TARTESSOS

 
                                                     

IBERIA: CUNA DE CIVILIZACIONES

 

 

 

 

 

 

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CAPÍTULO 2:

EN BUSCA DE LA ATLÁNTIDA

 

Durante cincuenta años de su vida, el profesor Schulten efectuó investigaciones históricas y arqueológicas en la Península Ibérica, ya que era en este lugar donde entendía que debía situarse la extremidad de la gran isla engullida. Schulten, quien creía que la Península Ibérica era un resto del continente sumergido, identificaba al reino de Tartessos con la Atlántida. Los orígenes de Tartessos son oscuros y se remontarían a la cultura megalítica. El reino de Tartessos es mencionado de un modo vago en las fuentes clásicas y durante mucho tiempo llegó a dudarse de la historicidad de este reino, pero hoy parece no haber dudas de su existencia. Su extensión geográfica abarcaba el sur de España y Portugal, desde Alicante, en el E., hasta la desembocadura del Tajo (la actual Lisboa), en el Oeste. Schulten no encontró la Atlántida, pero sí una ciudad ibérica desaparecida: Numancia, descrita en su tiempo por Cornelio Escipión (133 a. de C.). Las excavaciones se prosiguieron desde 1905 hasta 1908. De la misma manera, Schulten situaba la principal ciudad de la Atlántida, Tartessos, en la actual Andalucía, en la zona de la desembocadura del rio Guadalquivir. En la antigüedad, esta ciudad tenía la reputación de ser fabulosamente rica. La campiña que la rodea fue descrita por Posidonio, que hace de ella una pintura muy detallada: ricos cultivos, una población increíblemente numerosa y activa serían la característica de este país, rico también en metales de todas clases, oro, plata, cobre y estaño. Si se concede crédito a Rufus Fistus Avenius, quien reeditó hacia el año 400 a. de C. un tratado de Geografía Antigua, Tartessos habría poseído, hacia el año 500 antes de C., cuando sería destruido por los cartagineses, la civilización más evolucionada del antiguo Occidente. ¿Se trataría de un resto que habría escapado a la destrucción de la Atlántida? ¿Una colonia atlante tal vez?. Sería arriesgada una afirmación categórica. Quizás las excavaciones realizadas cerca de Sevilla, en el famoso lecho de la desembocadura del Guadalquivir, resucitarán la ciudad desaparecida que el alemán Schulten considera la ciudad legendaria de los reyes atlantes…

 

En España tenemos a personalidades como mosén Jacinto Verdaguer, quien narró la catástrofe divina, ejecutada por Hércules, que se desató ante la degeneración de los atlantes hispanos. Amante de los mitos griegos y los saberes paganos, Verdaguer estaba al tanto de las teorías que hacia la fecha de publicación de su poema (1877) surgieron sobre la existencia del continente perdido. Según su texto, la existencia de la Atlántida originó –tras su hundimiento– las islas griegas y las Canarias. Aunque difícilmente se pueda dar a su poema La Atlántida una interpretación exclusivamente esotérica o científica, Verdaguer, cuya vida de iluminado posee tintes ocultos, conocía lo que las excavaciones en las costas mediterráneas estaban descubriendo respecto a Tartessos, cultura que ha sido relacionada o, en su caso, identificada, tal y como decíamos más arriba, con la Atlántida. A quien no le pasó por alto esta relación fue a Mario Roso de Luna, quien dedicó al problema su Tomo VI de la Biblioteca de las Maravillas (1924). Según este teósofo y astrónomo, La Atlántida de Verdaguer fue inspirada por la mística teosófica de H. P. Blavatsky. Con el añadido lógico de un matiz nacionalista que hace de España –y especialmente de Canarias y del Sur– uno de los principales legados atlantes y foco de la grandeza del continente desaparecido. También el poeta y teósofo Fernando Villalón explica en su poema místico La Toriada, lo siguiente: "¡Toros de Atlante fatuos y cerriles!". Y es que para el poeta del 27, Tartessos fue, como también para Roso, "el último foco de la civilización atlante". Aunque son siempre las Canarias el centro de atención de las teorías hispano-atlantes, el investigador Louis Charpentier dice en "El misterio Vasco" que guanches, vascos y caledonios tienen una misma raíz atlante.

Según algunos investigadores y arqueólogos como Georgeos Díaz, en España podemos encontrar lo que serían restos muy significativos de ese pasado atlante. Estos arqueólogos afirman que diversas edificaciones antiguas de España no tendrían el origen que la historia oficial pretende, y señalan, como edificaciones especialmente destacadas: el Acueducto de Segovia, el Arco de Medinaceli (Soria), los Toros de Guisando (Ávila), las murallas de Carmona y restos de edificaciones en diversas partes, como en las costas de Cádiz. Tanto en el Acueducto de Segovia como en el Arco de Medinaceli, las junturas de las piedras de estos monumentos, han llegado a ensamblarse de tal forma con el paso del tiempo que permiten datar su antigüedad en varios miles de años antes de la llegada de los romanos a España, pese a que la ciencia oficial insista en atribuir a estos su autoría. En estos edificios, los diferentes bloques de roca que los componen han llegado a ensamblarse totalmente, perdiéndose la línea original o juntura, debido al efecto natural de la meteorización y la diagénesis, esto es, el conjunto de cambios físicos y químicos y biológicos mediante los cuales los sedimentos se transforman en rocas sedimentarias con el paso del tiempo. Para que una roca eruptiva como el granito se compacte y cristalice de forma natural tendría que transcurrir mucho más tiempo que los 2000 años que les atribuyen. Según estos expertos, el tiempo necesario para provocar este fenómeno sería aproximadamente de 11.000 años, curiosamente cuando la Atlántida desapareció. Según las tradiciones históricas medievales, Híspalis, uno de los hijos de Hércules, fue el constructor del acueducto de Segovia. Por otra parte, el único argumento a favor de su autoría romana es el parecido estilístico con otros acueductos, lo que no sirve para invalidar la posibilidad de que los romanos, en realidad, copiaran los modelos de acueductos, que fueron levantados apenas 200 años después de la llegada del Imperio a la Península. De hecho, los arqueólogos apenas han encontrado unos pocos objetos de origen romano para poder demostrar que los romanos pasaron por allí, esto es, Segovia no era tan importante como para que fuera levantado un acueducto de obra tan perfecta y de tales dimensiones. Si realmente los romanos hubieran levantado en un lugar apenas poblado tal acueducto, eso habría roto con toda la lógica que marca la historia conocida de ellos. Y es que, además, Platón nos habla en el Critias de "los acueductos sobre los puentes canalizados", refiriéndose a las construcciones de los atlantes siglos antes de que los romanos, supuestos inventores de aquel revolucionario medio de canalización, erigieran los suyos. Tanto en el Acueducto de Segovia, como en las murallas de Carmona y en el Arco de Medinaceli, se han hallado inscripciones compuestas por letras tartéssicas o atlantes.

La ciencia oficial ha establecido su dogma histórico, según el cual la historia y la civilización se inicia en un punto de la historia que ellos mismos señalan, según su interés, y no podría admitir jamás que hubiera existido una civilización anterior y ya olvidada en el tiempo, capaz de erigir edificaciones tan monumentales como el Acueducto de Segovia u otros tantos. Sencillamente, le han atribuido una autoría que se acomoda a su teoría de la historia.

 

Platón que pretende estar en posesión de esta tradición de Solón, relata en estos términos la historia del continente desaparecido:


"El Atlántico era entonces navegable y había frente al estrecho que vosotros llamáis Columnas de Hércules una isla mayor que Libia y Asia. Desde esta isla se podía pasar fácilmente a otras islas, y de éstas al continente que circunda el mar interior. Pues lo que está de ese lado del estrecho se parece a un puerto que tiene una entrada angosta, pero, en realidad, hay allí un verdadero mar, y la tierra que le rodea es un verdadero continente… En esta isla, Atlántida, reinaban monarcas de un grande y maravilloso poder; tenían bajo su dominio la isla entera, al igual que muchas otras islas y algunas partes del continente. Además, de este lado del estrecho reinaban también sobre Libia hasta Egipto, y sobre Europa hasta Tirrenia."
 


 
Herodoto, por su parte, describe a Tartessos como "un pueblo que habitó en el centro del lago llamado Oleum regentado por el rey Argantonios (Rey de la plata)". Romanos y griegos definen por su parte a los tartessos como habitantes de una región remota en el rio Betis cuya capital se sitúa en una gran isla en el centro de un lago a la desembocadura del rio. El nombre de Tartessos, aplicado al país, pareció proceder del río principal que lo atravesaba, el que los romanos llamaron luego Oleum flumen (río del aceite) y más tarde Betis, y que ahora es conocido con el nombre árabe de Guadalquivir (río Grande).

Tartessos fue un reino que se extiende en el tiempo desde el 1200 AC hasta el 500 AC, momento en que se hunde este mítico reino, tras la muerte de su rey Argantonios, al sucumbir frente a las invasiones púnicas al haber perdido la flota y los aliados en un enfrentamiento anterior con la alianza etrusco-cartaginesa. Su capital, llamada Tharsis, se situaba en una isla formada por los brazos en que desembocaba el rio. Su principal riqueza consistía en la ganadería y en la agricultura: utilizaban bueyes en cuanto a la primera, y olivo y vid, con cereales, en lo referente a la segunda. También explotarían minas de oro, plata y estaño y conocieron con toda seguridad el trabajo del bronce, y tal vez tuvieron atisbos de la metalurgia del hierro traída por los griegos. De su abundancia en metales hablan elocuentemente dos citas de la Biblia: “Porque el rey (Salomón) tenía en el mar una flota de naves de Tharshis, con la flota de Hiran. Una vez cada tres años venía la flota de Tharshis y traía oro y plata” (I Reyes 10,22) y en otro lugar “Porque el día del Señor de los ejércitos aparecerá para todos los soberbios y altaneros, para todos los arrogantes; y serán humillados... Y para todas las naves de Tharshis y para todo lo que es hermoso a la vista” (Isaías, 2, 12, 16). Tharshis suele ser identificada con Tartessos, con lo que quedaría claro que las flotas conjuntas de Salomón y del rey de Tiro, Hiram, iban a buscar el codiciado oro, juntamente con la plata y el estaño al país de Tartessos. Por lo demás, los propios tartesios tendrían su correspondiente escuadra con la que irían a buscar el estaño, que ya escaseaba en el país, a las Islas Casitérides (o islas del Estaño), manteniendo relaciones activas de comercio con otros pueblos como podría deducirse del legendario viaje del rey Norax.

Según Estrabón, los tartesios construyeron también obras de ingeniería para regular y aprovechar el caudal del Guadalquivir; asimismo asegura que existían a orillas del río gran número de ciudades ricas y florecientes.

La sociedad estaba dividida en varias clases sociales: príncipes, sacerdotes, comerciantes, hombres libres (campesinos, artesanos, comerciantes, marineros) y esclavos. Su religión debió de ser politeísta y astral lo que se deduce de cultos dedicados a la Luna y a Venus. También es posible que sintieran la influencia de púnicos y griegos prestando culto a dioses como Melkart y Heracles. No faltaba un dios de la guerra, conocido con el nombre céltico de Neto (héroe o guerrero). Numerosos santuarios de Sierra Morena parecen tener un origen tartesio, y en ellos se han encontrado abundantes exvotos de bronce que bien pudieran ser un recuerdo ancestral del culto habido en aquellos lugares. Es notable la noticia transmitida por el escritor griego Posidonio quien afirma que los tartesios eran hospitalarios y liberales, activos, “ampulosos y de genio alegre”, lo cual entronca bastante bien con el carácter de los actuales andaluces de la costa.


Este reino de Tartessos comerciaba con fenicios y fundó ciudades bajo su protectorado en la hélade griega tales como Mainake.

 Otros documentos de épocas antiguas definen a este pueblo como descendientes o supervivientes de los Atlantes.

Lo cierto es que fue un estado bien organizado y una sociedad refinada cultural y políticamente avanzada. Su idioma no era indoeuropeo si bien se le encuentran afinidades con el ibérico y el cretense y esta emparentado con el rúnico, rético, lepóntico, y nord-etrusco. Más adelante se verá que el pueblo etrusco hunde sus raíces en la Iberia de Tartessos y que los "idiomas" antes citados no son sino variantes dialectales de una misma lengua preindoeuropea.

 Son múltiples historiadores los que consideran la posibilidad de que fueran los tartesios los antiguos Atlantes, si en el manido texto de platón entendemos Guadalquivir donde dice Atlántico y entendemos por "grande" como rica o avanzada culturalmente, podríamos inferir que en la isla principal del antiguo lago de ligustinus, en la desembocadura del Guadalquivir, era donde tendría su capital el antiguo reino de Tartessos.

Incluyo a continuación una noticia del 11/6/2004:
Fuente: EFE

Coinciden fotografías satelitales de la zona con descripciones de Platón de la ciudad perdida
Según informa hoy la BBC británica, varias fotografías hechas por satélite de la zona, conocida como la marisma de Hinojos, revelan unas estructuras que coinciden con las descripciones efectuadas por el filósofo griego Platón.
Uno de los miembros del equipo de científicos, Rainer Kuehne, explica que la palabra "isla" que utilizó Platón para referirse a la Atlántida podría ser en realidad una sección de costa que quedó sumergida entre 800 y 500 AC por una gran inundación.
Entre las fotos de la marisma, destacan dos estructuras rectangulares y los restos de varios anillos concéntricos que las habrían rodeado, tal y como indicó el filósofo griego.
"Platón habló de una isla de 925 metros de diámetro que estaba rodeada por varias estructuras circulares, anillos concéntricos, algunos de tierra y otros de agua", explicó Kuehne.
Las estructuras rectangulares, añadió, podrían ser las ruinas de un "templo de plata" dedicado al dios del mar, Poseidón, y un "templo de oro" en honor de Poseidón y Cleito, que también aparecen en los diálogos de Platón.
No obstante, los científicos han observado que el tamaño de la "isla" y sus anillos son algo más grandes que los descritos por el filósofo griego, aunque tienen dos explicaciones al respecto.
Una es que Platón, simplemente, calculó mal y subestimó el tamaño real de la Atlántida. Otra es que la antigua unidad de medida griega era, en realidad, 20% mayor de lo que se creía por aquel entonces.
Si ésta última explicación es cierta, uno de los rectángulos de la "isla" tiene exactamente las mismas dimensiones que el Templo de Poseidón del que habla Platón.
La teoría que sitúa a la Atlántida en España no es nueva.
El especialista Werner Wickboldt fue el primero en descubrir esas estructuras después de rastrear con detenidamente el fondo del mar Mediterráneo.
También Wickboldt cree que los griegos confundieron el vocablo egipcio para costa y lo tradujeron como isla al transmitir la historia a las generaciones siguientes.
Estas conclusiones, que se han hecho públicas en la revista electrónica "Journal Antiquity", son parte de una amplia investigación aún en curso, según precisó hoy la BBC.

Descubrimientos recientes llevados a cabo por reputados científicos hacen concordar la descripción que Platón hace en sus diálogos “Critón” y “Timeo” de la isla de la Atlántida, con las salinas de la Marisma de Hinojos, comarca sepultada bajo las aguas hacia el siglo VII u VIII a.C. y que, como se sabe, permaneció inundada hasta la edad media. Dos estructuras rectangulares visibles para los satélites coinciden con las medidas y disposiciones de los supuestos templos, de plata para Poseidón, y de oro, para Cleito y Poseidón. Parte de los enormes círculos concéntricos, que rodearían ambas construcciones según la descripción clásica, también aparecen visibles en las tomas. Esta línea de investigación hace relacionar a la Atlántida con Tartessos, cuya ciudad neurálgica aun no ha sido descubierta.

 

 

La cultura del Argar y la de Los Millares

 

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