Hay un hecho que muchos historiadores y arqueólogos han sospechado en el pasado y en la actualidad. Sus sospechas se ven avaladas por multitud de vestigios antiguos y por numerosas leyendas de culturas antiguas que aún perviven. Esa sospecha puede resumirse en la afirmación de que en el pasado fuimos visitados por seres del espacio y que estos pueden ser los maestros que enseñaron a nuestros antepasados numerosas técnicas y conocimientos que dieron nacimiento a las grandes civilizaciones culturales que florecieron en el pasado. Nosotros afirmamos que esto fue un hecho real y vamos más allá al decir que tanto la humanidad de raza blanca como la de raza amarilla son fruto de estas visitas alienígenas. Así, miles de millones de seres humanos habitando la Tierra hoy en día podemos ser considerados como descendientes de humanos de otros mundos. Solamente la raza denominada negra puede ser considerada como autóctona, el resto no somos más que colonizadores. Este es el misterio que se nos ha querido ocultar desde hace milenios y que se ha conseguido hacer en gran medida, pues hoy nadie creería en nuestro origen extraterreno. De hecho, ni tan siquiera se cree hoy, oficialmente, que exista vida más allá de nuestro mundo. Por supuesto, al hacer tales afirmaciones, en seguida acudirán a nosotros multitud de personas pidiéndonos pruebas que refuten lo que estamos afirmando y nosotros no podremos más que mostrarles algunas evidencias que, con profusión, ya han sido ampliamente estudiadas y refutadas por numerosos investigadores. El problema es que la mayoría de estos investigadores son autodidactas, no oficiales. Y las pruebas que presentan, pese a sus sólidas conjeturas, no acaban por ser concluyentes. Nos podríamos remitir a quienes saben más sobre el tema, ese ejército de estudiosos que posee la Iglesia Católica y que podrían acceder a los archivos del Vaticano, donde se guardan numerosas pruebas de lo que aquí estamos exponiendo pero, por desgracia no van a pronunciar una sola palabra a nuestro favor. Ellos son los que más saben y también son los artífices del complot de silencio y del secuestro sistemático e histórico de todas las pruebas. De este modo, quienes más pueden ayudarnos a revelar la verdad son los que, ciertamente y con una eficacia fuera de toda duda, la ocultan con el mayor celo. Entonces no nos queda más remedio que apelar a la intuición y al estudio de las pocas pruebas que aún están ante nuestros ojos.
No vamos a hablar ahora de esas pruebas más o menos concluyentes que, más
adelante tendremos tiempo de exponer, y si nos vamos a centrar en lo que
afirmamos como una exposición rápida de las creencias que tenemos sobre los
orígenes de la humanidad. Es sabido que existen diferentes interpretaciones del
pasado histórico y nosotros nos adherimos a una de esas interpretaciones sin
entrar en pleito con las restantes. Nuestra explicación de las diferentes razas
humanas habitando esta Tierra es dada por el hecho de que hace miles de años
seres de otros mundos arribaron a este mundo y lo colonizaron. Lo hicieron dos
tipos diferentes de humanidades celestes –al menos en los últimos 20.000 años-,
dando origen a las razas amarilla y blanca. De la mezcla entre ellas surgieron
diferentes grupos mestizos que, en la actualidad, son numerosos y extensos. Cada
una de estas razas trajo consigo su propia cultura que extendieron por todos
aquellos territorios que colonizaron o se anexionaron mediante guerras o
tratados. Desde el principio, los humanos de raza amarilla entraron en conflicto
con los de la raza blanca. La raza negra fue sojuzgada por la raza amarilla
desde su llegada a la Tierra hace unos 18.000 años, ya que les consideraron poco
menos que Dioses venidos del Cielo por sus dotes “mágicas”, sus poderosas armas
y sus conocimientos culturales. Los humanos de raza blanca arribaron a la Tierra
hace unos 12.000 años en un número muy reducido aunque se multiplicaron con
rapidez. En unos setecientos años migraron desde su lugar de aterrizaje en
América hacía las selvas del Brasil y de allí, a través del Sahara hasta el
Medio Oriente. Estas migraciones eran debidas a las constantes guerras a las que
se veían sometidos por el gran Imperio que había levantado en la Tierra la raza
amarilla. Contaremos todo esto con más detalle en siguientes artículos, hechos
que explicarán porqué siempre ha habido tantas enemistades entre unos y otros y
darán luz a muchos de los acontecimientos históricos más recientes de la
humanidad.