LA ATLÁNTIDA Y LOS ATLANTES

«En la edad de Oro, dioses vestidos de aire caminaban entre los hombres».

HESÍODO «Los trabajos y los días»

Capítulo I

TRADICIONES SOBRE LA ATLÁNTIDA. SU CONFIGURACIÓN Y SUS PERÍODOS GEOLÓGICOS

Los sacerdotes del antiguo Egipto conservaron cuidadosamente el recuerdo de un vasto continente que, en tiempos remotos, ocupaba gran parte del océano Atlántico. Con las siguientes palabras atribuidas a Solón, quien a su vez afirmaba haberlas recibido de los sacerdotes egipcios, Platón narra esta tradición: «En aquel tiempo era posible atravesar el Atlántico. Había una isla delante de ese lugar que llamáis vosotros las columnas de Hércules. Era mayor que la Libia y el Asia unidas. De esta isla se podía pasar fácilmente a las demás y desde ellas a todo el continente que bordeaba la costa opuesta. Pues desde más acá del estrecho del que hablamos parece un puerto que tuviera una entrada estrecha, pero es un verdadero mar, y la tierra que lo rodea un verdadero continente... En esa isla Atlántida reinaban reyes de poder grande y maravilloso; dominaban la isla entera así como varias otras y algunas partes del continente. Además, más acá del estrecho, también reinaban desde Libia hasta Egipto y, en Europa, hasta la Tirrenia». Esto es lo que cuenta Platón al comienzo de su célebre diálogo Timeo o de la Naturaleza. Existe otro diálogo llamado Kritias o sobre la Atlántida del que solo se ha conservado la primera parte 28. En él Platón describe ampliamente la isla de Poseidonis, su capital rodeada de canales, sus puertas de oro, su templo, su federación de reyes-sacerdotes, soberanos hereditarios indisolublemente ligados entre sí por una constitución obra del fundador divino al que llama Neptuno. El curioso fragmento describe la prosperidad de este pueblo que durante largo tiempo se mantuvo fiel a sus tradiciones hereditarias. Y acaba cuando cayó en una decadencia irremediable a causa de su creciente ambición y perversidad. El fragmento es infinitamente sugestivo pese a su brevedad ya que abre las puertas sobre un pasado lejano sustraído a la historia por la inmensidad del tiempo transcurrido y por el silencio de los anales. A través de las formas helenizadas de la transcripción, sorprende lo extraño de ritos y costumbres en los que se mezclan una simplicidad patriarcal y la majestuosidad de los faraones. Platón cuenta que la isla de Poseidonis, último vestigio del gran continente de la Atlántida, fue destruida y sumergida por una catástrofe ocurrida nueve mil años antes de la época de Solón. Estrabón y Proclo relatan los mismos hechos. Agreguemos que los sacerdotes egipcios, que fueron quienes informaron a los viajeros griegos, afirmaban que conocían estas tradiciones por los propios atlantes a través de una filiación lejana pero ininterrumpida.

 

Decían a Solón: «Vosotros los griegos habláis de un solo diluvio pese a que ha habido varios más», afirmación confirmada por la geología moderna que ha encontrado las huellas de estos sucesivos diluvios en las capas superpuestas de la tierra. Hasta ahora, los únicos documentos de esas remotas épocas del globo son los esqueletos de los mamuts y otros animales, así como los hombres fósiles, encontrados en los terrenos del terciario o del cuaternario. En espera de que una ciencia mejor recree este mundo perdido, los descubrimientos ocanográficos vienen a corroborar las tradiciones antiguas que mencionamos. La ciencia ha descubierto la espina dorsal de la Atlántida en el fondo de los mares y permite adivinar sus límites. Los sondeos del Atlántico confirman la existencia de una inmensa cadena de montañas submarinas cubierta por restos volcánicos que se extiende de norte a su r29. Se alza casi repentinamente desde el

fondo del océano hasta una altura de 9.000 pies. Sus más altas cumbres son las Azores, San Pablo, la isla de la Ascensión y la de Tristán de Acuña. Estas cimas son las únicas del continente perdido que aún emergen de las olas. Por otra parte, los trabajos de etnología comparada de Le Plongeon, Quatrefages y Brancroft han demostrado que todas las razas del globo (negra, roja, amarilla y blanca) habitaron en América en tiempos remotos, cuando este continente, que ya existía parcialmente, estaba unido a la Atlántida. También se han observado analogías sorprendentes entre los antiguos monumentos de México y Perú y la arquitectura de la India y de Egipto. Ayudándose con todo ello y reuniendo las tradiciones de todos los pueblos sobre el diluvio, incluidas las de los indios de América del norte, centroy sur, M. Scott Elliot ha intentado reconstruir una historia de la Atlántida. Pese a que su teoría contiene no pocas hipótesis es un todo coherente y convincente. También el doctor Rudolf Steiner, de gran cultura esotérica y dotado de una clarividencia especial, ha suministrado observaciones extraordinariamente originales y profundas sobre la constitución física y psíquica de los Atlantes y sobre su relación con la evolución humana anterior y posterior 29bis. Resumamos primeramente la historia geológica de la Atlántida según Scott Elliot. Hace un millón de años la Atlántida se encontraba unida en su parte posterior a una amplia zona ya emergida de América Oriental. Ocupaba todo el actual golfo de México y se extendía mucho más allá, hacia el nordeste, en una vasta cresta que llegaba hasta la Inglaterra de hoy. Descendía y se curvaba hacia el sur formando otra cresta en dirección a África. De este continente solo emergía la actual África del Norte que estaba separada de la Atlántida por un brazo de mar. Las razas humanas nacidas y desarrolladas en la Atlántida podían llegar directamente a Inglaterra y, después, a Noruega. Para pasar a África del norte y desde ahí al Asia meridional -que ya había formado parte de Lemuria bastaba con franquear un estrecho canal.

 

Después de un primer diluvio que tuvo lugar hace unos 800.000 años, la Atlántida se partió en dos de arriba abajo y quedó separada de América por un estrecho. Por el este conservó su forma de concha abierta formando una gran isla con Irlanda e Inglaterra que, soldadas a Escandinavia, habían emergido otra vez. En un nuevo cataclismo fechado hace 200.000 años, la Atlántida se partió en dos islas, una grande al norte llamada Routa, y otra más pequeña al sur cuyo nombre era Daitya. En esa época ya se había formado la Europa actual. Las comunicaciones de la Atlántida con África del Norte y Europa fueron fáciles durante estos tres períodos. De repente se interrumpieron bruscamente hace 80.000 años a causa de un nuevo cataclismo geológico. De la antigua y extensa Atlántida solo quedó la isla que Platón llama Poseidonis, último trozo de la gran isla de Routa, equidistante de Europa y de América. A su vez y según los informes de los sacerdotes egipcios a Solón, la isla Poseidonis fue tragada por el mar el año 9.564 antes de Cristo.

 

28. Véase Apéndice.

29. Un naturalista francés, M. Perrier, se ha dedicado a solucionar el problema de la existencia de la Atlántida basándose sobre datos científicos y rigurosos. Estudió minuciosamente la flora y la fauna vivas de las islas de Cabo Verde y de las Canarias, así como la flora y fauna fósiles de las islas de este continente que aún emergen en el océano. Los fósiles son idénticos en todos sitios, desde las islas de Mauritania hasta América. Los corales de Santo Tomé son iguales a las madréporas de Florida. Todo prueba que los continentes actuales estaban unidos. Todo induce a creer que la Atlántida desapareció a finales del terciario. Un primer hundimiento debió producirse entre la costa de Venezuela y el archipiélago que todavía existe hoy. Mauritania y las islas de Cabo Verde debieron separarse un poco más tarde (Le Temps, noviembre 1911).  La actual tectónica de placas y la teoría de las derivas también parece confirmar la existencia de la Atlántida así como la de Lemuria Sobre la Atlántida se han escrito innumerables libros. Además de los textos que Solón recibió de los sacerdotes egipcios y transmitió a Platón, la memoria atlante, especialmente en lo concerniente a sus ■relaciones con los pueblos de Europa occidental y con los griegos, también se ha conservado al parecer en otros documentos. Véase: Robert Scrutton: La otra Atlántida, Edaf, Madrid 1978. D. Vitaliano, Leyendas de la Tierra, Biblioteca científica Salvat, ¡Barcelona 1994. En cuanto a los pretendidos avances técnicos de los atlantes pueden consultarse, entre otros: Robert Scrutton: Secretos de la perdida Atlántida, Edaf, Madrid, 1980. Andrew Tomas, Los secretos de la Atlántida, Plaza y Janes, Barcelona, 1969. Ch. Berlitz, La Atlántida, el octavo continente, Círculo de lectores, Barcelona, 1989.

 

29bis. Unsere atlantistchen Vorfabren, por R. STEINER. Véase también el capitulo titulado Die Weltentwichkelung en su obra capital Die Geheimwissenschaft im Umris, Altmann, Leipzig, 1910.