IBERIA CUNA DE CIVILIZACIONES 2

RE: IBERIA, CUNA DE CIVILIZACIONES.

El megalitismo.

Las gentes del Sur y Centro de Portugal, así como de la vecina Extremadura (España), dan comienzo al quizás más importante fenómeno cultural de la prehistoria europea: el megalitismo. Los prehistoriadores portugueses defienden fechas tan tempranas para el inicio de este fenómeno como 4800 a.C., pudiendo atribuirse a su equivalente bretón la de 3800 a.C., sensiblemente más tardía. En cualquier caso, entre 3500 y 3000 a.C. este fenómeno cultural conoce una expansión generalizada entre los pueblos aborígenes de la costa atlántica europea.

El megalitismo es un fenómeno cultural prehistórico consistente esencialmente en la construcción de tumbas del tipo "dólmen", en cuyo interior se entierra sucesivamente a los fallecidos del grupo, apartándose cuidadosamente los huesos de los anteriores difuntos (enterramientos colectivos). Los dólmenes pueden ser simples o de corredor y, a menudo, han estado cubiertos por un túmulo de tierra que nos indica la existencia de una antigua cúpula de tipo piramidal derrumbada hoy por efecto de la erosión . Además, dentro del contexto megalítico, pueden hallarse también otras construcciones de piedra como "menhires", alineaciones, "crómlech", etc. El monumento megalítico más famoso es sin duda Stonehenge, observatorio prehistórico del sur de Inglaterra.


El período más extenso de megalitismo se localiza en el sudoeste ibérico, donde abarca aproximadamente desde 4800 a.C. hasta 1300 a.C., comprendiendo los períodos neolítico y calcolítico. Hacia 3800 a.C. llega a Bretaña y al occidente de Francia, mientras que entre 3500 y 3000 a.C. se extiende entre prácticamente todas las poblaciones aborígenes de la vertiente atlántica europea, hasta entonces carentes de un nexo común. Se piensa que la pesca de altura, particularmente
 
En este mapa se observan detalladas las principales vías de penetración por las que efectuó, desde aproximadamente el 3900 AC, la invasión de la Europa central y Bretaña la raza de gigantes constructores de megalitos originaria del Sur de la Península Ibérica , tras esta primera y significativa oleada invasiva, en los albores del 2400 AC, una nueva oleada invasiva procedente del sur de España, protagonizada por el pueblo (descendiente de esta raza constructora de megalitos) llamado tartesso-argárico o del vaso campaniforme , siguió los pasos de sus ancestros penetrando la Europa Central e invadiendo el espacio vital o hábitat originario de los pueblos indoeuropeos (Alemania-Polonia), provocando con ello la migración hacia el este y sudeste de los pueblos indoeuropeos que en su desplazamiento invadirían y conquistarían innumerables culturas y territorios hasta alcanzar la India sobre el 1500 AC.
La invasión de la Europa central por parte del pueblo español del vaso campaniforme tuvo lugar diez siglos antes de la llegada de los celtas a la Península, mientras que la raza constructora de megalitos penetró en Europa desde la Península sobre el 4000 AC. Sabemos que ambos pueblos eran originarios de la actual Andalucia y Sur de Portugal, y se puede hablar del mismo pueblo efectuando la misma migración en dos etapas distintas de la Historía. Los constructores de megalitos como Stonenhedge o Carnac fueron un pueblo originario de la Península Ibérica. Antiguos textos nos hablan de hábiles constructores y artífices de jotas en oro, plata y esmaltes coloreados en collares, brazaletes y objetos sagrados de refinada decoración, de una cultura muy avanzada respecto a su época en el contexto de su aparición, otros textos hablan de un pueblo de gigantes cuyo rey se llamaba Atlas y vivía en una ciudad de puertas de plata en una isla vecina del oceano habitada por gigantes rubios que más tarde emigrarían hacia Europa central y Escandinavia. 
 
 

Aproximadamente a partir de 3000 a.C. (bastante antes, incluso), se observan en el centro difusor portugués y en sus inmediaciones importantes innovaciones en la construcción funeraria: las llamadas "cuevas artificiales" (en verdad pirámides) y "tholoi". También se observa un notable incremento del comercio ultramarino, importando ámbar de Escandinavia y márfil y cáscara de huevo de avestruz de África. En este período comienza también a notarse la exportación del megalitismo a zonas que no pueden considerarse puramente atlánticas, tanto de Europa central como del Mediterráneo occidental. Desde 2700 a.C. (aprox.) aparecen ciudades fortificadas tanto en el sudoeste como en el sudeste ibérico, formándose así las primeras y únicas civilizaciones (sin escritura) implicadas en el fenómeno megalítico: las culturas de Vila Nova y Los Millares.

 
 
 
El hombre de Cro-magnon. Los Egipcios.

¿A qué familia podemos vincular la raza de los "portadores" de la civilización egipcia? Todas las observaciones tenderían a demostrar que se trataba de hombres del tipo Cro-Magnon. Este tipo, predominante dentro de la aristocracia, habría desaparecido de las esferas dirigentes de Egipto en los alrededores de la XVIII dinastía, al acabar mezclándose con los inmigrantes semitas y negroides.

Sir Wallis Budge, en los años treinta, basándose en la observación de numerosos cuerpos no momificados pero bien conservados por las arenas del desierto afirmaba que "los egipcios predinásticos pertenecían a una raza blanca o de piel clara con cabello claro; eran en muchos aspectos parecidos a los antiguos libios".

Esta misma raza puede apreciarse también en muchas recuperadas de las tumbas no expoliadas y en representaciones de los faraones y miembros de su séquito plasmadas en los templos y monumentos funerarios del Egipto Dinástico. En siglos pasados, estos rasgos llamarían la atención de los egiptólogos, sorprendidos por hallarlos en una región africana.

El padre de la egiptología, Sir Flinders Petrie, fue uno de los primeros en señalarlo en 1901: "La fisiognomía manifiesta una conexión decisiva y pronunciada entre el Egipto prehistórico y la antigua Libia, y por su parte la antropología apoya los numerosos testimonios arqueológicos que denotan una conexión cercana entre Egipto y Libia. Hoy día resulta raro que los libios antiguos fueran blancos y rubios, pero los escritores latinos de la antigüedad ya lo habían reseñado, al igual que Escílax, navegante y geógrafo griego del siglo VI. Por su parte, el escritor griego Plutarco se había referido al pueblo de Seth, regente de Egipto durante la Primera Dinastía (3.100 a.C.), como formado por hombres pelirrojos, al igual que los libios. A principios del siglo XX, el historiador egipcio Maspero indicó que "este rey del Alto Egipto estaba asociado con el desierto de Libia y los libios. De hecho, se le identificaba con el dios libio Ash". El idioma egipcio es muy parecido al libio.

Años antes el antropólogo A. Pietrement se había referido en un ensayo publicado en 1883 a las enseñanzas que las antiguas pinturas egipcias aportaban a los naturalistas, etnógrafos e historiadores. En dichas pinturas los libios eran hombres y mujeres blancos con pelo rubio, ojos azules y rasgos faciales nórdicos. El antropólogo Carleton Coon, de la Universidad de Harvard, avanzó en 1939 interesantes hipótesis basándose en los testimonios arqueológicos. En su obra "Las razas de Europa", hacía referencia a un testimonio: "La reina Hetep-Heres II de la IV Dinastía, hija de Keops, aparece en los bajorrelieves de su tumba con el pelo de color rubio, mechas horizontales pelirrojas y la piel blanca". La citada hija de Keops no era la única pelirrojiza de la familia. También su esposa y su cuñada lo eran, al igual que muchos otros miembros de la clase regente. La esposa de otro faraón, Kefren, era pelirroja con ojos azules, según se observa en las representaciones, al igual que en la tumba de la esposa de Faraón Zoser, (2800 a.C.) de la III Dinastía, que también era rubia pelirroja.

Por las observaciones de Coon sobre los libios es más que probable que todos ellos tuvieran antecedentes en este antiguo pueblo: "Hace 3.000 años, durante el Paleolítico Superior un grupo de Cromagnon –los llamados hombres de Afalou– vivieron en el norte de África y los libios descienden de ellos. Muchos de ellos fueron pelirrojos dado que este rasgo todavía persiste en la zona… En la actualidad, los rasgos de este tipo humano se encuentran sobre todo en Noruega, Irlanda y el Rif marroquí. Los modernos bereberes descienden de los antiguos libios". No se trataba de una mera hipótesis. Coon se hallaba en lo cierto. Las investigaciones de Cavalli Sforza y otros genetistas de la Universidad Princetown confirmaron mediante pruebas de ADN efectuadas en los años noventa que los bereberes están más próximos a los británicos que a cualquier otro grupo racial africano o europeo. También existen otros datos confirmatorios relativos al tamaño y forma de los cráneos de Cromagnon encontrados en Afalou bou Rummel (Argelia), que son iguales a los encontrados en Dinamarca y Suecia. Coon también habló de una "raza de constructores de megalitos" que se situaba entre la nórdica y la de Cromagnon, que tras haber construido templos astronómicos como el de Stonehenge o pirámides subterráneas como Silbury Hill en Inglaterra, al igual que en numerosos alineamientos en la Bretaña francesa como los de Carnac (nótese la semejanza lingüística con Karnac egipcio) y muchas otras construcciones principalmente por el Occidente de Europa, llevó consigo su saber al Mediterráneo, norte de África, Libia y Egipto.

A mediados del siglo XX, el antropólogo Raymond A. Dart realizó una serie de trabajos sobre cráneos egipcios fósiles que, al parecer, poseían rasgos exclusívamente nórdicos. Asimismo rastreó cuatro grandes invasiones nórdicas en Egipto (la anterior fue previa a las conocidas dinastías) y afirmó que "el tipo faraónico egipcio era de procedencia nórdica como lo prueba la cabeza del faraón Ramsés II, cuyo cráneo era elipsoide pelágico, es decir, nórdico". Faltaba un análisis del pelo de este faraón, pero en 1993, los antropólogos G. Elliot, B. Smith y W.R. Dawson lo analizaron con microscopio y confirmaron que era nórdico, igual que su cráneo. También efectuaron medidas antropológicas en 25 grupos de esqueletos distintos de todo el mundo y concluyeron que los faraones constructores de pirámides descendían de esta "mítica raza megalítica" de la que habla Coon: "En conjunto, muestran lazos con el neolítico europeo, el norte de África, la Europa moderna y más remotamente, la India… El grupo de esqueletos que más se aproxima a los antiguos egipcios es el del neolítico francés". Precisamente, los constructores de los mencionados megalitos prehistóricos.


 
 
No sólo eran rubios o pelirrojos muchos faraones. Son numerosos los restos arqueológicos y paleoantropológicos que reflejan la existencia de egipcios rubios, pelirrojos, de ojos claros y de raza blanca en el antiguo Egipto. Seguidamente destacamos algunos de ellos reseñados en diferentes fuentes antropológicas (B. Smith y W. R. Dawson) o aqueológicas (Sir Wallis Budge y Sir Flinders Petrie):

- Una momia pelirroja, bigote y barba rojas cerca de las pirámides de Saqqara.

- Momias pelirrojas en las cavernas de Aboufaida

- Una momia rubia en Kawamil, junto con otras muchas de cabello castaño.

- Momias de pelo castaño encontradas en Silsileh.

- La momia de la reina Tiy tenía pelo ondulado y castaño.

- Cabezas pelirrojas en una escena rural en la tumba del noble Meketre (alrededor del año 2000 a.C.).

- En la tumba de Menna, al oeste de Tebas (XVIII Dinastía), se ven en una escena pintada en una pared a jóvenes rubias y a un hombre rubio supervisando a unos trabajadores de piel oscura cosechando grano.

- Estela funeraria del sacerdote pelirrojo Remi.

- Talismanes con un ojo azul llamado el ojo de Horus.

- Egipcios pelirrojos con ojos azules en pinturas de la III Dinastía.

- Una pintura en la tumba de Meresankh III en Gizeh (alrededor del 2.485 a.C.) muestra personajes pelirrojos de piel blanca.

- Una pintura de la tumba de Iteti en Saqqara muestra un hombre rubio de aspecto nórdico.

- Pinturas de gente pelirroja con ojos azules en la tumba de Bagt, en Beni Hassan.

Pero es que existen además, muchos otros restos arqueológicos que representan a individuos de raza blanca en el antiguo Egipto. Así, el museo egipcio de El Cairo alberga miles de tesoros y entre ellos, las estatuas de Rahotep y Nofret tienen rasgos blancos y los ojos de color azul. En la misma sala en la que se conservan estas dos esculturas podemos ver otras representaciones del mismo período que lucen ojos azules o grises. Es el caso del famoso escriba Morgan, o de la estatua de madera de Seikh el Beled. El Museo del Louvre en París conserva entre sus tesoros la estatua del famoso escriba sentado (2500 a.C.), descubierta también por el francés Mariette en el Serapeum de Sakkara en la década de los 50 del siglo XIX. Todos ellos tienen las mismas características. Como ya hemos dicho, la presencia de estos rasgos de raza blanca, se dan básicamente en las primeras dinastías.

Los guanches

Los guanches constituyen el sustrato de la población (pueblo originario) de las Islas Canarias, son una raza, que si bien extinguida, nos ha dejado numerosos testimonios para su estudio. Su elevada talla, observada en todas las momias (dos metros de promedio), su considerable capacidad craneana (1900 cm3), la más grande que se ha conocido, el índice cefálico (77,77 en los hombres), indican una ascendencia muy pura, al ser examinadas estas momias, algunas de ellas tenían los cabellos dispuestos en mechones dorados, largos y rizados. Este pueblo del tipo nórdico primigéneo se cree quedó en la Europa Sudoccidental como testimonio de la raza que durante la edad de hielo vivió en las condiciones extremas del frio del clima conocido hoy como nórdico y que imperaba en aquella edad en zonas de mucho más al sur, como Andalucía. La edad de hielo comenzó hace 2 millones de años, y si bien el deshielo comenzó sobre el 13000 AC, se considera que no terminó hasta el 10.000 AC cuando los "hielos eternos" se habían retirado al norte de Hamburgo, 2.500 años más tarde la frontera de hielo se situaba sobre Estocolmo. Será con el final de esta edad del hielo cuando los pueblos protonórdicos iniciarán su migración desde las zonas del sur siguiendo las grandes manadas de renos que migraban al norte tras la tundra. Lentamente tras el transcurso de milenios alcanzaron Alemania, Dinamarca y Suecia, donde se asentaron permanentemente.


Las lenguas preindoeuropeas, vascos, egipcios, guanches, bereberes, pelasgos, íberos, etruscos, etc...

En un reciente estudio efectuado por científicos alemanes las dos líneas básicas de la investigación -la genética y la lingüística- llevan a la misma conclusión: hay un sustrato común para la mayoría de los europeos que tiene que ver con el pueblo vasco: "Muchos nombres de asentamientos, ríos, montañas, valles y paisajes de Europa tendrían su origen en lenguas preindoeuropeas, concretamente en el vasco...

..."Los europeos vascones prehistóricos no sólo dejaron nombres geográficos. En más de una región -añade la investigación- se dan trazas de su antigua forma de contar. Los indoeuropeos trajeron el sistema decimal, pero los vascos de nuestros días siguen contando con la base veinte: veinte y diez -hogeita hamar- (treinta), dos veces veinte (cuarenta), dos veces veinte y diez (cincuenta). Los celtas habrían tomado de los vascones el sistema vigesimal, que se conservó en el francés antiguo. Aún perduran algunas reliquias como el quatre-vingts (cuatro veces veinte), quatre-vingt-dix (noventa)".

Los investigadores apuntan que esa lengua fue extendiéndose e influyendo en toda Europa (repasan ejemplos de Alemania, Inglaterra...), pero incluso también en Marruecos (la distancia de las costas en la época glacial era menor que la actual) encuentran parajes con nombres claramente vascones. De hecho, un dialecto del bereber, el tajelshit, también tiene un sistema vigesimal."


También los antiguos idiomas cretense y maya utlizaban un sistema de base vigesimal, en este caso encontramos, una vez más, más allá del sustrato genético, una muestra de que existe también también un sustrato lingüístico que une en la familía preindoeuropea o Atlante a pueblos como los vascos, franceses, bereberes, cretenses, mayas y también a los antiguos íberos, tartessos y etruscos entre otros.

El libro titulado "Egipcios, bereberes, guanches y vascos" editado por la Editorial Complutense, es una investigación fantástica propiciada por los estudios de Antonio Arnáiz Villena y Jorge Alonso García, uno lingüista y el otro genetista. Ambos sostienen en su libro que estos cuatro pueblos tienen un origen común en la diáspora de un primitivo pueblo. Hacia el Norte dieron lugar a los vascos, hacia el Oeste a los guanches y hacia el Este a los egipcios. Según los autores, las lenguas usko-mediterráneas vivas son el vasco y el bereber, esta última muy dañada por la influencia del árabe. Existen, además, idiomas muertos procedentes de la misma línea como el ibérico-tartésico, el etrusco, el lineal A cretense, el guanche, el egipcio y otros de oriente próximo (hitita, eblita, elamita y sumerio). Ellos sostienen que genéticamente todos los pueblos que hablaron estas lenguas están emparentados. El pueblo griego no lo está y representa a gentes llegadas a la zona mas recientemente (después de 2000 a.C.). Los demás pueblos pertenecen a un sustrato mediterráneo más antiguo. La historia nos dice que los griegos micénicos, indoeuropeos, entraron -o se hicieron notar- en la península balcánica hacia 2.000 años antes de Cristo. Destruyeron el imperio cretense (pelasgo) y asimilaron su cultura (y escritura).

¿Qué lengua hablaban los Íberos?

"¿Está el idioma vasco relacionado con otras lenguas, vivas o muertas? No, no lo está; al menos, no de forma que pueda ser discernible. Por más de una centuria, numerosos entusiastas buscadores de remotas relaciones con otras lenguas han tratado de relacionar el vasco con casi todas las lenguas del Viejo Mundo, y con muchas del Nuevo. A pesar de sus pretensiones de éxito, ninguna de ellas podría superar siquiera el más superficial escrutinio.
... Aparte del aquitano, no hay la menor evidencia que relacione el vasco con otro lenguaje, vivo o muerto, y la gente que diga lo contrario fantasea".

Así de contundente es el comentario de un defensor de la opinión ortodoxa acerca de los orígenes de la lengua vasca. Como vemos, ésta lo liga a un idioma del suroeste de Francia llamado aquitano. Según dicha tesis, los vascos no serían más que un contingente de población aquitano que se habría desplazado a la zona que actualmente ocupan, tras el colapso del poder romano en el área. ("Vasconia" derivaría del aquitano "Gascuña".)

Pero ésta no es la única hipótesis. Hay quien opina que los vascos son descendientes del hombre de Cromagnon, que habitaba Europa antes de la llegada de los indoeuropeos. Luigi Luca Cavalli-Sforza es de los que piensan que los vascos son los descendientes de los artistas que pintaron Altamira y Lascaux, hace unos 15.000 años:
"Es muy probable que los vascos sean descendientes directos de los paleolíticos (y de sus sucesores mesolíticos) que vivían en el sudoeste de Francia y en el norte de España antes de que llegasen los neolíticos" (extraído de "Genes, pueblos y lenguas" .

Pero a pesar de que se mezclaron (hasta cierto punto) con estos últimos, supieron conservar su lengua, que era la lengua propia de los cromañones:
"Me parece muy verosímil la hipótesis según la cual la lengua vasca provenga de las lenguas habladas por los primeros humanos modernos de Cromagnon (hace 35.000 ó 40.000 años), cuando ocuparon por primera vez la parte sudoriental de Francia y la parte nordoriental de España, y que los grandes artistas de las cuevas que hay en la región hablasen la lengua derivada de los primeros europeos, de donde proviene el vasco moderno".

Mark Kurlansky añade a este razonamiento que los vascos compartirían ciertas características físicas de los cro-mañones, a diferencia de españoles y franceses: son más grandes, tienen más pecho, así como anchos hombros, y son más fornidos.

La genética parece aportar una prueba a favor del supuesto aislamiento ancestral del pueblo vasco: la forma Rh- (negativo) del gen AB0 es característica de Europa; y a este respecto, el porcentaje más alto lo tienen los vascos. Según Cavalli, su disminución posterior (a un nivel en cualquier caso inferior al 50%) sería atribuible a una mezcla con una población proveniente del Próximo Oriente (con Rh+). Nuevamente, el pueblo vasco se habría convertido en una "isla paleolítica" en el entorno neolítico que lo circundaba. Significativamente, Escocia, antes llamada Caledonia -país de los antiguos pictos- tiene niveles de Rh- parecidos a los vascos.

De modo similar, se suele afirmar que el vasco es un caso único y aislado, una lengua singular que, con los datos disponibles, parece sólo remotamente emparentada con otras lenguas conocidas. Como afirma Mark Kurlansky: "Es una lengua huérfana que ni siquiera pertenece a la familia indoeuropea de lenguajes" ("The Basque History of the World" . Creemos que esta consideración nace de un intento de convertir al pueblo vasco en una especie de "fósil" (o reliquia) de la Edad de Piedra. No en vano, los vasquistas están muy orgullosos de que el término que alude a hacha ("aizkora" contenga una raíz que significa "piedra" (aitz). (En cambio, otros estudiosos consideran que "aizkora" proviene del término latino "asciola".)

(En nuestra opinión, el vasco no tiene en absoluto tal carácter de lengua "huérfana". Nótese: "arktos" [oso, en griego] y "artz" [oso, en vasco]; "arko" [luz, en sánscrito], y "argi" [luz, en vasco]; "gora" [montaña, en eslavo], y "gora" [altura, en vasco].)

Sea como sea, en un punto parece haber acuerdo general: los vascos serían la población más antigua del continente europeo. Sólo por esta razón, sería lógico suponer que su lengua sería la más próxima a la primitiva lengua que se hablaría en Europa antes de la llegada de las invasiones indoeuropeas.

Ya hace mucho que existe una enconada disputa acerca de la filiación entre el vasco y la lengua íbera. A favor de dicho parentesco tenemos los siguientes argumentos:

1. La existencia de topónimos ibéricos, extendidos por toda la península, que indudablemente se parecen al vasco: Iliberris (Granada, que equivaldría al vasco "hiri-berri": ciudad nueva); Calagurris (Calahorra, que parece contener el término "gorri": rojo); Egara (Terrassa; ¿de "garai": alto?)...

2. La existencia de palabras homófonas: "egiar" versus "egin" (hacer); "salir" (en monedas de plata) versus "zilar" (plata); "saltu" versus "zaldi" (caballo); "Gizon" (nombre propio) versus "gizon" (hombre); "andere" (haciendo referencia a personas) versus "andere" (mujer); "nescato" versus "neska" (muchacha); Arse(tar) (de Arse, Sagunto), versus "Paris(tar)" (de París)... Se ha llegado incluso a descifrar un fragmento escrito en una vasija de Liria, representando una batalla naval, en el que se lee "cutua teistea" (en vasco "gudu deitzea": o sea, "llamada al combate" .

3. El vasco antiguo y el íbero parecen tener la misma estructura silábica. Y no sólo eso: no existe el sonido efe, ni probablemente el sonido pe, ni puede escribirse la secuencia muda+líquida (bri, cla...), por lo que se cree que no existieron dichos sonidos en la lengua íbera. Estos rasgos fónicos son comunes a la lengua vasca (el actual "patxaran" deriva de "basaran"; "foru" deriva del latín "forum" .

En contra de la posible homología íbero-vasca existe un argumento igualmente poderoso: además del documento de Liria antes reseñado, se afirma que no se ha podido descifrar ni una sola inscripción ibérica a partir de la lengua vasca. Ello indicaría que entre ambas lenguas mediaría un abismo. Se ha llegado a pensar que las posibles similitudes entre la lengua vasca e ibérica puedan deberse a préstamos entre una y otra, atribuibles a razones de vecindad.

Recientemente el autor Jorge Alonso García, en la revista "Selecciones de Misterios de la Arqueología" (número 3) asegura que ha conseguido descifrar la lengua ibérica haciendo uso de la lengua vasca. Para ello habría hecho servir la que sería la piedra de Rosetta de dicho idioma de la Antigüedad: una inscripción bilingüe con la leyenda "Are.Tace.Cen", acompañada del latín "Heic.Est.Sit" (aquí yace enterrado). Se da la circunstancia de que en vasco "aratze cen" significa "aquí yace el difunto" ("eratzan": acostar + "zen": difunto).

Nótense las siguientes traducciones:

Lengua ibérica: ISBATARISSEREMEM(>: ERIRIL
Transcripción fonética ibérica: ISBA.TAR.ISSERE.MEN.ER(R)I.(I)RI.(I)L
Lengua vasca (transcripción del autor): IZPI.TAR.IZAR.MEN.HERRI.HIRI.HIL
Lengua castellana: RAYO.PROCEDENTE.ESTRELLA.POTENCIA.TERRITORIO.CIUDAD.MUERTO
Traducción (propia del autor): "Potente rayo procedente de las estrellas. La ciudad de origen del muerto".

Lengua ibérica: GISKER:EGIAR:BANKEBEREIMBAR:BALTUSER:BAN:-
Transcripción fonética ibérica: GIS(A).KER(A).EGIAR:BAN.KE.BEREIM.BAR(I)
Lengua vasca (transcripción de Jorge Alonso): GISA.KERA.EGIAR:BAN.KE.BEREIM.BAR
Lengua castellana: HOMBRE.FORMA DE SER.LA VERDAD:CADA UNO.SIN.MUCHOS.SE DETIENE

Transcripción fonética ibérica: BALTU.SER.BAN
Lengua vasca (transcripción de Jorge Alonso): BALTZU.SAR.BAN
Lengua castellana: JUNTOS.SE METE DONDE NADIE LO LLAMA. CADA UNO
Traducción (de Jorge Alonso): "La verdad sobre la forma de ser del hombre: Cada uno sin muchos se detiene. Juntos cada uno se mete donde nadie lo llama".

Lengua ibérica: (A)RRSKOROITENISUNNAR
Transcripción fonética ibérica: (A)RRS(E).KORO.(O)ITEN.IS.UNNAR
Lengua vasca (transcripción de Jorge Alonso): ARSE.KORO.OITIN.EZ.UNAR-ATU
Lengua castellana: ARSE.CONSEJO.OS SUPLICA.NO.CONDUCIR AQUÍ
Traducción (de Jorge Alonso): "El consejo de Arse os suplica no conducir aquí".

Lengua ibérica: TAL¿DIBASS(A).BILBIURRSU.DU¿IN.AURRDILEIS.RRLODIRQEI
Lengua vasca (trascripcción propia del autor): TALDE.BASA.BIL-BI.UR(TU).
SU.DUIN.AURKI.LEHIA(TU)...
Lengua castellana: GENTE.SALVAJE.REUNIR-DOS.DESAPARECER.CÓLERA.DIGNO.
CASI SEGURO.ESFORZARSE...
Traducción (propia del autor): [Cuando] la gente salvaje [¿enfurecida?] se reúne de dos en dos [¿a hablar?] desaparece su digna cólera en seguida [si] se esfuerzan...

A la vista de ello, queda claro que entre la lengua vasca y la lengua ibérica podrían existir algo más que "coincidencias". Nos interesa resaltar lo siguiente: no nos parece razonable la convicción generalizada acerca de la supuesta "orfandad" de la lengua vasca, tal como refleja las siguientes homologías entre ésta y diversas lenguas célticas:

VASCO / CÉLTICO

Mendi (montaña) Mynydd (Gales), meneth (Cornualles)
Maite (querido) Maith ("bueno" en Irlanda)
Hartz (oso) Art (oso en Irlanda)
Harri (roca, piedra) Carrac (roca, gran piedra en Irlanda)
Adar (cuerno) Adarc (cuerno en Irlanda)
Andere (mujer) Ainder (mujer en Irlanda)

Tales similitudes entre lenguas de poblaciones tan alejadas y aisladas entre sí (vasca e irlandesa) hacen pensar en que dichas homologías (si no son producto de la casualidad, y no creemos que sea el caso) podrían ser consecuencia de un contacto directo entre las poblaciones ibéricas (si es que hablaban una lengua emparentada con el vasco actual) y las célticas en la fachada atlántica europea. Una prueba de tal contacto la podríamos encontrar en la estrecha similitud entre los topónimos IBERIA (España y Portugal) e IVERIU (Irlanda). Y ahora nótese las siguientes homologías entre el vasco y el griego.

VASCO / GRIEGO
Hartz (oso) / Arktos (oso)
Apar (espuma) / Aphros (espuma)
Zitu (fruto de cosecha) / Sitos (trigo)
Andere [o andre] (mujer) / Andras (masculino)

En el terreno mitológico las coincidencias son también notorias: por ejemplo, en el País Vasco es común la creencia en las "lamias" (en vasco "lamiak" , mujeres malevolentes que encantan y matan jóvenes. Entre los griegos y romanos estos seres fantásticos serían mujeres-demonio que devoraban niños. Pero esta tradición tiene aun un origen más remoto: la diosa Lamastu de la mitología babilónica, que como en el mundo clásico, representaba todos los peligros que acechan a la infancia. Entre los vascos paganos, Mari era un dios que vivía en las cuevas, y que como la Morrigan céltica adoptaba variadas formas.

Otras lenguas indoeuropeas comparten, como el griego, homologías con la lengua vasca: entre ellas el sánscrito, el gótico, el hitita... Como se ve, todas lenguas extintas o extremadamente antiguas. Ello induce a pensar: a) que el vasco habría compartido con el antiguo indoeuropeo una raíz lingüística común, b) que habrían existido préstamos entre ambas lenguas, o c) que simplemente habría mantenido una relación de vecindad con una lengua que habría aportado vocabulario tanto al vasco como al primitivo indoeuropeo. ¿Cuál sería esta lengua? ¿Tal vez una hipotética lengua pelasga?

Según Pericot, los íberos pertenecerían a un antiguo tronco del cual los bereberes constituirían otra rama. De hecho, es notorio que la onomástica íbera, según algunos especialistas, la encontramos en todo el Mediterráneo occidental (Sicilia, Cerdeña, Córcega e Italia del Sur). Nótese asimismo la distribución por el entorno mediterráneo (y alrededores) de distintas formas del topónimo IBAR:

Río Íberus (Georgia).
Río Ibar (Serbia).
Río Íberus (Bulgaria).
Río Íberus (conocido actualmente como Ebro, España).
Hebrón (Israel).
Ibarqaquen (zona montañosa del Suroeste de Marruecos).
Islas Hébridas (Gran Bretaña).
Hibernia / Iveriu (Irlanda).


El topónimo Ibar ("ibar" significa "valle" en lengua vasca) es común en el área histórica de influencia lingüística vasca, que se extiende por el Norte de España y el Sudoeste de Francia. Ibar es asimismo una raíz de gentilicio común entre los vascos (Ibarra, Ibarreche). Ibar es por otra parte la raíz del topónimo Iberia y del gentilicio Íberos. Así pues, ¿es descabellado suponer que íberos y vascos podrían estar emparentados o que, incluso, se tratasen de un mismo pueblo?

Aparte de las homologías lingüísticas y toponímicas antes reseñadas, disponemos de abundantes evidencias de la posible existencia de una protolengua pelasga a una escala como mínimo continental:

· La raíz BRITA la encontramos repartida por toda Europa: en la Brigit céltica, en la Brigantia gallega (A Coruña), en la Braganza portuguesa, en el Briançon francés, en la Britannia homónima, en la diosa Britomartis cretense, etc.

· Lo mismo se puede decir de la raíz ILI: Iliberris en España (la actual Granada), Iliria en los Balcanes (la posterior Yugoslavia), Ilión (antigua Troya)...

· El sufijo SSOS lo encontramos en todo el área mediterránea: desde Tartessos, hasta Cnossos, pasando por Parnassos.

Nótense ciertas similitudes entre las culturas ibérica y etrusca; esta última, emparentada a la tartésica (predominante en el área del sur de portugal y del oeste de Andalucía):

· En el sur de España se encuentran topónimos (Tubur, Tarasco, Arnus) idénticos a los de la Toscana, emplazamiento del pueblo etrusco.

· Homologías en la iconografía ibérica y etrusca: por ejemplo, dioses janiformes (con dos caras, como el Jano itálico), genios alados, culto al huevo y al lobo, etc. (En relación a este último símbolo, nótese que en yacimientos ibéricos se han encontrado capillas y altares dedicados a figuras de perros, incluyendo estatuas de perros-lobos. Asimismo, en la cultura íbera era común el enterramiento de perros.)

Al traducir numerosas inscripciones funerarias íberas, tartesas, etruscas o cretenses, los autores descubrieron la omnipresencia de una deidad, ATEAN-JUNE, en vasco literalmente «la señora [que está] en la puerta».Señora protectora, diosa de la fecundidad y del amor; pero al mismo tiempo guardiana de la puerta de las tumbas, señora de la oscuridad, es decir, de la muerte, hacia la que atrae y conduce a los hombres. Pero a la que al mismo tiempo éstos se encomiendan para que les ayude en la larga travesía de la muerte que dará lugar finalmente, por caminos desconocidos, a la resurrección de la vida tras la muerte. Todas las invocaciones y plegarias escritas en las lápidas mortuorias, instaladas siempre en cuevas, expresan esta misma concepción.

«La Señora en la Puerta»: ATIN en ibérico-tartésico, ATHINA en etrusco, ATANO en minoico, ATEAN en euskera,... Y que en el panteón griego reaparece como ATENA (Atenea), diosa de la sabiduría y protectora de los hombres, y único dios del que la mitología griega no es capaz de ofrecer su genealogía, haciéndola nacer, con todos sus atributos, vestida y armada, de la cabeza de Zeus. Revelando así, indirectamente, su condición ancestral de diosa primigenia.

Iberos, entendiendo por tales a todos los habitantes de la península ibérica, incluídos lusitanos, bereberes del norte de África, y vascos, sardos, etruscos y cretenses son las poblaciones del arco mediterráneo en las que todavía es posible encontrar, en mayor o menor grado de pureza, los marcadores genéticos específicos que atestiguan, sin ningún género de dudas, su pertenencia a un tronco genético común.

Pero lo más sorprendente es que a esta incontestable evidencia científica, hecha posible gracias a los avances en la biología molecular y genética, vino a sumársele el desciframiento de los idiomas ibérico, tartésico y etrusco, hasta hoy impenetrables, a partir de su «lectura» desde el vascuence actual y sus raíces lingüisticas. La tesis de la unidad del vascuence con los antiguos idiomas ibéricos de la Hispania prerromana había sido sostenida desde antiguo por numerosos lingüistas. Es sin embargo con la aparición del ensayo «Iberos, vascos y otros pueblos mediterráneos», en el que por primera vez se cruzan, y se sostienen mutuamente, dos campos científicos como el genético y el lingüistico, cuando puede darse por definitivamente corroborada esta unidad. Unidad que, además, se hace extensiva a otros idiomas que hasta ahora habían constituido un misterio insondable para los más prestigiosos lingüistas europeos. La traducción desde el vascuence de numerosas lápidas funerarias de la península ibérica, etruscas o minoicas reveló no sólo el cercano grado de parentesco de los respectivos idiomas, sino la existencia de unos acusados rasgos culturales comunes a todos estos pueblos, perfectamente delimitados y diferenciados de todas las culturas vecinas. E incluso, más allá todavía, la comprensión de estas escrituras, y la civilización a ellas asociada, permitió rastrear la influencia decisiva que han tenido en lo que hoy conocemos como las culturas clásicas (Grecia y Roma) de la antiguedad. Baste citar como ejemplo, que desarrollaremos en próximos capítulos, que el nombre de la capital por excelencia de la cultura griega, Atenas, deriva directamente del nombre que iberos, vascos, etruscos o minoicos, en distintas variantes dialectales, daban, desde mucho tiempo antes, a su principal divinidad: ATEAN JUNE, La Señora (en) la Puerta, la Diosa del Universo. Divinidad que de Grecia pasará también a Roma, desdoblada a su vez en dos dioses, June y Juno, en los que la suma de sus atributos corresponde, exactamente, con los de La Señora de los primitivos pueblos saharianos. Pero éste será el tema de la segunda parte de la hipótesis.

Las últimas investigaciones en genética de poblaciones habían venido a asentar sin ningún género de dudas el estrecho grado de parentesco que une a íberos, vascos, portugueses, sardos, etruscos, cretenses, guanches, beréberes norteafricanos, libios y egipcios revelado por la frecuencia en todos estos pueblos de los mismos marcadores genéticos específicos establecía con claridad la procedencia de todos ellos, en un tiempo no demasiado lejano, de un mismo tronco originario.

Todas estas investigaciones no hubieran ido, posiblemente, mucho más allá de satisfacer la curiosidad científica, si al mismo tiempo, avanzando en paralelo hacia el mismo punto de destino, pero por un camino y desde una disciplina completamente distintos, el historiador Jorge Alonso García, valiéndose de comprobadas técnicas de investigación lingüistica, no hubiera llegado al sorprendente desciframiento de las lenguas ibérica, tartésica, etrusca y minoica uitilizando el vascuence como única herramienta de trabajo. La unidad lingüística de esta vasta área de pueblos mediterráneos venía a añadir una pieza decisiva, que al mismo tiempo encajaba a la perfección con el mapa genético.

El desciframiento, que todos los indicios apuntan a que sea el definitivo, de los idiomas ibéricos, y su extensión desde ellos al etrusco y el minoico, obtenido por Alonso García tiene como punto de partida lo que no puede interpretarse sino como una intuición genial. Comenzó a centrar sus estudios en las frases funerarias inscritas en las lápidas de las tumbas, con la esperanza de que en ellas encontraría por regla general siempre las mismas palabras así como expresiones reiterativas muy comunes. Exactamente lo mismo que ocurre hoy en día en nuestros propios cementerios, en los que las advocaciones, recordatorios y dedicatorias son muy semejantes tanto en sus referencias espirituales como en la misma redacción y en las palabras que utilizan. Desde este punto de partida, comienza un recorrido por el desciframiento del idioma ibérico-tartésico cuyos resultados provocan un escalofrío a cualquiera que alguna vez haya sentido interés, o simplemente curiosidad, por conocer nuestro pasado más remoto, por descubrir las raíces más profundas de las colectividades que desde tiempos inmemoriales habitamos el solar hispánico.

En la puerta de la oscuridad

La transcripción de las lápidas funerarias ibérico-tartésicas y su interpretación desde el vascuence comenzó con dos vocablos que aparecían de forma reiterada en todas ellas: BALCE y ATIN. No resultó especialmente difícil, cuenta el profesor Alonso García, identificarlos en el vascuence actual. BALCE (ibero) se relacionaba claramente con BALTZ (euskera) que significa «negrura». ATIN, por su parte, partía de la misma raíz que el vascuence ATE = «Puerta», que en este caso se encontraba declinada, ATE-AN que en euskera sería "En la puerta". Algo más de tiempo le llevó darse cuenta que, en realidad BALCEATIN, «En la puerta de la oscuridad», era el nombre con el que íberos y tartesos denominaban a la sepultura. Era para ellos, por tanto, no sólo un punto de llegada al morir, sino también, y a la vez, un punto de partida hacia el reino de las sombras, es decir, de la oscuridad.

Poco a poco se reconocieron en las distintas inscripciones nuevas equivalencias del vocabulario euskera, así como verbos, pronombres, artículos, numerales,... que abundaban en la certeza de la hipótesis del parentesco vasco-ibérico. A medida que se ampliaba el vocabulario perfectamente probado en diferentes textos, se acometía la interpretación de párrafos cada vez más amplios y más complejos, con lo que paralelamente se iba confeccionando un pequeño diccionario auxiliar, lo que sería de gran ayuda pues, como habían intuido desde el principio, muchas palabras se repetían en las frases funerarias, con lo que cada vez resultaba más sencillo aislar las palabras nuevas que aparecían. (Ver comparaciones) Pero la genialidad de la intuición de centrarse en las lápidas funerarias no sólo residía en las facilidades encontradas para su desciframiento y la consiguiente elaboración de un diccionario que hoy ya reúne más de 4.000 términos traducidos con seguridad del ibérico-tartésico al español a través del vascuence. Junto al vocabulario iba apareciendo también un conjunto de creencias relativas a la vida de ultratumba que conformaban, a medida que tomaban cuerpo, todo un complejo sistema, una representación del mundo en el que las relaciones internas de los distintos grupos sociales que habitaban la península, de éstos con la naturaleza y con otros grupos presentan un grado de elaboración y desarrollo que las diferencian cualitativamente de las ideologías espontáneas de las comunidades primitivas que existían a su alrededor.

El desciframiento del significado ritual de las frases funerarias ibérico-tartésicas, y su posterior extensión a las lápidas etruscas y cretenses con idénticos resultados, nos colocan, verdaderamente, en las puertas mismas del origen de la civilización.

Pero no precipitemos acontecimientos. Próximos capítulos nos exigirán desarrollar más ampliamente esta fascinante y compleja transformación. Antes es necesario ofrecer una visión completa del proceso que llevó a descifrar definitivamente idiomas que durante siglos habían permanecido en la más completa oscuridad. El siguiente paso significativo en el proceso de desciframiento fue el descubrimiento de una inscripción que, si bien ya estaba publicada desde el siglo pasado por Hubner, había pasado sorprendentemente inadvertida para los investigadores desde entonces. Se trata de un epígrafe funerario cuyo encabezamiento está redactado en latín, encabezando una frase bilingüe, lo que hacía pensar que la frase en íbero podía corresponder con la latina. Y así era en efecto, pues tras el HEIC.EST.SIT (latín), es decir «Aquí yace», la expresión ibérica ARE-TACE equivale por completo a la euskera ARATZE, es decir «Te hace yacer». A modo simplemente de ejemplo, no nos resistimos a reproducir aquí la transcripción de una de las inscripciones recogidas por Alonso García a fin de dar una idea más completa del método comparativo utilizado por el investigador español. Se trata de una inscripción procedente de Tarragona. En ella puede leerse, transcrita de acuerdo con los valores fonéticos descubiertos hace ya muchas décadas por Gómez-Moreno: ARETACE-ATIN-BELA-UR-ANDA. Su lectura comparativa con el vascuence no deja lugar a la duda: ARATZE-ATEAN-BELA-UR-ANDA. Lo que en lengua española sería: TE HACE YACER-EN LA PUERTA-NEGRAS-AGUAS-ATAÚD. Redactado en castellano moderno (no podemos olvidar que estamos hablando de lenguas de hace miles de años, en las que la riqueza de vocabulario, sintaxis y giros se encuentran todavía en una etapa incipiente) la inscripción completa rezaría: AQUÍ YACE EL FÉRETRO EN LA PUERTA DE LAS OSCURAS AGUAS.

A medida que avanzaba la investigación, se revelaba que la cercanía entre el íbero y el euskera era mucho mayor de lo que pudiera pensarse al principio. De las lápidas funerarias brotaban expresiones y plegarias sencillas redactadas con un vocabulario casi uniforme en todo el territorio habitado por íberos y tartesos, y que la lengua vasca permitía descifrar a un ritmo constante y haciéndoles adquirir cada vez mayor sentido, no sólo en sí mismas, como frases aisladas pero congruentes, sino en su totalidad: como un conjunto de creencias ordenadas y coherentes sobre la vida, la muerte y la vida más allá de la muerte. En el cuadro adjunto puede observarse la inequívoca relación de cercano parentesco que existe entre el ibérico-tartésico, el etrusco, el minoico y el vascuence. Esta relación se refiere sólo y exclusivamente a las principales palabras funerarias encontradas en las lápidas y bronces. No tiene por ello nada de aventurado avanzar la hipótesis, sostenida por Alonso García, de que todas forman parte de una misma gran familia de lenguas y proceden, en un tiempo no demasiado lejano, de un mismo idioma pre-indoeuropeo.

Los antiguos pobladores de la Península Ibérica.

Según el texto bíblico, Abraham, llamado el hebreo, desciende de EBER, bisnieto de Sem, hijo de Noé.
Eber aparece, pues, como antepasado epónimo de la tribu, y es curioso que no haya llamado la atención, como conviene, el parecido de este nombre con el de IBER o ibero.
Además, Eber significa en hebreo «más allá», estando EBER íntimamente ligado a la raíz hebrea "ABAR" que siginfica "cruzar un rio", en vasco antiguo IBAR se traduce como "rio" y en la Enciclopedia Británica leemos que el significado de Iberia, según la etimología vasca, es «el país del río» = Ibaierri.

Y si bien, para situar a Eber pensamos automáticamente en el Eufrates, no hemos de olvidar que el Ebro, antiguamente Ibero, es el río de Iberia y de los iberos.
"
Iberia es el país civilizado más antiguo del mundo, han podido escribir W. deMiIosz y D.Duvillé”.

De aquí, Iberia, salió el pueblo llamado IBRI en la Biblia, y de aquí salieron también esos otros iberos que se establecieron a los pies del Caucaso, en Georgia y en la costa siria, procedentes de los ribazos NÚMIDAS. (Africa), los Fenicios-BEREBERES, con su dios Atlas resueltamente occidental, lo mismo que los frigios y que los habitantes de las costas atlánticas, futuros egipcios y fundadores de la civilización y de la monarquía tinitas, portadores del emblema real de la abeja. Y desde el oriente regresaron más tarde hasta aquí los celtíberos, los íberos celtas, los Bebrices o Beribraces que no son otros, según nos relata Plinio, que los íberos del Cáucaso.

En términos científicos, los habitantes autóctonos de Iberia descendían de los dolicocéfalos magdalenienses y, por éstos, de los auriñacienses y solutrenses de Francia y de España, pues no hay que olvidar que Iberia empezaba en el Ródano.

Fueron estos autóctonos los que, después de haber sido instruidos por unos iniciadores o civilizadores de cultura superior (los Elohim atlantes), se extendieron a lo largo de las costas mediterráneas.

Así se explica que que el recuerdo del Ebro-Ibero, haya subsistido en Oriente a través de los milenios y que, según leyes que no han de sorprender a los lingüistas, se haya transformado en Eufra-Eufrates, después de haber sido Ebra-Ébrates-
Añadamos que las tradiciones éuscaras conocían la existencia de unas tierras más allá del Océano.

Existe, además, el difícil problema de los alfabetos, puesto que Iberia conoció la escritura mucho antes de la romanización y de los primeros establecimientos fenicios en la Península.

En el escudo de Tarazona puede leerse la leyenda "Tubal Caín me aedificavit. Hercules me reaedificavit". Tubalcaín, fue el primer forjador de hierro que cita la Biblia; era hijo de Sella, segunda esposa de Lamech, hijo de Mathusalen, de estirpe cainita. René Guenón señala que la evidente similitud entre Vulcano (padre de Caco quien segun las leyendas fue derrotado por Hercules, tras lo cual éste último fundó la ciudad de Ágreda en los alrededores del Moncayo, hace unos 3000 años) y Tubalcaín es clara en la cábala fonética, siendo además, ambos, herreros, la metalurgia dió lugar a ritos iniciáticos tan importantes como el de los Misterios cabíricos de Samotracia y Beocia

Podemos creer razonablemente al historiador Ocampo, cuando, de acuerdo con las antiguas crónicas españolas, nos dice que el alfabeto fue enseñado a los primeros ha-bitantes de la península por Túbal , hijo de Jafet . Ello queda plenamente justificado por las referencias expresas de los escritores antiguos más dignos de crédito, a las relaciones escritas que conservaban los antiguos iberos ya, en aquel tiempo, de más de SEIS MIL años. (Cultura iberoeuskérica, Algorta, 1982, pp. 13-14): "...Nos dice Estrabón que los Turdetanos estaban orgullosos de su lengua, que ya entonces tenía 6.000 años de antigüedad, o sea unos 8.500 años desde nuestros tiempos. Hacían sus leyes en verso. Nosotros añadimos que este idioma fue el euskera...."


La llamada raza de Cro-Magon, que ha decorado con pinturas y esculturas las paredes de nuestras grutas, los mangos de sus armas y de sus herramientas, poseía en grado sumo el sentimiento estético.
Presentaba características semejantes a la de los vascos, de los guanches y de los cábilas, y se extendió a todo el Africa del Norte, y al Occidente y sur de Europa.

Fueron los antepasados de los EGIPCIOS, de los pelasgos, de los libios, de los fenicios, de los etruscos y de los ibero-ligures.

Si se admite el origen atlántico y mediterráneo occidental de los pueblos que hemos evocado, desparramándose a través del Mediterráneo, colonizando las islas de Chipre y del mar Egeo, implantándose en Caria y en el delta del Nilo, ANTES DEL QUINTO MILENIO, el problema se explica; si no, es insoluble.

Por otra parte Adriano Romualdi escribe en su libro "Los orígenes de los indoeuropeos" : " Durante decenas de miles de años una profunda cubierta de hielo se extendió por toda la Europa septentrional, alcanzando el curso inferior del Rín y los Cárpatos. En aquella época la Europa central era una tundra polar, mientras que en la Península Ibérica vivían grandes manadas de renos y bisontes. Las comunidades humanas que permanecieron en el continente se concentraban principalmente en las costas atlánticas, donde el clima marítimo y la corriente del Golfo, junto a una gran cantidad de abrigos y cavernas, ofrecían condiciones de vida más tolerables... ... En esta eterna estación de niebla y hielo, no lo suficinetemente gélida como para impedir la vida pero sí como para hacerla dura y difícil, creció el tipo humano de pigmentación débil y ojos claros, mal adaptado a la luz y el calor del sol, pero robusto, altamente seleccionado y provisto de calma, firmeza y tenacidad, a partir de la raza de Cromagnon - a quienes debemos las pinturas del norte de la Península Ibérica- cuya estatura media se situaba en torno a los 1,80 metros de altura. En la convergencia de este tipo con una especie más pequeña, dolicocéfala y grácil (el hombre de Chancelade o el de Aurignac) podemos buscar el origen de las actuales razas rubias: la dálica y la nórdica. En aquel clima de continuo invierno, este tipo humano desarrolló las características propias de la gente del norte, las mismas de los pueblos arios."

Según el Génesis, los habitantes de IBERIA descienden de Javán, hijo de Jafet, emparentándolos con los grecopelasgos de la isla de Chipre. Serían, pues, esos mediterráneos Occidentales, entre los que se cuentan los IBRI, antepasados de los hebreos, que poblaron las islas del mar Egeo y el delta, llevando consigo un dios tocado con plumas sobre la cabeza, como el hombre occidental de la pintura de Biban el Moluc (Egipto) y como el primer dios de los aztecas de México.

En la Península Ibérica, en un radio aproximado de 200 Km. alrededor de la actual Cadiz, nos encontramos con los restos más antiguos conocidos de obras megalíticas o de pirámides construidas por el hombre, concretamente el conjunto monumental de "Cueva de Menga" es una sintesis perfecta entre la cultura o arquitectura megalítica y la de las pirámides, siendo además anterior a cualquier megalito o pirámide de construcción no ibérica. Teniendo esto en cuenta, podemos afirmar que la perdida "raza de constructores de megalitos" de la que hablaba Coon en capítulos anteriores era originaria de la Península y que este pueblo en el conjunto de sus migraciones se extendió tanto Hacia el Norte como hacia el Sur, creando a su paso los mayores conjuntos monumentales y civilizaciones de la antiguedad donde dejaría impresos sus profundísimos conocimientos astronomicos y arquitectónicos. Es de esta mítica raza, los Atlantes, de quienes descendían los tartessos, bereberes (rubios), guanches, libios, hebreos, etruscos, pelasgos (cretenses), tírsenos, sardos, umbros, caledones (escoceses), irlandeses, británicos, sumerios, egipcios y vascos entre otros y será esta raza de Atlantes la creadora de grandes civilizaciones como la minoica (cretenses), la maya o la egipcia y de increilbles monumentos como el de Stonehenge o Carnac.