TARTESSOS

 
                                                     

ALTAR EN EL CERRO DE SAN JUAN

 

 

 

 

 

 

 


Fotografía: Mario Fuentes

Diario ABC.- Sevilla, Domingo 27-02-2000

Un altar fenicio hallado en el
Cerro de San Juan
permite reinterpretar algunas piezas del tesoro del Carambolo

 

Crónica de Pilar García.

Podría resultar obvio reseñar la impronta que el Guadalquivir ha ido dejando en las poblaciones por las que ha discurrido a lo largo de la Historia, pero la Arqueología así se empeña en demostrarlo una vez más y con muestras fehacientes.

Es este el caso del santuario fenicio hallado hace algunos años en el denominado Cerro de San Juan, en la localidad de Coria del Río, por los integrantes del <<Proyecto Estuario>>, una iniciativa encabezada por el profesor de Prehistoria de la Hispalense, José Luis Escacena.

El proyecto, que inició su andadura en 1.993 tras ser aprobado por la Consejería de Cultura, estaba dedicado al estudio del poblamiento antiguo de la paleodesembocadura del Guadalquivir. Unas excavaciones de urgencia practicadas en el Cerro, y previas a la construcción de un centro docente, sacaron a la luz los resortes del santuario en cuestión, que han propiciado la apertura de un proceso para declarar Bien de Interés Cultural (BIC) a todo el cabezo.

UN PUERTO DE COMERCIO

La importancia de este templo reside, según explica el profesor Escacena, en que, <<por primera vez en la zona del Bajo Guadalquivir, se localizaba un santuario fenicio en el interior de una ciudad indígena constituyendo, hacia el siglo VII antes de Cristo, un puerto de comercio con un barrio colonial y una pequeña necrópolis. Fueron poblaciones que, durante tres siglos, convivieron juntas pero no revueltas y, posiblemente, con problemas de integración>>.

Por la ubicación del altar-orientado a la salida del sol naciente en el día de solsticio de verano, fecha en la que se celebraba la muerte de Baal-, y una serie de restos encontrados -sobre todo huevos de avestruz, utilizados para ritos religiosos, y <<escarabeos>>, especie de amuletos con forma de escarabajo-, el templo parece estar dedicado a <<Baal saphon>>, dios protector de los navegantes al que éstos se encomendaban para iniciar la travesía una vez partían del puerto principal, que era el de Spal (Sevilla), o bien al que elevaban sus ofrendas en agradecimiento por el viaje realizado.

Los estudios efectuados en este yacimiento tartésico han determinado la singularidad de su templo fenicio, que presenta una capilla en la que se ubicaba un altar en forma de piel de toro, que ha servido para interpretar otros santuarios e, incluso, ofrecer una versión más definida de algunos elementos decorativos del tesoro del Carambolo, sobre todo de los pectorales. Así, tanto José Luis Escacena como el profesor Fernando Amores sostienen que, más que un conjunto de joyas, para un rey, este tesoro consta de dos partes: una, integrada por el collar y los brazaletes, como elementos de la vestimenta de un sacerdote, y otra definida por los pectorales y placas, como adornos para los toros que eran conducidos a sacrificio. Esta tesis llega incluso a considerar el Carambolo como un santuario fenicio en lugar de un poblado tartésico.

El altar de Coria, de unos 40 centímetros de altura, exento, y con una parte central rectangular, presenta una protuberancia superior similar a la forma de la piel del cuello de un toro. Actualmente, este altar de la antigua <<Caura>> está en proceso de restauración en el Museo Arqueológico de Sevilla gracias, según precisa el profesor Escacena, a <<un empresario de Coria, José Luis Fernández Ruiz, muy concienciado de la importancia del patrimonio local, que ha planteado la posibilidad de propiciar una exposición con los vestigios hallados en el santuario así como una reunión científica>>.

La restauración del altar se estima que durará unos cuatro meses, si bien la del resto de piezas susceptibles, de formar parte de esa futura exposición se encuentra <<frenada por la carencia de un laboratorio donde tener almacenados esos materiales de forma conveniente para trabajar con ellos. Estamos a la espera de que el Ayuntamiento nos proporcione los locales>>, indica Escacena, que se muestra crítico, en materia de conservación, con el papel de los ayuntamientos y de la propia Consejería de Cultura, que <<aprueba los proyectos de investigación y no contempla los factores posteriores>>. Es por eso por lo que este profesor de la Hispalense aboga por la creación de servicios técnicos municipales que velen por la conservación del patrimonio e <<impidan que este tipo de actuaciones estén a merced de los vaivenes políticos>>.

PROTEGER Y CONCIENCIAR

Aunque el profesor Escacena muestra su confianza en la voluntad e interés manifestado por el actual equipo de gobierno coriano, asegura que lo que ahora se impone, más que excavar, es <<proteger lo que tenemos y concienciar a la población del potencial turístico que puede generarse en Coria con la explotación de su patrimonio arqueológico>>. Por el momento, el yacimiento se encuentra tapado y sus estructuras cubiertas con una malla plástica hasta que, <<en el futuro, se decida qué hacer con tiempo, presupuesto, buena metodología, buen equipo y con una buena teoría científica que de cobijo a todas las posibles interpretaciones>>, concluye José Luis Escacena.