A pesar de que a lo largo
de la historia se ha fantaseado demasiado sobre el tema y aunque a veces
sea difícil distinguir la realidad de la ficción, la leyenda sobre la
Atlántida se fundamenta en algo que realmente ocurrió, habiéndole cabido
a Platón, al citarla en sus diálogos, el honor de que su memoria no se
perdiera para siempre. La forma en que llegó hasta él seguramente fue la
siguiente:
La Atlántida se
formó como consecuencia del descenso del nivel del mar durante la
última glaciación y de los sedimentos depositados en el estrecho de
Gibraltar, que hicieron posible la formación de un istmo y la
existencia de un gran desnivel entre el mar Mediterráneo
(estabilizado) y el océano Atlántico (a nivel variable), perdurando
dicho desnivel hasta la rotura del mencionado istmo, ocasionado por el
cambio de signo de la glaciación.
El istmo de
Gibraltar se rompió hacia el año 5500 a. C., desapareció la Atlántida
y el nivel del mar mediterráneo subió de repente unos 78 m, hasta
igualarse con el del océano Atlántico.
La Atlántida no desapareció por completo, el mar continuó subiendo
durante los siguientes 1.500 años, hasta alcanzar un equilibrio
semejante al actual. El nivel del mar subió durante ese periodo unos
17 m.
En lo que quedó de la Atlántida los que se salvaron guardaron en su
memoria las imágenes del desastre y lo trasmitieron oralmente a sus
descendientes.
La Hélade (primitivos Griegos: jonios, eolios y dorios), comenzaron a
asentarse en Grecia hacia el año 2.000 a. C. Los jonios se
establecieron, entre otros lugares, en las islas Cícladas, donde
tomaron contacto con los descendientes de los habitantes de la
Atlántida y conocieron a través de ellos la leyenda. Proclo (filósofo
griego del siglo V) refiriéndose a un manuscrito (desgraciadamente
perdido) del historiador y geógrafo Marcelo, asegura que en dicho
manuscrito se decía que “las tradiciones sobre la Atlántida fueron
recogidas por viajeros en una remota isla". Es muy posible que dicha
remota isla, desde el punto de vista egipcio, sea una de las Cícladas.
Mercenarios jonios, procedentes de las islas Cícladas, se
establecieron en el delta del Nilo y concretamente en Sais que
entonces era capital de Egipto, durante el reinado del faraón
Psamético I (Siglo VII a. C.), siendo ellos, casi con toda seguridad,
los que transmitieron la leyenda a la clase sacerdotal egipcia, que la
plasmó en los papiros e inscripciones a los que hace referencia
Platón.
Platón viajó a Egipto y allí tuvo conocimiento de la leyenda, la cual
utilizó más tarde para hacer una crítica a la política de su tiempo en
los diálogos de Critias y de Timeo, ya que los atenienses estaban
repitiendo los mismos errores cometidos por los persas hacía tiempo.
En dichos diálogos, si cambiamos la palabra “atlantes” por la de
“persas”, se observa el gran parecido con el relato de la guerra
contra los persas, que había tenido lugar en la generación anterior a
Platón y que aún estaba muy fresca en la memoria colectiva de los
griegos.
A partir de aquí, casi todo lo que se dice o se escribe son puras
elucubraciones, la mayor parte de ellas sin ningún tipo de fundamento,
aunque algunas sobradas de ingenio e imaginación, las cuales no
resisten el más mínimo análisis crítico. Tan sólo algunas hipótesis
apuntan con cierta lógica a Santorín o Creta, pero no aciertan a dar
en el clavo ni en cuanto a las causas, ni a la ubicación exacta de la
Atlántida, ni a la fecha en la que se sumergió bajo las aguas.
Faltaban algunas claves fundamentales para poder hacerlo, las cuales
se han descubierto hace muy pocos años:
Una clave fundamental es el cambio de salinidad del mar Negro
(descubierta en 1.998, mediante las pruebas del carbono 14 realizadas
en los sedimentos de dicho mar), gracias a la cual se ha podido
determinar la fecha aproximada en la que desapareció la Atlántida.
Otra clave, no menos importante, es el descubrimiento de grandes
deltas sumergidos en el Mediterráneo, gracias a cuya información se ha
podido determinar con un grado de aproximación importante, tanto la
línea costera de la isla principal, de las islas cercanas y la del
continente, como su extensión y los motivos (totalmente naturales) por
los que se sumergió bajo las aguas.
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