Capítulo IV

 LA EXPLOSIÓN DEL YO. DECADENCIA Y MAGIA NEGRA. CATACLISMO Y DILUVIO

 

El desarrollo de la riqueza material bajo los reyes pontífices de la raza Tolteca había de tener su contragolpe fatal. Junto a la conciencia creciente del yo se despertaron

el orgullo y el ansia de poder. La primera erupción de malas pasiones se produjo en una raza aliada de los toltecas. Era una raza de color amarillo negruzco con mezcla de Lemurianos. Los Turanios de la Atlántida fueron los antepasados de los turanios de Asia y los padres de la magia negra. A la magia blanca, trabajo desinteresado del hombre en armonía con las potencias de lo alto, se opone la magia negra, llamamiento a las fuerzas de abajo el impulso de la ambición y la lujuria. Los reyes turanios quisieron dominar y gozar aplastando a sus vecinos .Rompieron el pacto fraternal que los unía a los reyes toltecas y cambiaron el culto. Fueron instituidos sacrificios sangrientos. En vez de beber el licor de inspiración divina se bebió la sangre negra de los toros, evocadora de influencias demoníacas 37. Así fue la primera organización del mal: ruptura con la jerarquía de lo alto, pacto concluso con las fuerzas de abajo. Siempre alumbró anarquía y destrucción puesto que es la alianza con una esfera cuyo principio mismo es la destrucción y la anarquía. En ella cada cual quiere aplastar al otro para beneficio propio. Es la guerra de todos contra todos, el imperio de la codicia, de la violencia y  del terror. El mago negro no sólo se relaciona con las fuerzas perniciosas que son el desperdicio del cosmos, sino que crea otras nuevas mediante las formas-pensamiento de las que se rodea, formas astrales inconscientes que se transforman en sus fantasmas y tiranos crueles. Paga el placer criminal de oprimir y explotar a sus semejantes trasformándose en esclavo ciego de verdugos mucho más implacables que él mismo: los fantasmas horribles, los demonios alucinatorios, los falsos dioses que ha creado. Esta fue la esencia de la magia negra que se desarrolló al declinar la Atlántida enunas proporciones como nunca después ha vuelto a alcanzar. Se vieron cultos monstruosos. Templos consagrados a serpientes gigantescas, a pterodáctilos vivos que devoraban víctimas humanas. El hombre poderoso se hizo adorar por multitudes de esclavos y de mujeres. Una vez que la corrupción atlante transformó a la mujer en instrumento de placer, se desarrolló con fuerza creciente el frenesí sensual. Pululó la poligamia. Lo que produjo una degeneración del tipo humano entre las razas inferiores y en una parte de los pueblos de la Atlántida. El culto insensato del yo revistió un a forma extraña e ingenua. Los ricos adquirieron la costumbre de colocar en los templos estatuas suyas de oricalco, oro o basalto. Sacerdotes especiales rendían culto a estos ídolos ridículos de la persona humana. Incluso fue la única forma de escultura que conocieron los atlantes. El mal se fue acumulando a lo largo de los siglos. La irrupción avasalladora del vicio, el furor del egoísmo y la anarquía, se extendieron tanto que toda la población atlante se dividió en dos bandos. Una minoría se agrupó en torno a losreyes toltecas que seguían siendo fieles a su vieja tradición. Los demás adoptaron la tenebrosa religión de los Turanios. La guerra entre la debilitada magia blanca y la creciente magia negra se desarrolló en la Atlántida y pasó por numerosas peripecias. Se repitieron las mismas fases con verdadero encarnizamiento. Mucho antes de la primera catástrofe que trastocó el continente la ciudad de las puertas de oro fue conquistada por los reyes turanios. El pontífice de los reyes solares tuvo que refugiarse en el norte, junto a un rey aliado de los Tlavatlis, donde se estableció con un núcleo de fieles. A partir de este momento comenzaron las grandes migraciones hacia Oriente mientras que la civilización propiamente atlante no hacia sino declinar. Los turanios ocuparon la metrópoli y el culto de la sangre profanó el templo del sol. Triunfó la magia negra. Una corrupción y perversidad desmedidas se difundieron ilimitadamente en esta humanidad impulsiva de provista aún del freno de la razón. La ferocidad de los hombres se contagió incluso al mundo de las bestias. Los grandes felinos primitivamente domesticados por los atlantes se transformaron en jaguares, tigres y leones salvajes. Finalmente el desorden ganó a los elementos y a la naturaleza toda, Némesis38 ineluctable de la magia negra. Una catástrofe separó la Atlántida de la América naciente. A largos intervalos siguieron otras.Las cuatro grandes catástrofes que se tragaron el soberbio continente no tuvieron las mismas características que los cataclismos de Lemuria. Vemos actuando en ellas alas mismas potencias pero, bajo impulsos distintos, se manifiestan de manera diferente. La tierra es un ser vivo. Su cáscara sólida y mineral no es sino una corteza delgada si la comparamos con el interior de la bola formado por esferas concéntricas de una materia sutil que son los órganos sensitivos y generadores del planeta. Estas entrañas vibrantes almacenan fuerzas primordiales y responden magnéticamente a los movimientos que agitan la humanidad. De alguna manera acumulan la electricidad de las pasiones humanas y, periódicamente, la vuelven a enviar a la superficie en masas enormes. En los tiempos de Lemuria, el desencadenamiento de la animalidad bruta había hecho que el fuego terrestre brotara directamente en la superficie del globo. Lemuria se transformó en una especie de solfatara hirviente donde millares de volcanes se encargaron de exterminar mediante el fuego este mundo que bullía de monstruos informes .En la época de la Atlántida el efecto de las pasiones humanas sobre el alma ígnea de la tierra fue más complejo y no menos temible. La magia negra, que entonces se hallaba en la cima de su poder, actuaba directamente sobre el centro de la tierra de donde extraía su fuerza. Con ello excitó otros impulsos en el circulo del fuego elemental. Este fuego, procedente de las profundidades por vías tortuosas, se acumuló en las fisuras y cavernas de la corteza terrestre. Entonces las Potencias que presiden los movimientos planetarios imprimieron a dicho elemento, sutil pero con una fuerza de dilatación prodigiosa ,la dirección horizontal hacia Occidente. Así se originaron las sacudidas sísmicas que, de época en época, estremecieron la Atlántida de este a Oeste siguiendo como eje principal la línea del ecuador. Estas olas de fuego horadaban y excavaban la corteza del antiguo continente a lo largo de todo su recorrido. Faltándole la base, la Atlántida se derrumbó por pedazos y acabó por hundirse en el mar con una gran parte de sus habitantes. Pero a medida que desaparecía el continente sumergido, otra tierra surgía en occidente con su barrera de cimas. Pues una vez las olas gigantescas de fuego interior llegaban al final de sus largas ondulaciones, los rompientes de fondo del planeta enfebrecido levantaron en crestas volcánicas las cadenas de los Andes y de las Montañas Rocosas, espina dorsal de la futura América. Agreguemos que las descargas eléctricas que acompañaron a todos estos fenómenos desencadenaron en la atmósfera ciclones, tempestades y tormentas inusitadas. Una parte del agua que hasta ese momento vagaba en el aire en forma de vapores fundió sobre el continente en cascadas y torrentes de lluvia. Como si las potencias del cielo y del abismo se hubieran conjurado para perderlo, el suelo no sólo se hundía sino que además fue inundado. La tradición pretende que en el último de estos diluvios perecieron a la vez sesenta millones de hombres. Así fue barrida de la tierra la Atlántida, arsenal de la magia negra. Y esta fue la razón por la que desaparecieron sucesivamente bajo las olas impasibles del océano vencedor, la ciudad de las puertas de oro, Routa y Dayta las islas de palmeras verdeantes, y también las altivas cimas de Poseidonis. El azul profundo y luminoso se extendía como el ojo del. Eterno entre las nubes desgarradas...En la evolución terrestre nada se pierde aunque todo se transforma. Los atlantes habrían de revivir en Europa, en América y en Asia a través de las razas emigradas 39 y por las reencarnaciones 40 periódicas de las almas. Pero el recuerdo del continente tragado se difuminó en la memoria de la nueva humanidad pensante, combativa y conquistadora, como un sueño fabuloso, como un espejismo de ultramar, de más allá del cielo. No se conservó sino la memoria inquietante de un Edén perdido, de una caída profunda y de un diluvio terrorífico. Los poetas griegos, cuyas evocaciones plásticas encierran a menudo un sentido maravilloso, hablaban de un coloso-fantasma, sentado en medio del océano más allá de las columnas de Hércules, que sostenían el cielo nuboso con su cabeza poderosa. Lo llamaban el gigante Atlas.¿Sabían que en el alborear de sus días los atlantes eran videntes y realmente se habían comunicado con los dioses a través de su cielo obstruido por las nubes? ¿O será que en el fondo de toda conciencia humana duerme el sueño de un paraíso perdido y de un cielo por conquistar?

 

 

37. Esto también sucedía en la isla de Poseidonis, en los últimos tiempos de la Atlántida

 

38. Diosa encargada de la venganza de los dioses sobre los malvados; castigaba también la pasión desordenada. Algunos la consideraban como representación de la potencia solar. A veces se la representaba apoyándose en un timón para indicar que guiaba el universo. En esculturas suyas aparecidas en Toscana se la representaba con vestiduras egipcias y rodeada por completo de un velo formando espirales.

 

39. En el último periodo de la Atlántida y antes de que se descompusiera por completo la vieja raza, una minoría de atlantes blancos (que habría de formar una nueva raza-madre) emprendió la marcha hacia oriente, un éxodo solar, en busca de una nueva patria. El término de tal peregrinación habría de ser el Himalaya. Pero antes de alcanzar su objetivo, esta peregrinación que duró siglos y milenios, hizo diversas etapas. El primero y más importante fue en Irlanda que entonces formaba una gran isla con Inglaterra, el norte de Francia y Escandinavia. A esta época perteneces los cultos que ha conservado la mitología celta (Carnac en Bretaña, Stonehenge en Inglaterra,etc), y las tradiciones de esos pueblos -vida al aire libre, exaltación guerrera, etc. que no eran sino una reacción contra la descomposición de la civilización atlante y unentrenamiento adecuado a las tareas que esperaban a la nueva raza-madre. Una vez llegados al Himalaya, donde constituyeron definitivamente la nueva civilización,refluyeron hacia occidente en diversos grupos: arios de la India, escitas, sármatas, caldeos, griegos, semitas, etc. El origen común de todos estos grupos de la nuevaraza-madre, que suele designarse con el nombre genérico de indoeuropeos, ha sido probado suficientemente por los estudios históricos.

 

40. El culto de los antepasados practicados por los celtas y también por algunos de los grupos que refluyeron desde el Himalaya hacia el occidente, tenía la finalidad de favorecer la reencarnación de los mejores de los antepasados, para que guiaran la humanidad en su evolución cósmica. Se celebraba en el solsticio de invierno, en la noche más larga a la que se llamaba la noche-madre del año que tenía la reputación de ser la de las concepciones felices. Idéntico sentido aunque formas diferentes tenían los cultos del solsticio de verano (cuyo recuerdo se conserva en tradiciones populares como las fiestas de San Juan). En los primeros el guía decía: «Vuestros antepasados están cerca de los dioses. Vivid según los ritos y las leyes santas y volverán a vivir entre nosotros. Se encarnarán en loshijos de vuestras esposas». En los segundos, el guía señalaba al sol mientras afirmaba: «Esta es la imagen del dios supremo hacia el que hay que ir para conquistar la tierra de los puros y los fuertes, para construir la ciudad viva de los dioses».