TARTESSOS

 
                                                     

 

DEL ESTRECHO DE GIBRALTAR A LA ATLÁNTIDA

 

 

  Paulino Zamarro

 

 

 

Autor del libro titulado: "DEL ESTRECHO DE GIBRALTAR A LA ATLÁNTIDA"
(Claves que han hecho posible determinar la extensión y situación exactas de la Atlántida)

 

Tras una minuciosa investigación, un español consigue determinar tanto la extensión y situación exactas de la Atlántida, como las causas que la hicieron desaparecer bajo las aguas hace aproximadamente 7.500 años.

Se trata de una teoría totalmente novedosa, que aporta un punto de vista diferente, basado en hechos y razonamientos perfectamente contrastados, los cuales son tan coherentes que, una vez conocidos, resulta extraño que nadie antes se hubiera dado cuenta de las relaciones existentes entre ellos. El descubrimiento y confirmación de la existencia de la Atlántida está basado en una serie de hechos que, aunque en principio pudieran parecer inconexos, van encajando perfectamente, desembocando finalmente en el descubrimiento de una gran isla que bien pudiera ser la Atlántida de Platón.

Platón en sus diálogos de Critias y de Timeo nos habla de la Atlántida, siendo su mérito fundamental el hecho de haber contribuido decididamente a la pervivencia del mito y que su memoria no se perdiera para siempre, pero lió tanto la madeja que nos hizo dudar de su existencia.

A partir de entonces y durante más de 2.300 años, se ha fantaseado incesantemente sobre el tema sin llegar a ninguna conclusión válida, no aguantando la mayor parte de lo que se ha escrito el más mínimo análisis crítico.

Sólo ahora y a través de esta teoría, se ha podido explicar como y cuándo pudieron ocurrir los hechos, siendo en cualquier caso tan verosímiles los argumentos presentados que, de no haber ocurrido así, difícilmente podría encontrarse una explicación mejor desde el punto de vista científico.

Como muchos grandes descubrimientos, éste también surgió por casualidad, ya que en principio se trataba únicamente de justificar las similitudes existentes entre las distintas lenguas que se hablaban antiguamente a ambos lados del estrecho de Gibraltar (algunas de ellas aún se hablan), encontrándonos finalmente con la Atlántida como resultado de la confrontación y ajuste de una serie de datos procedentes de disciplinas tan diversas como pueden ser la lingüística, la etnografía, la pre y protohistoria, la geomorfología, la hidráulica, la arqueología, etc.

La teoría se basa fundamentalmente en los siguientes hechos:

  • Las similitudes existentes entre las lenguas ibéricas, el vasco, el etrusco y el bereber, hacen suponer que todas ellas están emparentadas y tienen un origen común, sólo explicable suponiendo que durante mucho tiempo hubiera podido existir un nexo de unión entre ambas orillas del estrecho, que hubiera posibilitado las migraciones continuas y masivas que parecían haber tenido lugar en tiempos prehistóricos.

  • Al hilo de esta idea y estudiando la estratigrafía de los grandes deltas del Mediterráneo (Ebro, Ródano, Nilo, etc.), donde existen grandes deltas sumergidos a una profundidad de unos 90 - 100 metros, salta a la vista que dicho mar debió estar estabilizado durante milenios a esa profundidad.

  • Por otra parte, como consecuencia del descenso de las temperaturas que tuvo lugar durante la última glaciación, mientras que el nivel del mar Mediterráneo permaneció estabilizado, el del océano Atlántico osciló según las épocas entre los 17 y 130 metros de profundidad, lo cual sólo es posible si ambas orillas del estrecho hubieran estado unidas.
     

Con el fin de corroborar esta tesis, se estudió la geomorfología del estrecho de Gibraltar, los posibles aportes de sedimentos, las corrientes marinas, los vientos dominantes, etc., llegando finalmente a las siguientes conclusiones:

  • El cambio de salinidad del mar Negro, sólo es explicable con un istmo en el estrecho de Gibraltar que perdurara hasta casi el término de la última glaciación, aunque aquí se choque con la hasta ahora generalizada opinión de los geólogos, que dicen que dicho estrecho se rompió en el Plioceno, sin darse cuenta de que, si bien la tectónica de placas tendía a separar las masas continentales, dicha fractura se estaba sellando al mismo tiempo con el aporte de sedimentos.

  • Los sedimentos procedieron de la erosión costera y de los aportes de los ríos Guadiana, Guadalquivir, etc., que proporcionaron cantidades ingentes de sedimentos, como lo prueba el hecho del cierre y posterior colmatación en tiempos históricos del lago Ligur, propiciando que dichos sedimentos se depositaran en el estrecho las corrientes marinas que, suponiendo fueran semejantes a las actuales, giran en la orilla atlántica según el sentido de las agujas del reloj y en la orilla mediterránea en sentido contrario.

  • Una vez admitida la existencia del istmo, las mareas, el oleaje y los vientos dominantes propiciaron tanto la consolidación y aumento de su anchura, como su posterior elevación.

  • Dicha elevación, constatada actualmente en el litoral de Doñana, en las islas barrera de Norteamérica, etc., es fundamental para comprender como, cuando la intensidad de la glaciación comienza a disminuir y consecuentemente a subir el nivel del mar, la extensión del istmo, cuya anchura máxima se estima que pudo alcanzar 30 km, va decreciendo paulatinamente al mismo tiempo que se va elevando su altura, hasta que finalmente, se rompe provocando la elevación repentina del nivel del mar Mediterráneo y acto seguido el del mar Negro.

Se considera que en el momento de la ruptura del istmo, el nivel estimado del océano Atlántico estaba a 17 metros de profundidad, el del mar Mediterráneo rondaba los 95 metros y el del mar Negro (de acuerdo con la carta marina de los Dardanelos) era de 60 metros. A partir de estos datos y teniendo en cuenta las secciones mínimas de los estrechos de Gibraltar y del Bósforo, se realizaron unos sencillos cálculos hidráulicos, los cuales arrojan como resultado que el mar Mediterráneo debió tardar en llenarse unos 39 días y el mar Negro, debido a la estrechez del Bósforo, aproximadamente 10 meses, si bien las llanuras central y del sur de la isla Atlántida, debido a estar muy poco elevadas sobre el nivel del mar, desaparecieron bajo las aguas en tan sólo dos o tres días.

Aparte de estas consideraciones, existen evidencias suficientemente fuertes, basadas en las pruebas del carbono radioactivo 14 realizadas en los sedimentos del mar Negro, de que esto debió ocurrir hace aproximadamente 7.500 años, pasando dicho mar en ese momento de ser un lago de agua dulce a un mar de agua salada, existiendo también restos de playas a 60 m de profundidad, lo cual prueba que en dicha época una gran avalancha de agua elevó el nivel del mar Negro y cambió su salinidad, corroborando al mismo tiempo la verosimilitud de la teoría que se está exponiendo.

Si consideramos que esto fue así y todas las pruebas confluyen en ello, a una profundidad de unos 95 m, según las cartas marinas del mar Egeo, aparece en torno a las islas Cícladas una gran isla de unos 5.300 km2, que concuerda bastante bien con la Atlántida de Platón.

Teniendo en cuenta todo esto y, después de un análisis de la información disponible sobre la Atlántida, de la pre y protohistoria del área geográfica afectada, así como de todas aquellas informaciones colaterales que de alguna forma aportan cierta luz sobre el tema, se llega finalmente a la conclusión de que si bien en el relato de Platón (diálogos de Critias y de Timeo) existen muchas exageraciones y una indudable adaptación de la historia a sus propios intereses (que no son otros que hacer una crítica a la política de su tiempo), la Atlántida efectivamente existió, coincidiendo su ubicación más probable, por no decir la única posible, con la gran isla central que surge de las aguas al descender el nivel del mar 95 metros.

En cuanto a las posibles relaciones con las culturas que le sucedieron, lo más probable es que la cultura de los atlantes no desapareciera por completo. Desapareció el núcleo central de la Atlántida, pero quedaron emergidas las cumbres de las montañas (las actuales islas Cícladas), donde se desarrolló la cultura cicládica o geométrica y la isla de Creta, que también pertenecería al ámbito cultural de la Atlántida, donde se desarrolló la cultura minoica.

Según esta teoría, ambas culturas están en el mismo plano y tienen el mismo origen, diferenciándose únicamente en el grado de desarrollo alcanzado, que fue mucho mayor en la isla de Creta que aunque agreste y montañosa tiene una extensión superior a 8.000 km2, puesto que la cultura cicládica, al asentarse sobre un territorio insular muy fragmentado, Naxos que es la mayor de sus islas apenas rebasa los 400 km2, tuvo menores posibilidades de desarrollo.