectos sumamente sugestivos, pues las fuentes escritas no nos aportan datos suficientes y válidos para comprender y reconstruir científicamente el pasado de aquella extensa región.