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IBERIA: CUNA DE CIVILIZACIONES

 

 

 

 

 

 

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CAPÍTULO 9:

¿QUÉ LENGUA HABLABAN LOS ÍBEROS?

"¿Está el idioma vasco relacionado con otras lenguas, vivas o muertas? No, no lo está; al menos, no de forma que pueda ser discernible. Por más de una centuria, numerosos entusiastas buscadores de remotas relaciones con otras lenguas han tratado de relacionar el vasco con casi todas las lenguas del Viejo Mundo, y con muchas del Nuevo. A pesar de sus pretensiones de éxito, ninguna de ellas podría superar siquiera el más superficial escrutinio.
... Aparte del aquitano, no hay la menor evidencia que relacione el vasco con otro lenguaje, vivo o muerto, y la gente que diga lo contrario fantasea".

Así de contundente es el comentario de un defensor de la opinión ortodoxa acerca de los orígenes de la lengua vasca. Como vemos, ésta lo liga a un idioma del suroeste de Francia llamado aquitano. Según dicha tesis, los vascos no serían más que un contingente de población aquitano que se habría desplazado a la zona que actualmente ocupan, tras el colapso del poder romano en el área. ("Vasconia" derivaría del aquitano "Gascuña".)

Pero ésta no es la única hipótesis. Hay quien opina que los vascos son descendientes del hombre de Cromagnon, que habitaba Europa antes de la llegada de los indoeuropeos. Luigi Luca Cavalli-Sforza es de los que piensan que los vascos son los descendientes de los artistas que pintaron Altamira y Lascaux, hace unos 15.000 años:
"Es muy probable que los vascos sean descendientes directos de los paleolíticos (y de sus sucesores mesolíticos) que vivían en el sudoeste de Francia y en el norte de España antes de que llegasen los neolíticos" (extraído de "Genes, pueblos y lenguas" .

Pero a pesar de que se mezclaron (hasta cierto punto) con estos últimos, supieron conservar su lengua, que era la lengua propia de los cromañones:


"Me parece muy verosímil la hipótesis según la cual la lengua vasca provenga de las lenguas habladas por los primeros humanos modernos de Cromagnon (hace 35.000 ó 40.000 años), cuando ocuparon por primera vez la parte sudoriental de Francia y la parte nordoriental de España, y que los grandes artistas de las cuevas que hay en la región hablasen la lengua derivada de los primeros europeos, de donde proviene el vasco moderno".

Mark Kurlansky añade a este razonamiento que los vascos compartirían ciertas características físicas de los cro-mañones, a diferencia de españoles y franceses: son más grandes, tienen más pecho, así como anchos hombros, y son más fornidos.

La genética parece aportar una prueba a favor del supuesto aislamiento ancestral del pueblo vasco: la forma Rh- (negativo) del gen AB0 es característica de Europa; y a este respecto, el porcentaje más alto lo tienen los vascos. Según Cavalli, su disminución posterior (a un nivel en cualquier caso inferior al 50%) sería atribuible a una mezcla con una población proveniente del Próximo Oriente (con Rh+). Nuevamente, el pueblo vasco se habría convertido en una "isla paleolítica" en el entorno neolítico que lo circundaba. Significativamente, Escocia, antes llamada Caledonia -país de los antiguos pictos- tiene niveles de Rh- parecidos a los vascos.

De modo similar, se suele afirmar que el vasco es un caso único y aislado, una lengua singular que, con los datos disponibles, parece sólo remotamente emparentada con otras lenguas conocidas. Como afirma Mark Kurlansky: "Es una lengua huérfana que ni siquiera pertenece a la familia indoeuropea de lenguajes" ("The Basque History of the World”. Creemos que esta consideración nace de un intento de convertir al pueblo vasco en una especie de "fósil" (o reliquia) de la Edad de Piedra. No en vano, los vasquistas están muy orgullosos de que el término que alude a hacha ("aizkora" contenga una raíz que significa "piedra" (aitz). (En cambio, otros estudiosos consideran que "aizkora" proviene del término latino "asciola".)

(En nuestra opinión, el vasco no tiene en absoluto tal carácter de lengua "huérfana". Nótese: "arktos" [oso, en griego] y "artz" [oso, en vasco]; "arko" [luz, en sánscrito], y "argi" [luz, en vasco]; "gora" [montaña, en eslavo], y "gora" [altura, en vasco].)

Sea como sea, en un punto parece haber acuerdo general: los vascos serían la población más antigua del continente europeo. Sólo por esta razón, sería lógico suponer que su lengua sería la más próxima a la primitiva lengua que se hablaría en Europa antes de la llegada de las invasiones indoeuropeas.

Ya hace mucho que existe una enconada disputa acerca de la filiación entre el vasco y la lengua íbera. A favor de dicho parentesco tenemos los siguientes argumentos:

1. La existencia de topónimos ibéricos, extendidos por toda la península, que indudablemente se parecen al vasco: Iliberris (Granada, que equivaldría al vasco "hiri-berri": ciudad nueva); Calagurris (Calahorra, que parece contener el término "gorri": rojo); Egara (Terrassa; ¿de "garai": alto?)...

2. La existencia de palabras homófonas: "egiar" versus "egin" (hacer); "salir" (en monedas de plata) versus "zilar" (plata); "saltu" versus "zaldi" (caballo); "Gizon" (nombre propio) versus "gizon" (hombre); "andere" (haciendo referencia a personas) versus "andere" (mujer); "nescato" versus "neska" (muchacha); Arse(tar) (de Arse, Sagunto), versus "Paris(tar)" (de París)... Se ha llegado incluso a descifrar un fragmento escrito en una vasija de Liria, representando una batalla naval, en el que se lee "cutua teistea" (en vasco "gudu deitzea": o sea, "llamada al combate" .

3. El vasco antiguo y el íbero parecen tener la misma estructura silábica. Y no sólo eso: no existe el sonido efe, ni probablemente el sonido pe, ni puede escribirse la secuencia muda+líquida (bri, cla...), por lo que se cree que no existieron dichos sonidos en la lengua íbera. Estos rasgos fónicos son comunes a la lengua vasca (el actual "patxaran" deriva de "basaran"; "foru" deriva del latín "forum" .

En contra de la posible homología íbero-vasca existe un argumento igualmente poderoso: además del documento de Liria antes reseñado, se afirma que no se ha podido descifrar ni una sola inscripción ibérica a partir de la lengua vasca. Ello indicaría que entre ambas lenguas mediaría un abismo. Se ha llegado a pensar que las posibles similitudes entre la lengua vasca e ibérica puedan deberse a préstamos entre una y otra, atribuibles a razones de vecindad.

Recientemente el autor Jorge Alonso García, en la revista "Selecciones de Misterios de la Arqueología" (número 3) asegura que ha conseguido descifrar la lengua ibérica haciendo uso de la lengua vasca. Para ello habría hecho servir la que sería la piedra de Rosetta de dicho idioma de la Antigüedad: una inscripción bilingüe con la leyenda "Are.Tace.Cen", acompañada del latín "Heic.Est.Sit" (aquí yace enterrado). Se da la circunstancia de que en vasco "aratze cen" significa "aquí yace el difunto" ("eratzan": acostar + "zen": difunto).

Nótense las siguientes traducciones:

Lengua ibérica: ISBATARISSEREMEM(>: ERIRIL
Trascripción fonética ibérica: ISBA.TAR.ISSERE.MEN.ER(R)I.(I)RI.(I)L
Lengua vasca (transcripción del autor): IZPI.TAR.IZAR.MEN.HERRI.HIRI.HIL
Lengua castellana: RAYO.PROCEDENTE.ESTRELLA.POTENCIA.TERRITORIO.CIUDAD.MUERTO
Traducción (propia del autor): "Potente rayo procedente de las estrellas. La ciudad de origen del muerto".

Lengua ibérica: GISKER:EGIAR:BANKEBEREIMBAR:BALTUSER:BAN:-
Trascripción fonética ibérica: GIS(A).KER(A).EGIAR:BAN.KE.BEREIM.BAR(I)
Lengua vasca (trascripción de Jorge Alonso): GISA.KERA.EGIAR:BAN.KE.BEREIM.BAR
Lengua castellana: HOMBRE.FORMA DE SER.LA VERDAD:CADA UNO.SIN.MUCHOS.SE DETIENE

Transcripción fonética ibérica: BALTU.SER.BAN
Lengua vasca (trascripción de Jorge Alonso): BALTZU.SAR.BAN
Lengua castellana: JUNTOS. SE METE DONDE NADIE LO LLAMA. CADA UNO
Traducción (de Jorge Alonso): "La verdad sobre la forma de ser del hombre: Cada uno sin muchos se detiene. Juntos cada uno se mete donde nadie lo llama".

Lengua ibérica: (A)RRSKOROITENISUNNAR
Transcripción fonética ibérica: (A)RRS(E).KORO.(O)ITEN.IS.UNNAR
Lengua vasca (transcripción de Jorge Alonso): ARSE.KORO.OITIN.EZ.UNAR-ATU
Lengua castellana: ARSE.CONSEJO.OS SUPLICA.NO.CONDUCIR AQUÍ
Traducción (de Jorge Alonso): "El consejo de Arse os suplica no conducir aquí".

Lengua ibérica: TAL¿DIBASS(A).BILBIURRSU.DU¿IN.AURRDILEIS.RRLODIRQEI
Lengua vasca (trascripción propia del autor): TALDE.BASA.BIL-BI.UR(TU).
SU.DUIN.AURKI.LEHIA(TU)...
Lengua castellana: GENTE.SALVAJE.REUNIR-DOS.DESAPARECER.CÓLERA.DIGNO.
CASI SEGURO.ESFORZARSE...
Traducción (propia del autor): [Cuando] la gente salvaje [¿enfurecida?] se reúne de dos en dos [¿a hablar?] desaparece su digna cólera en seguida [si] se esfuerzan...

A la vista de ello, queda claro que entre la lengua vasca y la lengua ibérica podrían existir algo más que "coincidencias". Nos interesa resaltar lo siguiente: no nos parece razonable la convicción generalizada acerca de la supuesta "orfandad" de la lengua vasca, tal como refleja las siguientes homologías entre ésta y diversas lenguas célticas:

VASCO / CÉLTICO

Mendi (montaña) Mynydd (Gales), meneth (Cornualles)
Maite (querido) Maith ("bueno" en Irlanda)
Hartz (oso) Art (oso en Irlanda)
Harri (roca, piedra) Carrac (roca, gran piedra en Irlanda)
Adar (cuerno) Adarc (cuerno en Irlanda)
Andere (mujer) Ainder (mujer en Irlanda)

Tales similitudes entre lenguas de poblaciones tan alejadas y aisladas entre sí (vasca e irlandesa) hacen pensar en que dichas homologías (si no son producto de la casualidad, y no creemos que sea el caso) podrían ser consecuencia de un contacto directo entre las poblaciones ibéricas (si es que hablaban una lengua emparentada con el vasco actual) y las célticas en la fachada atlántica europea. Una prueba de tal contacto la podríamos encontrar en la estrecha similitud entre los topónimos IBERIA (España y Portugal) e IVERIU (Irlanda). Y ahora nótese las siguientes homologías entre el vasco y el griego.

VASCO / GRIEGO
Hartz (oso) / Arktos (oso)
Apar (espuma) / Aphros (espuma)
Zitu (fruto de cosecha) / Sitos (trigo)
Andere [o andre] (mujer) / Andras (masculino)

En el terreno mitológico las coincidencias son también notorias: por ejemplo, en el País Vasco es común la creencia en las "lamias" (en vasco "lamiak”, mujeres malevolentes que encantan y matan jóvenes. Entre los griegos y romanos estos seres fantásticos serían mujeres-demonio que devoraban niños. Pero esta tradición tiene aun un origen más remoto: la diosa Lamastu de la mitología babilónica, que como en el mundo clásico, representaba todos los peligros que acechan a la infancia. Entre los vascos paganos, Mari era un dios que vivía en las cuevas, y que como la Morrigan céltica adoptaba variadas formas.

Otras lenguas indoeuropeas comparten, como el griego, homologías con la lengua vasca: entre ellas el sánscrito, el gótico, el hitita... Como se ve, todas lenguas extintas o extremadamente antiguas. Ello induce a pensar: a) que el vasco habría compartido con el antiguo indoeuropeo una raíz lingüística común, b) que habrían existido préstamos entre ambas lenguas, o c) que simplemente habría mantenido una relación de vecindad con una lengua que habría aportado vocabulario tanto al vasco como al primitivo indoeuropeo. ¿Cuál sería esta lengua? ¿Tal vez una hipotética lengua pelasga?

Según Pericot, los íberos pertenecerían a un antiguo tronco del cual los bereberes constituirían otra rama. De hecho, es notorio que la onomástica íbera, según algunos especialistas, la encontramos en todo el Mediterráneo occidental (Sicilia, Cerdeña, Córcega e Italia del Sur). Nótese asimismo la distribución por el entorno mediterráneo (y alrededores) de distintas formas del topónimo IBAR:

Río Íberus (Georgia).
Río Ibar (Serbia).
Río Íberus (Bulgaria).
Río Íberus (conocido actualmente como Ebro, España).
Hebrón (Israel).
Ibarqaquen (zona montañosa del Suroeste de Marruecos).
Islas Hébridas (Gran Bretaña).
Hibernia / Iveriu (Irlanda).


El topónimo Ibar ("ibar" significa "valle" en lengua vasca) es común en el área histórica de influencia lingüística vasca, que se extiende por el Norte de España y el Sudoeste de Francia. Ibar es asimismo una raíz de gentilicio común entre los vascos (Ibarra, Ibarreche). Ibar es por otra parte la raíz del topónimo Iberia y del gentilicio Íberos. Así pues, ¿es descabellado suponer que íberos y vascos podrían estar emparentados o que, incluso, se tratasen de un mismo pueblo?

Aparte de las homologías lingüísticas y toponímicas antes reseñadas, disponemos de abundantes evidencias de la posible existencia de una protolengua pelasga a una escala como mínimo continental:

· La raíz BRITA la encontramos repartida por toda Europa: en la Brigit céltica, en la Brigantia gallega (A Coruña), en la Braganza portuguesa, en el Briançon francés, en la Britannia homónima, en la diosa Britomartis cretense, etc.

· Lo mismo se puede decir de la raíz ILI: Iliberris en España (la actual Granada), Iliria en los Balcanes (la posterior Yugoslavia), Ilión (antigua Troya)...

· El sufijo SSOS lo encontramos en todo el área mediterránea: desde Tartessos, hasta Cnossos, pasando por Parnassos.

Nótense ciertas similitudes entre las culturas ibérica y etrusca; esta última, emparentada a la tartésica (predominante en el área del sur de Portugal y del oeste de Andalucía):

· En el sur de España se encuentran topónimos (Tubur, Tarasco, Arnus) idénticos a los de la Toscana, emplazamiento del pueblo etrusco.

· Homologías en la iconografía ibérica y etrusca: por ejemplo, dioses janiformes (con dos caras, como el Jano itálico), genios alados, culto al huevo y al lobo, etc. (En relación a este último símbolo, nótese que en yacimientos ibéricos se han encontrado capillas y altares dedicados a figuras de perros, incluyendo estatuas de perros-lobos. Asimismo, en la cultura íbera era común el enterramiento de perros.)

Al traducir numerosas inscripciones funerarias íberas, tartesias, etruscas o cretenses, los autores descubrieron la omnipresencia de una deidad, ATEAN-JUNE, en vasco literalmente «la señora [que está] en la puerta».Señora protectora, diosa de la fecundidad y del amor; pero al mismo tiempo guardiana de la puerta de las tumbas, señora de la oscuridad, es decir, de la muerte, hacia la que atrae y conduce a los hombres. Pero a la que al mismo tiempo éstos se encomiendan para que les ayude en la larga travesía de la muerte que dará lugar finalmente, por caminos desconocidos, a la resurrección de la vida tras la muerte. Todas las invocaciones y plegarias escritas en las lápidas mortuorias, instaladas siempre en cuevas, expresan esta misma concepción.

«La Señora en la Puerta»: ATIN en ibérico-tartéssico, ATHINA en etrusco, ATANO en minoico, ATEAN en euskera,... Y que en el panteón griego reaparece como ATENA (Atenea), diosa de la sabiduría y protectora de los hombres, y único dios del que la mitología griega no es capaz de ofrecer su genealogía, haciéndola nacer, con todos sus atributos, vestida y armada, de la cabeza de Zeus. Revelando así, indirectamente, su condición ancestral de diosa primigenia.

Iberos, entendiendo por tales a todos los habitantes de la península ibérica, incluidos lusitanos, bereberes del norte de África, y vascos, sardos, etruscos y cretenses son las poblaciones del arco mediterráneo en las que todavía es posible encontrar, en mayor o menor grado de pureza, los marcadores genéticos específicos que atestiguan, sin ningún género de dudas, su pertenencia a un tronco genético común.

Pero lo más sorprendente es que a esta incontestable evidencia científica, hecha posible gracias a los avances en la biología molecular y genética, vino a sumársele el desciframiento de los idiomas ibérico, tartéssico y etrusco, hasta hoy impenetrables, a partir de su «lectura» desde el vascuence actual y sus raíces lingüísticas. La tesis de la unidad del vascuence con los antiguos idiomas ibéricos de la Hispania prerromana había sido sostenida desde antiguo por numerosos lingüistas. Es sin embargo con la aparición del ensayo «Iberos, vascos y otros pueblos mediterráneos», en el que por primera vez se cruzan, y se sostienen mutuamente, dos campos científicos como el genético y el lingüístico, cuando puede darse por definitivamente corroborada esta unidad. Unidad que, además, se hace extensiva a otros idiomas que hasta ahora habían constituido un misterio insondable para los más prestigiosos lingüistas europeos. La traducción desde el vascuence de numerosas lápidas funerarias de la península ibérica, etruscas o minoicas reveló no sólo el cercano grado de parentesco de los respectivos idiomas, sino la existencia de unos acusados rasgos culturales comunes a todos estos pueblos, perfectamente delimitados y diferenciados de todas las culturas vecinas. E incluso, más allá todavía, la comprensión de estas escrituras, y la civilización a ellas asociada, permitió rastrear la influencia decisiva que han tenido en lo que hoy conocemos como las culturas clásicas (Grecia y Roma) de la antigüedad. Baste citar como ejemplo, que desarrollaremos en próximos capítulos, que el nombre de la capital por excelencia de la cultura griega, Atenas, deriva directamente del nombre que iberos, vascos, etruscos o minoicos, en distintas variantes dialectales, daban, desde mucho tiempo antes, a su principal divinidad: ATEAN JUNE, La Señora (en) la Puerta, la Diosa del Universo. Divinidad que de Grecia pasará también a Roma, desdoblada a su vez en dos dioses, June y Juno, en los que la suma de sus atributos corresponde, exactamente, con los de La Señora de los primitivos pueblos saharianos. Pero éste será el tema de la segunda parte de la hipótesis.

Las últimas investigaciones en genética de poblaciones habían venido a asentar sin ningún género de dudas el estrecho grado de parentesco que une a íberos, vascos, portugueses, sardos, etruscos, cretenses, guanches, beréberes norteafricanos, libios y egipcios revelado por la frecuencia en todos estos pueblos de los mismos marcadores genéticos específicos establecía con claridad la procedencia de todos ellos, en un tiempo no demasiado lejano, de un mismo tronco originario.

Todas estas investigaciones no hubieran ido, posiblemente, mucho más allá de satisfacer la curiosidad científica, si al mismo tiempo, avanzando en paralelo hacia el mismo punto de destino, pero por un camino y desde una disciplina completamente distintos, el historiador Jorge Alonso García, valiéndose de comprobadas técnicas de investigación lingüística, no hubiera llegado al sorprendente desciframiento de las lenguas ibérica, tartésica, etrusca y minoica utilizando el vascuence como única herramienta de trabajo. La unidad lingüística de esta vasta área de pueblos mediterráneos venía a añadir una pieza decisiva, que al mismo tiempo encajaba a la perfección con el mapa genético.

El desciframiento, que todos los indicios apuntan a que sea el definitivo, de los idiomas ibéricos, y su extensión desde ellos al etrusco y el minoico, obtenido por Alonso García tiene como punto de partida lo que no puede interpretarse sino como una intuición genial. Comenzó a centrar sus estudios en las frases funerarias inscritas en las lápidas de las tumbas, con la esperanza de que en ellas encontraría por regla general siempre las mismas palabras así como expresiones reiterativas muy comunes. Exactamente lo mismo que ocurre hoy en día en nuestros propios cementerios, en los que las advocaciones, recordatorios y dedicatorias son muy semejantes tanto en sus referencias espirituales como en la misma redacción y en las palabras que utilizan. Desde este punto de partida, comienza un recorrido por el desciframiento del idioma ibérico-tartéssico cuyos resultados provocan un escalofrío a cualquiera que alguna vez haya sentido interés, o simplemente curiosidad, por conocer nuestro pasado más remoto, por descubrir las raíces más profundas de las colectividades que desde tiempos inmemoriales habitamos el solar hispánico.

En la puerta de la oscuridad

 

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