La cualidad altamente emotiva de la raza atlante, el intensísimo deseo
creador de situaciones, el afán desmedido de poder, los profundos arrebatos
emocionales, que originaban potentes tensiones, y la presencia de ciertas
condiciones astrológicas que favorecían en extremo el desarrollo de las facultades
psíquicas inferiores, modelaron un tipo humano capaz de vivir simultáneamente en
mundo físico y en el mundo astral inferior. La comunicación mediúmnica, la
visión astral, el poder de materializar por la fuerza del deseo los elementos etéreos
circundantes (las fuerzas elementarias de la Naturaleza) y el desdoblamiento sin
esfuerzo, aunque sin control, eran características de la raza atlante4, lo mismo que
(4 Los Iniciados, Guías y Conductores de la raza atlante, no eran evidentemente astrales,
ni estaban condicionados por la gran ola de psiquismo desbordante. Eran Miembros de la
Gran Logia Blanca del Planeta y después del cataclismo atlante, “salvados
milagrosamente del Diluvio”, llevaron nuevamente la antorcha viva de la evolución, del
Plan y del progreso espiritual a otras regiones del Planeta; Egipto, Asia, Grecia...)el proceso analítico del pensamiento es una característica de la raza aria de
nuestros días.
Los más sagaces y audaces, los más astutos y más poderosamente
predispuestos se convirtieron pronto en “magos negros”. Manejaban extraordinario
poder que se acrecentaba con el concurso de sus seguidores, ávidos como ellos
de conquistas materiales, que utilizaban para favorecer el crecimiento de una
personalidad que fuese capaz de “vivir en lo eterno sin dejar sus conquistas
temporales”.5
Este fue el gran error atlante en casi su totalidad, puesto que el
punto medio, el alma inteligente, el poder coordinador espiritual no pudo
manifestarse y el peso del “mal organizado” invocado de fuentes cósmicas por la
práctica de un saber ciego e irreflexivo, condujo al mundo entero a una situación
de tensión y de peligro de la cual nuestra mente no puede darse una exacta y
clara idea. Basta decir solamente que esta tensión planetaria, provocando
ondulaciones negativas en el aura de la tierra, rebasó el “círculo-no-se-pasa” de la
misma y “alertó” a las “Huestes de la luz”, a los Servidores del Bien Cósmico, a
Jerarquías más allá de la Jerarquía Blanca de nuestro planeta. Se nos dice
ocultamente que hubo un Concilio “extraplanetario”, en el que además de nuestra
propia Jerarquía, figuraron Miembros de otras Jerarquías planetarias de nuestro
Sistema Solar, y aún de este gran Sol Central Espiritual que es la inmaculada
Logia de Sirio. Estas explicaciones, tienen un carácter muy esotérico y deberán
apelar al testimonio de la propia intuición para reconocerlo y aceptarlo, pero las
consecuencias de tal Concilio en lo que a la historia de la tierra se refiere, fueron
de naturaleza eminentemente drástica, ateniéndose en todo momento a la ley de
armonía y conservación del conjunto universal. La terrible decisión fue ésta: el
hundimiento del Gran continente de la Atlántida, con todo su contenido creativo,
basado en el desorbitado desarrollo de la naturaleza astral, la que debía lavar a la
raza atlante de “la herejía de separatividad”, que había ido creando alrededor de la
tierra un aura nefasta de odio, tensión, enfermedad y muerte.
La Jerarquía Espiritual está siempre atenta al proceso de la vida evolutiva
del planeta en su totalidad, y mira más los planos o diseños del conjunto, que los
pequeños planes o proyectos humanos que la mayoría de las veces, atentan
contra la idea básica, arquetípica u original del conjunto, que es un anhelo o
(5 Esta es una característica propia del Mago Negro, que pese a la extraordinaria
inteligencia que despliega en el orden concreto, o material de la vida, es incapaz de
comprender el significado esencial de los valores permanentes, que le son prácticamente
inaccesibles. De ahí, afortunadamente para la evolución planetaria, lo efímero de sus
éxitos en el desarrollo del mal organizado y el terrible Karma final que le aguarda, una vez
la rueda infinita de los ciclos temporales haya agotado todo residuo de mal en el corazón
del hombre)
voluntad suprema del Creador universal. No hay pues vacilación alguna en
destruir algo que se considere nocivo o peligroso para el conjunto, lo mismo que
un inteligente cirujano no vacila un sólo momento en amputar un miembro enfermo
cuando éste atenta contra la seguridad del organismo entero.
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Soy de Él todo lo que en ti vive, y eres de mi todo lo que vive en Él