TARTESSOS GNÓSTICO

 
                                                     

EL FINAL DEL DRAMA DE TU VIDA

 

ECKHART TOLLE

 

 

 

 

 

 

De su libro "El poder del Ahora".


En ese estado de aceptación y de paz interior, aunque no pueda llamarse "mal", ¿podría llegar algo a la vida de lo que se llama "mal" desde una perspectiva de conciencia ordinaria?


La mayoría de las llamadas cosas malas que ocurren en la vida de las personas se deben a la inconsciencia.
Son creadas por uno mismo, o más bien creadas por el ego. A veces me refiero a esas cosas como "drama".
Cuando usted es plenamente consciente, el drama ya no viene a su vida. Déjeme recordarle brevemente cómo opera el ego y cómo crea el drama.


El ego es la mente no observada que gobierna su vida cuando usted no está presente como la conciencia
testigo, como el que observa. El ego se percibe a sí mismo como un fragmento separado en un universo hostil, sin conexión real interior con ningún otro ser, rodeado de otros egos que, o bien ve como una amenaza potencial o que intentará usar para sus propios fines. Los patrones básicos del ego están diseñados para combatir su propio miedo y su sensación de carencia, que están profundamente arraigados.

 

Son la resistencia, el control, el poder, la codicia, la defensa, el ataque. Algunas de las estrategias del ego son extremadamente inteligentes, pero nunca resuelven verdaderamente ninguno de sus problemas, simplemente porque el ego mismo es el problema.


Cuando los egos se juntan, sea en las relaciones personales o en las organizaciones o instituciones, ocurren
cosas "malas" tarde o temprano: drama de un tipo u otro, en forma de conflicto, problemas, luchas de poder, violencia física o emocional, etcétera. Esto incluye males colectivos tales como la guerra, el genocidio y la explotación, todos debidos a la inconsciencia masificada. Más aún, muchos tipos de enfermedades son causados por la resistencia continua del ego, que produce restricciones y bloqueos en el flujo de energía que circula por el cuerpo. Cuando usted se vuelve a conectar con el ser y no está ya dominado por su mente, deja de crear esas cosas. Ya no crea o participa en el drama.


Siempre que dos o más egos se juntan, sigue el drama de uno u otro tipo. Pero incluso si usted vive totalmente solo, puede crear su propio drama. Cuando usted siente pesar de usted mismo, hay drama.

 

Cuando se siente culpable o ansioso, crea drama. Cuando permite que el pasado o el futuro oscurezcan el presente, usted está creando tiempo, tiempo psicológico, el material del que está hecho el drama. Siempre que usted no está honrando el momento presente permitiéndole ser, usted está creando drama.


La mayoría de las personas están enamoradas del drama particular de su vida. Su historia es su identidad. El ego gobierna su vida. Tienen todo su sentido de ser invertido en él. Incluso su búsqueda - habitualmente sin éxito - de una respuesta, de una solución o de curación forma parte de él. Lo que más temen y se resisten a aceptar es el fin de su drama. Mientras sean su mente, lo que más temen y a lo que más se resisten es a su despertar.


Cuando usted vive en una aceptación completa de lo que es, ese es el final de todo drama en su vida. Nadie
puede tener siquiera una discusión con usted, no importa cuánto lo intente. Usted no puede discutir con una
persona completamente consciente. Una discusión implica identificación con su mente y una posición mental, así como resistencia y reacción a la posición de la otra persona. El resultado es que los polos opuestos se energizan mutuamente. Esa es la mecánica de la inconsciencia. Usted puede todavía establecer su punto de vista clara y firmemente, pero no habrá fuerza reactiva tras ella, ni defensa o ataque. Por ello, no se convertirá en drama. Cuando usted es completamente consciente, deja de estar en conflicto. "Nadie que está en unión consigo mismo puede siquiera concebir el conflicto", afirma Un Curso sobre Milagros. Esto se refiere no sólo al conflicto con las demás personas sino más fundamentalmente al conflicto consigo mismo, que cesa cuando ya no hay ningún choque entre las demandas y expectativas de su mente y lo que es.

 

LA IMPERMANENCIA Y LOS CICLOS DE LA VIDA
Sin embargo, mientras usted esté en la dimensión física y ligado a la mente humana colectiva, el dolor físico -aunque raro - es aún posible. Esto no debe confundirse con el sufrimiento, con el dolor mental-emocional. Todo sufrimiento es creado por el ego y se debe a la resistencia. Además, mientras usted esté en esta dimensión, aún está sujeto a su naturaleza  cíclica y a la ley de la impermanencia de todas las cosas, pero ya no percibe esto como "malo". Simplemente es.


Al permitir el "ser" de todas las cosas, se le revela una dimensión más profunda bajo el juego de los
contrarios como una presencia permanente, una profunda quietud que no cambia, una alegría sin causa que
está más allá del bien y del mal. Esta es la alegría del Ser, la paz de Dios.


En el nivel de la forma, hay nacimiento y muerte, creación y destrucción, crecimiento y disolución de las
formas aparentemente separadas. Esto se refleja en todas partes: en el ciclo vital de una estrella o un planeta, en un cuerpo físico, un árbol, una flor, en el surgimiento y la caída de las naciones, los sistemas políticos, las civilizaciones; y en los inevitables ciclos de ganancia y pérdida de la vida de un individuo.


Hay ciclos de éxito, cuando las cosas vienen a usted y prosperan, y ciclos de fracaso, cuando se retiran o se
desintegran y usted tiene que dejarlas ir para dejar espacio a que surjan cosas nuevas, o para que ocurra la
transformación. Si usted se aferra y se resiste en este punto, significa que está rehusando seguir el flujo de la vida, y sufrirá.


No es cierto que el ciclo ascendente sea bueno y el descendente malo, excepto en el juicio de la mente. El
crecimiento se considera positivo habitualmente, pero nada puede crecer por siempre. Si el crecimiento, de
cualquier tipo, continuara por siempre, se volvería eventualmente monstruoso y destructivo. Se necesita la
disolución para que pueda ocurrir nuevo crecimiento. Uno no puede existir sin la otra.


El ciclo descendente es absolutamente esencial para la realización espiritual. Usted debe haber fracasado
profundamente en algún nivel o experimentado una pérdida o un dolor profundos para ser llevado a la
dimensión espiritual. O quizás el mismo éxito se volvió vacío y sin significado y así resultó un fracaso. El
fracaso se esconde en cada éxito y el éxito en cada fracaso. En este mundo, que permanecerá en el nivel de la forma, las personas "fracasan" tarde o temprano, por supuesto, y cada logro eventualmente se convierte en nada. Todas las formas son impermanentes.


Usted puede de todos modos ser activo y disfrutar el crear nuevas formas y circunstancias, pero no se
identificará con ellas. No las necesita para obtener un sentido de sí mismo. No son su vida, sólo su situación vital.


Su energía física también está sujeta a ciclos. No puede estar siempre en un tope. Habrá épocas de energía
baja así como otras de energía alta. Habrá periodos en los que usted es muy activo y creativo, pero también
puede haber otros en los que todo parece estar estancado, cuando parece que usted no llega a ninguna parte, no logra nada. Un ciclo puede durar desde unas horas hasta varios años. Hay grandes ciclos y ciclos cortos dentro de los largos. Muchas enfermedades se producen por luchar contra los ciclos de energía baja, que son vitales para la regeneración. La compulsión a actuar y la tendencia a derivar su sentido del propio valor y de la identidad de factores externos tales como el éxito, es una ilusión inevitable mientras usted esté identificado con la mente.


Esto le hace difícil o imposible aceptar los ciclos bajos y permitirles ser. Así, la inteligencia del organismo
puede tomar el control como una medida autoprotectora y producir una enfermedad para forzarlo a detenerse, de modo que pueda tener lugar la regeneración necesaria.


La naturaleza cíclica del universo está estrechamente ligada con la impermanencia de todas las cosas y
situaciones. El Buda hizo de esto una parte central de su enseñanza. Todas las condiciones son altamente
inestables y están en flujo constante, o, como él lo expresó, la impermanencia es una característica de toda
condición, de toda situación que usted pueda enfrentar en su vida. Estas cambiarán, desaparecerán o ya no le satisfarán. La impermanencia es también fundamental en el pensamiento de Jesús: "No guarden tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen y donde los ladrones entran y roban..."


Mientras una condición se considere "buena" por la mente, sea una relación, una posesión, un papel social,
un lugar o su cuerpo físico, la mente se apega a ella y se identifica con ella. Lo hace feliz, lo hace sentirse bien
consigo mismo y puede formar parte de lo que usted es o de lo que cree que es. Pero nada dura en esta
dimensión donde la polilla y la herrumbre consumen. O termina o cambia o sufre un cambio de polaridad: la
misma condición que era buena ayer o el año pasado se ha vuelto mala de repente o gradualmente. La misma condición que lo hizo feliz, lo hace entonces infeliz. La prosperidad de hoy se vuelve el consumismo vacío de mañana. El matrimonio y la luna de miel felices se convierten en el divorcio o la coexistencia desdichada. O la condición desaparece, así que su ausencia lo hace infeliz. Cuando una condición o situación a la que la mente se ha apegado y con la que se ha identificado cambia o desaparece, la mente no puede aceptarlo. Se aferrará a la condición que desaparece y se resistirá al cambio. Es casi como si le arrancaran un miembro del cuerpo.


A veces oímos decir que personas que han perdido todo su dinero o cuya reputación se ha arruinado, se
suicidan. Estos son los casos extremos. Otros, cuando tienen una gran pérdida de un tipo u otro, simplemente se vuelven profundamente infelices o se hacen daño a sí mismos. No pueden distinguir entre su vida y su situación vital. Hace poco leí sobre una actriz famosa que murió a los ochenta y tantos años.

 

Cuando su belleza empezó a desvanecerse y a ser devastada por la vejez, ella se volvió desesperadamente infeliz y se recluyó. También ella se había identificado con una condición: su apariencia externa. Primero, la condición le dio un sentido feliz de sí misma, luego uno infeliz. Si hubiera sido capaz de conectarse con la vida sin forma y sin tiempo de su interioridad, podría haber observado y permitido el marchitamiento de su forma externa desde un lugar de serenidad y paz. Más aún, su forma externa se habría vuelto cada vez más transparente a la luz de su naturaleza verdadera y sin edad que brillaba a través de ella, así que su belleza no se habría marchitado sino simplemente se habría transformado en belleza espiritual. Sin embargo, nadie le dijo que esto era posible.


El tipo de conocimiento más esencial no es todavía ampliamente accesible.

El Buda enseñó que incluso la felicidad es dukkha, una palabra pali que significa "sufrimiento" o "insatisfacción". Es inseparable de su contrario. Esto significa que su felicidad e infelicidad son de hecho una sola cosa. Sólo la ilusión del tiempo las separa.


Esto no es ser negativo. Es simplemente reconocer la naturaleza de las cosas, de modo que no persiga una
ilusión por el resto de su vida. Tampoco es decir que no debería apreciar ya las cosas o condiciones
placenteras o bellas. Pero buscar en ellas algo que no pueden dar - una identidad, un sentido de permanencia y de realización - es una receta para la frustración y el sufrimiento. Toda la industria de la publicidad y la sociedad de consumo se derrumbarían si la gente se iluminara y dejara de buscar su identidad a través de las cosas. Cuanto más busque la felicidad por este medio, más lo eludirá. Nada exterior lo satisfará excepto temporal y superficialmente, pero puede que necesite experimentar muchas desilusiones antes de darse cuenta de esta verdad. Las cosas y las condiciones externas pueden darle placer, pero no pueden darle alegría. Nada puede darle alegría. La alegría no tiene causa y surge de adentro como alegría de Ser. Es parte esencial del estado interior de paz, el estado que ha sido llamado la paz de Dios. Es su estado natural, no algo para lo que usted tiene que trabajar duro o que tiene que esforzarse por alcanzar.


Muchas personas nunca se dan cuenta de que no puede haber "salvación" en nada que hagan, posean o
alcancen. Los que se dan cuenta de ello a menudo se cansan del mundo y se deprimen: si nada puede darle
verdadera realización, ¿qué queda para luchar por ello? ¿Qué sentido tiene todo?


El profeta del Antiguo Testamento debió llegar a tal comprensión cuando escribió: "He visto todo lo que se ha hecho bajo el sol y todo es vanidad y esforzarse contra el viento". Cuando usted llega a este punto, está a un paso de la desesperación y a un paso de la iluminación.


Un monje budista me dijo una vez: "Todo lo que he aprendido en los veinte años que llevo de monje puedo
resumirlo en una frase: todo lo que surge se desvanece. Eso es lo que sé". Lo que quería decir, por supuesto, era esto: he aprendido a no ofrecer resistencia a lo que es; he aprendido a dejar ser al momento presente y a aceptar la naturaleza impermanente de todas las cosas y condiciones. Así he encontrado la paz.


No ofrecer resistencia a la vida es estar en un estado de gracia, sosiego y levedad. Ese estado ya no depende de que las cosas sean de cierto modo, buenas o malas. Parece casi paradójico, sin embargo que
cuando su dependencia interior de la formas ha desaparecido, las condiciones generales de su vida, las formas externas, tienden a mejorar en gran medida. Las cosas, las personas o las condiciones que usted pensaba que necesitaba para su felicidad llegan ahora a usted sin esfuerzo de su parte y usted está libre para gozarlas y apreciarlas, mientras duren. Todas esas cosas, por supuesto, se irán, los ciclos irán y vendrán, pero una vez desaparecida la dependencia ya no hay temor a la pérdida. La vida fluye con facilidad.


La felicidad que se deriva de una fuente secundaria nunca es muy profunda. Es sólo un pálido reflejo de la
felicidad de Ser, la paz vibrante que usted encuentra en su interior cuando entra en el estado de no resistencia.


El Ser lo lleva más allá de los polos opuestos de la mente y lo libera de la dependencia de la forma. Incluso si todo se derrumbara a su alrededor, aún sentiría un profundo núcleo interior de paz. Puede que no sea feliz, pero estará en paz.


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